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El hogar está omnipresente

Del número de enero de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un hogar — seguro, perfecto, en armonía — está a la disposición de todos ahora mismo. Cuando busquemos casa, hay que hallarla primero en el reino espiritualmente mental. Dejando a un lado toda idea preconcebida de cómo ha de ser la estructura material en sí, su forma y tamaño, debemos primero volvernos a Dios incondicionalmente y sin reservas. Podemos comenzar por comprender que Dios es el divino Padre-Madre infinito, el Espíritu omnipresente, el Dador de todo lo bueno. Como hijo espiritual perfecto de este Dios perennemente amoroso, el hombre es el recipiente de toda Su bondad y munificencia. Luego nunca está sin hogar el hombre, por hallarse siempre dentro de la omnipresencia de Dios que es Todo.

Amorosamente nos muestra la Christian Science que cuando estamos realmente al tanto de que el hombre está inamoviblemente a una o unido con Dios, el Amor divino, ya estamos en nuestro hogar verdadero. Porque cuando estamos realmente conscientes de nuestra unión con Dios irradiamos y manifestamos las cualidades de la comprensión espiritual, paz, santidad, armonía, pureza, fuerza y gozo. Esos son los firmes cimientos de nuestra casa. Contra ellos las creencias materiales de la obstrucción, falta, o inadecuacia baten en vano.

En su admirable Sermón de la Montaña Cristo Jesús enumeró varios preceptos esencialmente fundamentales de la vida y la recompensa que cosechan los que los practican. Con ternura declaró bienaventurados a los pacificadores, a los puros, a los mansos, a los misericordiosos, a los que tuvieran hambre de justicia o rectitud que satisface. ¡Qué vivificantes cualidades para prepararse uno de veras para formar un hogar! Y luego, dando fin a su poderoso discurso, promete para siempre (Mateo 7:24): “Por tanto todo aquel que oye estas palabras mías, y las hace, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Y cayó la lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa, y no cayó; porque estaba fundada sobre la roca.” Edificar sobre la roca inmovible de la comprensión espiritual es la mejor seguridad para nuestro hogar — unos cimientos verdaderamente seguros contra las mesméricas sugestiones de que no hay suficientes casas, o que tienen comodidades inadecuadas, o que lo que tenemos depositado en el banco parece insuficiente, tanto, que comprar casa nueva parece imposible.

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