Enumerar todas las bendiciones que me vienen constantemente con la aplicación que hago de la Christian Science sería imposible. No puedo imaginar que pudiera yo estar sin esta Ciencia.
La primera prueba que yo tuve del poder de Dios para curar según lo revela la Christian Science fué mi alivio instantáneo de un agudo dolor causado por una quemadura intensa. Mi esposo me instaba a que fuera a ver a un doctor, pero yo ví ese problema como una oportunidad de fiarme sólo en la Ciencia. Yo no conocía a ningún practicista en la ciudad grande en que vivíamos entonces, pero una amiga tuvo la bondad de presentarme a uno. Momentos después de haber hablado con él cesó mi dolor y me sentí además muy enaltecida.
Más tarde, cuando nuestra hija tenía fiebre escarlatina, yo estaba con mucho temor; pero confiamos completamente en la Christian Science. Mi hija ensordeció totalmente durante la enfermedad y quedó parcialmente sorda semanas después. Aunque entonces ella tenía sólo seis años de edad, se rehusó tan resueltamente a lo que su padre recomendaba de ver a un doctor que él desistió. Eso dió fin a que siquiera se hablara de considerar lo que no fuera la Christian Science tratándose de sanar, en la familia. Consultamos a un practicista que trabajó pacientemente respecto a su sordera, de la que sanó gradualmente. Yo agradezco hondamente que mi esposo, sin ser estudiante de la Christian Science, permita los tratamientos metafísicos para toda la familia.
Para que nuestro hijo mayor se graduara en la escuela secundaria, se requería que sustentara un examen especial de matemáticas, por habérsele dificultado esa asignatura desde su primer año escolar. Se puso pues a trabajar fielmente por semanas según enseña la Ciencia, antes del examen, afirmando que el hombre es reflejo de la Mente. Y se regocijó sobremanera de haber salido aprobado en el examen con una calificación casí máxima entre las de toda la clase. Este mismo hijo nuestro curó a su perro de una sarna fungosa que se tiene por incurable, aplicando lo que sabía respecto a la perfección de la creación de Dios.
Nuestros dos hijos menores han sanado de catarro, influenza estomacal y de supuestos trastornos en general. En muchos casos han sido protegidos contra enfermedades contagiosas. El artículo titulado “Contagio” en Miscellaneous Writings (Escritos Diversos) por Mrs. Eddy, me sirvió de mucho para clarificar mi pensamiento sobre este asunto y así desvanecer mi temor.
Cuando le avisaron a mi esposo que iba a ser trasladado a Alaska, inmediatamente trabajamos en la Ciencia para reafirmarnos en que Dios siempre provee a Sus hijos cuanto necesitan. Y aunque se nos había advertido que debido a la escasez de habitaciones no podríamos encontrar un lugar en que vivir, después de cartearnos con una persona que vivía en Alaska, logró conseguirnos una casa. Nuestra familia pudo emprender toda junta el viaje tan largo por automóvil y por buque, y a nuestra llegada una noche después de caminar más de tres mil doscientos kilómetros, encontramos esperándonos una casa amueblada y bien calentada, y nuestros amigos desconocidos nos tenían preparada una cena deliciosa. Yo sé que toda esa bondad que nos mostraban nuestros nuevos amigos provenía del Amor divino.
Doy gracias a Dios por Cristo Jesús, nuestro Ejemplificador del camino. Sus enseñanzas, curaciones y palabras compasivas viven y surten su efecto hoy en nuestro bien, probándonos la siempre presencia del Amor. Me fallan las palabras al expresar mi gratitud por la instrucción facultativa que he recibido y por nuestros practicistas, conferenciantes y obreros de nuestras iglesias.
Las publicaciones periódicas de la Christian Science, incluso The Christian Science Monitor, nos traen bendiciones continuamente. Poco entendía yo de la Biblia hasta que leí Ciencia y Salud por Mrs. Eddy. Mi oración es que sea yo receptiva a la inspiración diaria que imparten estos dos libros, pues ellos contienen nuestra guía para vivir y dar gozosamente.— Auke Bay, Alaska.
