Es de suma importancia que tengamos presente lo que fundamenta la Christian Science. Esto es preciso si hemos de edificar bien y firmemente. Mary Baker Eddy escribe (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 191): “Tened presente las bases de la Christian Science — un Dios y un Cristo.” La Christian Science reconoce un solo Dios, un bien supremo que gobierna, una autoridad divina y Su manifestación es el Cristo incorpóreo y espiritual, la Verdad que Jesús demostró.
Este Cristiano por excelencia estableció cimientos que son indestructibles y eternos. Su método más eficiente para presentar las verdades espirituales consistía en demostrarlas o manifestarlas en la mente y el cuerpo humanos, curando enfermos y reformando pecadores. Su autoridad para hacerlo eran las Escrituras. Reiteradamente citaba la Palabra de Dios para confirmar lo que declaraba. Y en nuestra era Mrs. Eddy, verdadera discípula del Maestro, fundamentó la Christian Science en Dios de conformidad con las palabras y las obras de Cristo Jesús.
Uno de los encargos de importancia más fundamental que nos revela Mrs. Eddy es la necesidad de educar a la niñez y a la juventud de acuerdo con las enseñanzas espirituales y fundamentales de las Escrituras. Escribe ella (ibíd., pág. 230): “Da alegría saber que los que sean fieles en cuanto atañe a los encargos fundamentales, como el de educar cristianamente a la niñez querida, recibirán el galardón de la rectitud, se elevarán en la escala del ser, y comprenderán al fin la promesa de su Maestro: ‘Y todos ellos serán enseñados de Dios.’ ”
La Iglesia Científica de Cristo ofrece innumerables oportunidades a sus miembros para que expresen en forma práctica las verdades fundamentales de la Christian Science. En las actividades de una iglesia filial, el miembro encargado naturalmente que ha de allegarse a su tarea con gozo y entusiasmo. Porque siente que trata íntimamente con las cosas del Espíritu. Por ejemplo, cuando se le encomienda enseñe en la Escuela Dominical, emprende su tarea con su ánimo gozosamente a la expectativa. Se percata de la oportunidad que se le brinda para difundir las buenas nuevas de la Christian Science y ensanchar su propia espiritualidad al hacerlo.
La Escuela Dominical es un encargo fundamental en el que todo miembro de la iglesia debería interesarse. Si los miembros colectivamente desatienden tal encargo dejándolo exclusivamente a los llamados a enseñar en la Escuela Dominical, no sería remoto que la apatía o la dejadez se infiltrara a otras actividades de la iglesia. La experiencia nos enseña que una Escuela Dominical fuerte, vigorosa y bien apoyada contribuye a que la iglesia misma sea fuerte y vigorosa. La Escuela Dominical es normalmente objeto de atención de parte de todo miembro de la iglesia, por lo cual debe ponerse la congregación al tanto de las actividades de la Escuela, indicándoles en qué sentido necesita su apoyo metafísico. Es natural que los miembros de la iglesia que se preocupen por apoyar la Escuela Dominical con creciente interés y entusiasmo esperen ver que ese interés rinda su fruto en mayor concurrencia y mejores resultados.
Las lecciones que hay que impartir a los niños según el Manual de La Iglesia Madre (Art. XX, Sec. 3) incluyen las verdades fundamentales de la Biblia. Dice nuestra Guía: “Las primeras lecciones para los niños deben ser los Diez Mandamientos (Exodo 20:3–17), el Padrenuestro (Mateo 6:9–13) y su Interpretación Espiritual por Mary Baker Eddy, el Sermón en la Montaña (Mateo 5:3–12).”
Cristo Jesús asignó un lugar prominente a los pequeñuelos. Cuando sus discípulos reprendían a los que los traían al Maestro, él dijo (Lucas 18:16): “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo vedéis; porque de los tales es el reino de Dios.” También nuestra Guía, con inspiración característica, concede a los niños un lugar prominente en la Iglesia Científica de Cristo. Cuando se construyó La Iglesia Madre, los niños, conocidos como Abejas Laboriosas, tuvieron el privilegio de colectar fondos con qué amueblar el Cuarto de la Madre (como entonces llamaban cariñosamente a Mrs. Eddy); y ella dedicó a estos queridos pequeñuelos su libro Pulpit and Press (El Púlpito y La Prensa).
Los niños en los que arraigan las grandes verdades de la Christian Science usualmente llegan a ser hombres y mujeres de éxito. Como es Dios quien les enseña, a Dios aprenden a recurrir más fácilmente en busca de Su dictado en cuanto emprendan en la vida diaria. Fundamentando su comprensión en el Principio divino y su ley espiritual, no los ofuscan las sutilezas de la mente mortal ni los malogran sus supuestos placeres.
Escribe Isaías (54:13): “Y todos tus hijos serán enseñados por Jehová; y grande será la paz de tus hijos.” Esta declaración que inspira y alienta entra a menudo en la preparación de los maestros antes de tomar a su cargo las clases en la Escuela Dominical de la Christian Science. La palabra de Dios conforta e instruye a los niños. La instrucción espiritual no puede menos que confortar. Cerciora y tranquiliza; y eso conforta necesariamente.
Uno de los atributos del Cristo es confortar y consolar, y en la Christian Science nos percatamos de que el Consolador es la Ciencia divina de Cristo, que impartida sencilla y directamente a los niños, les trae gozo y satisfacción. ¡Cuán importante es fomentar encarecidamente los cargos fundamentales que se nos encomiendan, entre ellos la Escuela Dominical! ¡Y con cuánto gozo y entusiasmo debemos hacer constar todo aumento en la concurrencia y cada prueba de progreso!