De los Directores
Los Científicos Cristianos se han granjeado el respeto de sus amigos y de sus vecinos por su modo de vivir cristianamente y por su lealtad a lo que les exige su religión. No obstante, a menudo se les pregunta: “¿Por qué se considera fumar y tomar bebidas alcohólicas incompatible con las enseñanzas de la Christian Science?” Esta pregunta merece una respuesta bien meditada, porque el mundo necesita mucho la libertad moral que trae consigo el vencimiento de los hábitos de fumar y de tomar licores. Ninguna respuesta puede ser más convincente que la de llamarles su atención a la experiencia de quien mediante su estudio y aplicación práctica de lo que enseña nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, se ha librado del cautiverio de esos hábitos. En nuestras publicaciones periódicas pueden hallarse muchos testimonios de tales curaciones y son muchos más los que se relatan de cuando en cuando en las reuniones vespertinas de testimonios de los miércoles tanto en La Iglesia Madre como en sus filiales. Esos testimonios indican casi invariablemente que con la curación ha venido muy claramente mejor salud y servicialidad, mayor habilidad y éxito así como más armonía en el hogar y en los negocios.
Cuando un estudiante de la Christian Science que en todos los otros respectos ya esté listo para hacerse miembro de nuestra Iglesia parece renuente a dejar de fumar o de tomar coctels, hay que asegurarle que esta exigencia de parte de la Iglesia no es una restricción sino una liberación. Suele alegarse a veces que hay otros graves errores, como la envidia y el odio, que son más perjudiciales. Pero eso no debe impedir que el estudiante dé prueba de su sinceridad cumpliendo con la demanda de que se someta a las pruebas más sencillas de estar dispuesto a ser discípulo. Preguntó una vez el Maestro (Lucas 12:26): “Si ni siquiera una cosa tan mínima así podéis hacer, ¿por qué os afanáis respecto de lo demás?”
Es justo y necesario que las iglesias y sociedades filiales esperen de sus miembros una norma elevada a este respecto. Los practicistas de la Christian Science pueden hallar frecuentes oportunidades de ilustrar a sus pacientes en cuanto al efecto libertador de esta alta norma. Los maestros y maestras de la Escuela Dominical tienen el deber sagrado de enseñar a sus alumnos cuán bien se les recompensa resistirse a acceder al argumento malévolo de que si se abstienen de fumar puede ser que se priven de algo agradable.
Nos dice Mrs. Eddy en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 206): “Es de la incumbencia del sentido espiritual el gobernar al hombre.” Y añade: “El pensamiento humano, errado y material, obra perjudicialmente tanto sobre el cuerpo como por medio de él” La influencia mental que trata de halagar al estudiante incauto a que se someta a los hábitos de fumar y de tomar licores hay que inspeccionarla escrutativamente. Aparece como sugestión agresiva en los anuncios que se publican, como norma convencional de educación que exalta los supuestos placeres de los sentidos, o como el deseo de imitar a los amigos o campañeros que fuman o toman. Sea cual fuera la forma que adopte, es siempre una falsificación vana del gobierno verdadero de uno mismo. Lo único que nos lleva de seguro a la libertad auténtica es nuestra confianza en el Principio divino. Esta es la libertad que nunca se vuelve anticuada porque nunca deja de bendecir. La belleza y el poder se desarrollan en nuestra vida cuando obedecemos con amor la inspirada instrucción que nos da Mrs. Eddy (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 114): “Nos enseña la Christian Science: No debáis a nadie; sed temperantes; absteneos de tomar y de fumar; sed honrados, justos y puros; echad fuera el mal y curad a los enfermos; en una palabra, Como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros.”
De los Directores
Se llama la atención de los miembros da La Iglesia Madre y de los demás a la Sección 22 del Artículo VIII del Manual de La Iglesia Madre por Mary Baker Eddy, cuyo primer párrafo dice: “Los miembros de esta Iglesia deben guardar en confidencia sagrada toda comunicación privada que reciban de sus pacientes; así como cualquier información que les venga como resultado de las relaciones entre practicista y paciente. Una infracción sobre este punto expone al infractor a la disciplina de la Iglesia.”
De conformidad con la letra y el espíritu de este Estatuto, los que dediquen todo su tiempo o una parte de él a la práctica pública de la Christian Science están obligados a proteger plenamente toda información que sus pacientes compartan con ellos respecto a sus negocios, a sus asuntos personales u otras cosas. Se les exige que no se refieran a la substancia de tales comunicaciones al conversar, dar testimonio ni en ninguna otra forma de la que pueda deducirse o inferirse de quién se trate o que resulte perjudicial de otra manera.
Esta importante regla profesional, que somete a quien la desobedezca a posible disciplina conforme al Manual de la Iglesia, sirve de protección tanto para el paciente como para el practicista.
