Estoy de veras sumamente agradecida por cuanto de bueno se va desarrollando en la experiencia mía con mi estudio de la Christian Science y su aplicación en mi vida diaria.
Me interesé en esta Ciencia oyendo una conversación entre dos vecinas mías una de ellas Científica Cristiana, contándole a la otra cómo un pariente suyo había sanado de tuberculosis en su etapa final. Yo sentí un impulso irresistible de saber más acerca de tan admirable religión que cura sobre la misma base en que se fundaba Jesús para curar. Más tarde supe del libro de texto de la Christian Science, Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, e inmediatamente lo compré y comencé a estudiarlo. Viví con él hora tras hora, llevándolo conmigo al desempeñar mis quehaceres caseros y leyéndolo hasta las altas horas de la noche. Meditaba cada una de sus declaraciones. Un admirable mundo nuevo amanecía para mí, ¡y qué feliz estaba aprendiendo de un Dios que es Amor y que nunca aflige a Sus hijos!
Me hallaba entonces al cuidado de un médico preparándome para someterme a una operación quirúrgica. También sufría una angustia mental causada por el estado en que se hallaba nuestra hijita atacada de parálisis infantil a la edad de un año. Después de ser objeto de muchos tratamientos médicos que le aplicaron especialistas tanto de enfermedades nerviosas como de métodos ortopédicos, se nos había informado que ya no podían hacer más por ella y que probablemente nunca podría andar. Solicitamos la ayuda para ella de un practicista de la Christian Science que luego la atendió bondadosamente. La niña comenzó a mejorar casi desde luego. Crecía palpablemente y pronto pudimos quitarle el pesado tirante en que la teníamos para reforzarle la pierna. Algo después pudo dar sus primeros pasos y pronto empezó a vivir una vida normal, patinando, nadando y bailando.
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