Enumerar todas las bendiciones que me vienen constantemente con la aplicación que hago de la Christian Science sería imposible. No puedo imaginar que pudiera yo estar sin esta Ciencia.
La primera prueba que yo tuve del poder de Dios para curar según lo revela la Christian Science fué mi alivio instantáneo de un agudo dolor causado por una quemadura intensa. Mi esposo me instaba a que fuera a ver a un doctor, pero yo ví ese problema como una oportunidad de fiarme sólo en la Ciencia. Yo no conocía a ningún practicista en la ciudad grande en que vivíamos entonces, pero una amiga tuvo la bondad de presentarme a uno. Momentos después de haber hablado con él cesó mi dolor y me sentí además muy enaltecida.
Más tarde, cuando nuestra hija tenía fiebre escarlatina, yo estaba con mucho temor; pero confiamos completamente en la Christian Science. Mi hija ensordeció totalmente durante la enfermedad y quedó parcialmente sorda semanas después. Aunque entonces ella tenía sólo seis años de edad, se rehusó tan resueltamente a lo que su padre recomendaba de ver a un doctor que él desistió. Eso dió fin a que siquiera se hablara de considerar lo que no fuera la Christian Science tratándose de sanar, en la familia. Consultamos a un practicista que trabajó pacientemente respecto a su sordera, de la que sanó gradualmente. Yo agradezco hondamente que mi esposo, sin ser estudiante de la Christian Science, permita los tratamientos metafísicos para toda la familia.
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