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Emplead los libros

Del número de abril de 1955 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A los alumnos de la Escuela Dominical de la Christian Science se les enseña de la Biblia y del libro de texto de la christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, juntamente con el Cuaderno Trimestral de la Christian Science que contiene los pasajes de que consta la Lección-Sermón. Importa tener los libros a la mano y leer de ellos con frecuencia en conexión con el tema de la lección que se enseñe. A los alumnos que ya no sean de las clases primarias o de pequeñuelos se les estimula a que lleven consigo sus propios libros. Pero muchas Escuelas Dominicales tienen allí mismo suficientes libros para los alumnos que no traigan sus propios libros. Los maestros y maestras usualmente llevan sus propios libros.

Aunque los alumnos de las clases primarias no pueden leer sus libros, de ellos directamente se les enseñan las lecciones. A los pequeñuelos les gusta que se les enseñe dónde pueden encontrarse las primeras lecciones — los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas y el Padre Nuestro con su interpretación espiritual que da Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (págs. 16 y 17)— y otros textos favoritos y saber algo respecto a los libros de que consta la Biblia y los capítulos del libro de texto de que se tomen los pasajes. Los relatos de sucesos bíblicos se hacen con la Biblia abierta en donde consten, y aunque puede ser deseable narrarles a los niños ciertas porciones en las palabras de la maestra o el maestro, ambos han hallado conveniente leerles de cuando en cuando uno u otro pasaje exactamente como está en el texto. Así se familiarizan los pequeñuelos con la fraseología bíblica, aprendiendo a distinguir entre lo bíblico y lo de Ciencia y Salud; de ese modo se les inculca cuán valiosos son estos libros y se les prepara para que los utilicen más extensamente cuando pasen a las clases de los de edad escolar.

Tan luego empiecen a saber leer, los niños pueden aprender a encontrar de por sí muchos pasajes de los que se estudian en la Escuela Dominical. Puede decirse que es parte de la educación o adiestramiento de los alumnos hacer que se familiaricen con los libros, que aprendan a encontrar fácilmente los pasajes de importancia y a hacer de estos preciosos libros sus compañeros diarios. El alumno aprende que la Biblia y Ciencia y Salud hay que estudiarlos juntos, que Ciencia y Salud da la clave de los tesoros indecibles de la Biblia, que la Biblia es una gran guía hacia la salud, la armonía y el éxito y que Ciencia y Salud nos enseña cómo seguir sus instrucciones. En la sección dedicada a la Escuela Dominical en el Christian Science Sentinel que se publicó el 21 de Diciembre de 1946 un artículo titulado “La Navidad de una Niña,” en el que se relata un delicioso caso en el que una niña de siete años de edad que recibió de regalo de Navidad una Biblia y Ciencia y Salud, al día siguiente se puso a revisar con ellos las lecciones de la Escuela Dominical, curando así a una prima suya de una enfermedad que se suponía fuera contagiosa.

Según la Sección 3 del Artículo XX del Manual de La Iglesia Madre por Mrs. Eddy, “las lecciones que sigan consistirán en preguntas y respuestas adecuadas para una clase de niños y pueden encontrarse en las lecciones del Cuaderno Trimestral de la Christian Science que se leen en los servicios de la Iglesia.” Aunque en la Escuela Dominical no se lee la Lección-Sermón como en el servicio de la Iglesia, al enseñar la lección es necesario hacer uso de la Biblia y del libro de texto de la Christian Science porque, como dijo nuestra Guía en una carta escrita a La Iglesia Madre (Miscellaneous Writings, pág. 322), “Vuestro doble pastor impersonal, la Biblia y ‘Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,’ está con vosotros, y la Vida que dan, la Verdad que ilustran, el Amor que demuestran, es el gran Pastor que alimenta a mi rebaño, y lo pastorea ‘junto a aguas de reposo.’ ” Al discutir el tema de que se trate, puede decirse con frecuencia a los alumnos que se refieran a uno u otro de estos libros o a ambos, y puede suplicarse que se lean en alta voz por algún alumno o al unísono toda la clase los pasajes que diluciden el asunto.

Una maestra ha encontrado buena la costumbre, tratándose de alguna declaración que ocurra en la Lección-Sermón y que sea especialmente deseable inculcársela a los alumnos para que puedan ponerla en práctica, de preguntarles algo relacionado con tal pasaje, dejando que los alumnos le contesten con sus libros abiertos o leyendo de ellos. Tomemos por ejemplo el pasaje de la página 476 a la 477 del libro de texto: “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él allí mismo donde a los mortales aparecía el hombre mortal y pecador. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios y este concepto correcto del hombre curaba al enfermo.” Puede preguntar el maestro: “Cuando un enfermo iba a Jesús para que lo curara, ¿qué hacía Jesús?” Fijándose en el libro, los alumnos responderían probablemente: “Veía al hombre perfecto.” Puede seguirse preguntando: “¿Dónde veía él para encontrar al hombre perfecto?” Según el libro, veía en la Ciencia. “¿Veía él al hombre perfecto junto con el mortal y pecador?” No; según el libro, él veía al hombre perfecto en lugar del hombre mortal y pecador que aparecía a los sentidos materiales. “En ese hombre perfecto, el Salvador veía ¿qué?” “Veía la semejanza misma de Dios.” Y ¿qué sucedía cuando él veía este concepto correcto del hombre?” El libro de texto da la respuesta: Curaba al paciente.

Continuando sobre el mismo asunto, puede preguntar el maestro: “Entonces, si algún Científico Cristiano parece sufrir alguna enfermedad física, ¿necesita tomar medicina material para sanar?” La respuesta es clara y contundente. Ciertamente que no, puesto que lo único que necesita es corregir su modo de ver al hombre, basándose por supuesto en la verdadera comprensión de Dios para lograr curarse científicamente.

Un ejercicio de esa clase puede repetirse sin referencia al libro y los alumnos aprenderían pronto a repetir correctamente de memoria y no tardarían en saber cómo aplicar lo que ya entiendan. Unas preguntas parecidas a las que dejamos indicadas pueden servir de base en la clase a veces para discusiones interesantes y estimulantes.

Bien adiestrados en la Escuela Dominical, cuando la dejen los almumnos que cumplan veinte años de edad ya han de ser estudiantes formales de la Biblia y del libro de texto de la Christian Science, sabiendo que edificando sus carreras sobre lo que aprendan en estos dos grandes libros, pueden ser comparados con el hombre de la parábola del Maestro (Mateo 7:24 y 25) cuya casa era inexpugnable por estar fundada sobre la roca.

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