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Muchas veces he derivado provecho de la...

Del número de enero de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchas veces he derivado provecho de la lectura de los testimonios de curaciones publicados en nuestras revistas religiosas. Así es cómo me ha venido el deseo de expresar mi gratitud por este mismo medio por las muchas curaciones que hemos tenido mi familia y yo mediante el estudio y la aplicación de la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”..

Vino esta Ciencia a mi atención por primera vez después de haberle dicho a mi esposo un eminente médico de uno de los más grandes hospitales del oriente norteamericano que ya no me llevara allí otra vez para que recibiera más tratamientos en vista de que la ciencia médica ya había agotado todos sus recursos procurando curarme, y que era mera cuestión de tiempo para que yo pasara al más allá. Hacía unos doce años que me llevaban allí periódicamente para que recibiera tratamientos de lo que llamaban una complicación de enfermedades.

En la mañana de un domingo nuestra hija de catorce años de edad fué en compañía de una vecina a una Escuela Dominical de la Christian Science. A su regreso, mi hija me entregó regocijadamente un ejemplar del libro de texto, Ciencia y Salud, por Mary Baker Eddy, exclamando: “Mami, este libro te va a curar si lo lees.” Yo tomé el libro y lo coloqué en una mesa, pensando: ¿Cómo puede curarme un libro cuando todos aquellos doctores no pudieron?

Pocos días después uno de nuestros dos hijos se cortó un dedo hasta el hueso. Yo traté repetidas veces de ponerme en contacto con el médico que entonces nos atendía, pero no lo logré. Finalmente telefoneé a mi esposo suplicándole fuera a casa inmediatamente, pues el daño parecía muy grave. Ambos hijos nuestros lloraban lastimeramente, y en mi urgente necesidad tomé el libro de texto y les dije que si dejaban de llorar se los leería y que les traería la curación.

Comencé a leer el capítulo titulado “La práctica de la Christian Science” y me interesó tanto que ni cuenta me di de que los niños habías cesado de llorar. Al llegar mi esposo y ver el dedo del niño me dijo: “Yo creía que me dijiste que se podía ver el hueso. Es solo una cortada superficial.” Los niños exclamaron que el libro había efectuado la curación. En seguida salieron a jugar olvidando todo ese incidente.

Se había iniciado una vida nueva en nuestro hogar. Después de haber yo visto lo que la lectura del libro había hecho, me puse a estudiarlo casi incesantemente. En unas dos semanas quedé librada yo de la complicación de enfermedades y comencé a ocuparme de los quehaceres domésticos. A diario visitaba a nuestra vecina que, supe luego, era una practicista de la Christian Science. Ella me hablaba muy amorosamente y me prestaba los números del diario The Christian Science Monitor. No tardé en comenzar a concurrir a los servicios de una Iglesia Científica de Cristo. Poco después mi esposo también empezó a ir, y nuestros niños se hicieron alumnos de la Escuela Dominical.

Un miércoles, en la reunión vespertina de testimonios uno de los que hablaron dijo: “Utilicé mi inteligencia para aplicar la verdad según se nos enseña en la Christian Science, y sané.” A la sazón sufría yo mucho de los efectos de un daño que venía sintiendo desde hacía mucho en el espinazo. Eso me hacía usar unos tirantes osteopáticos que me impedían sentarme derecha. Se me ocurrió que también yo podía utilizar mi inteligencia curándome así de mi dolor. En ese momento sentí y oí un chasquido en mi espinazo — había sanado instantáneamente. Esto sucedió hace más de veinticinco años, y la curación ha sido permanente.

Yo estoy hondamente agradecida por estas y muchas otras curaciones incluso la de una arteria perforada y la del pesar causado por haber perdido a un allegado querido, por contar con fondos de subsistencia adecuados y por haber encontrado un hogar; pero más agradezco el esclarecimiento espiritual que he logrado ganar.

Al dar las gracias a Dios por ser miembro de La Iglesia Madre y de una de sus filiales, así como por haber recibido instrucción facultativa de esta Ciencia, no puedo menos que incluir en mi gratitud a la que me envió ese libro de texto tan inestimable, y que tan amablemente me ha ayudado ella todos estos muchos años. Las palabras son inadecuadas para significar mi aprecio por Cristo Jesús, nuestro Ejemplificador del camino, y por nuestra Guía, Mrs. Eddy, que tan desinteresadamente legó su descubrimiento al mundo.—

Yo soy la hija a que se refiere el testimonio que antecede, y doy las gracias porque nuestros hijos asisten a la Escuela Dominical de la Christian Science. Nuestro conocimiento de la Verdad hizo que saliera con bien mi esposo de la segunda guerra mundial y nos ha suministrado una casa y provisión. Por todo lo que de bueno hemos recibido y seguimos recibiendo constantemente, yo me siento más agradecida de lo que las palabras pueden expresar.—

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