Hoy que es necesario más que nunca que haya unión y mutua comprensión en las relaciones internacionales, el problema de la diversidad de idiomas se reconoce como factor importante. Los Científicos Cristianos se allegan a este problema teniendo presentes las palabras de Mary Baker Eddy en su libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 414): “El argumento del Científico Cristiano descansa sobre la base cristianamente científica del ser. Las Escrituras declaran ‘Jehová solo es Dios [el bien]; ningún otro hay fuera de El.’ Es decir, la armonía es universal, y la discordancia irreal.”
Como estudiante formal de la Biblia, el Científico Cristiano acepta la conclusión científica de que Dios es Mente, Espíritu, Verdad y Amor; que El es la Vida y el Alma del hombre, el Principio que constituye su ser. Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, y este hombre, el hombre real, vive por siempre en armonía y paz eternas. La Biblia describe este estado de la existencia cuando dice que “era toda la tierra de una lengua y de unas mismas palabras” (Génesis 11:1). Esto presenta la realidad espiritual absoluta referente al hombre y a la creación como Dios los formó.
Pero en ese mismo capítulo once del Génesis la Biblia sigue narrando los acontecimientos bien sabidos acerca de la torre de Babel, la evolución de un humano concepto relativo de la humanidad. Ilustra cómo los hombres se dejan engañar cuando se creen creadores ellos de por sí. Cuando ignoran que Dios es la única Mente, y que la identidad verdadera de ellos es la de hijos de Dios, en vez de la cual ellos aceptan la falsa pretensión de que hay muchas mentes, el falso orgullo y la loca ambición los lleva a la discordia y la contienda. Sigue luego la confusión de las muchas lenguas, según el relato, resultando así la disgregación de la familia humana en muchas tribus y naciones.
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