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“Que yo os haré descansar”

Del número de enero de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estas palabras consoladoras del Maestro traen paz a la humanidad fatigada (Mateo 11:28): “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar.” Han transcurrido casi dos mil años desde que Cristo Jesús profirió esa divina invitación, y sin embargo es hoy tan válida, y la promesa y consuelo tan eficaz como entonces. Hiende las supuestas barreras del tiempo y del espacio llevando la promesa siempre nueva de esperanza, gozo y descanso a los agobiados de todos los siglos.

Cristo Jesús sabía que Dios es Mente infinita, el Ser único y omnipotente, el infinito Espíritu, Vida, Verdad y Amor. El comprendía que el hombre creado por Dios era y es el reflejo de esa Mente inagotable, de esa Verdad infatigable; que expresa Amor siempre radiante, substancia inalterable, el bien inacabable y la Vida eterna. Esta comprensión del hombre en su verdadero ser habilitaba a Jesús para curar instantáneamente a los enfermos, purificar a los pecadores y resucitar a los muertos. El Maestro sabía que este reconocimiento de la realidad traería descanso perfecto y duradero al que buscara honradamente la Verdad.

Las enseñanzas de la Christian Science muestran cómo cada uno puede obtener la comprensión verdadera de Dios y Su idea, el hombre. Siendo la imagen y semejanza Suya, Dios sostiene al hombre en toda ocasión y bajo todas las circunstancias en un estado de consciencia espiritual perfecto. Nunca cansado ni agotado sino que, como idea de la Mente, inexhaustible, siempre reposado, alerta, activo e infatigable. Ninguna de las hipotéticas leyes o condiciones de la materia puede afectar la vida del hombre verdadero. El entiende que lo que de bueno se logra realizar no es resultado de esfuerzos materialmente manuales o corporales, sino que se debe únicamente a que refleja en cierto grado la Vida infinita, la inteligencia, la Mente divina. Esta actividad no da lugar a falsas penalidades como la fatiga o el agotamiento, sino sólo a la rica recompensa del éxito y la armonía.

Hace algunos años que se hizo necesario que el que esto escribe emprendiera un trabajo de extensas investigaciones tecnológicas en su ramo profesional. En ese trabajo se hacía imposible dormir más de un promedio de tres a cuatro horas cada noche. Al hallarse muy preocupado a ese respecto temeroso de las supuestas leyes materiales relativas a la falta de reposo adecuado que se le atribuye al sueño, se puso a estudiar la Biblia y los escritos de Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Christian Science. En este estudio encontró inmediato aliento e inspiración; y cuando se detuvo a meditar en la gloriosa declaración del Maestro mencionada al principio de este artículo, una rebosante sensación de paz inundó su ser formando su estado de consciencia. El vió que, sin atender a lo que se cree que trae reposo, el Cristo sigue llamando: “Venid a mí ... que yo os haré descansar.”

Entonces el que esto narra percibió que ese problema suyo ocasionado aparentemente por lo que él desempeñaba como legítimo deber suyo, no podría afectarlo adversamente mientras obedeciera el llamado celestial de acercarse al Cristo. Así inspirado y enaltecido, se volvió luego a “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mrs. Eddy, y leyó (pág. 385): “La demanda espiritual, reprimiendo la material, provee energía y fortaleza que superan a todo otro auxilio y contrarrestan el castigo que nuestras creencias nos infligirían de otro modo por nuestros mejores actos.” Con regocijo se percató entonces de que una supuesta ley material no podía condenarlo a sufrir pena porque su identidad verdadera es espiritual, sujeta únicamente a la ley divina del Amor.

A efecto de demostrar esta verdad, él se dió cuenta de que había que destruir todo pensamiento que pretendiera que él tenía una entidad aparte, de por sí, con inteligencia propia o que él estaba constituido de por sí y se gobernaba y se perpetuaba a sí mismo, teniendo su propia importancia. Comprendió que era sólo una sensación exagerada de sí mismo lo que sembraría semillas de agotamiento, temor o duda. Vislumbró que, como idea espiritual perfecta, su fuente de energía es infinita, inagotable, siempre asequible sin depender de ningún elemento o condición material.

Revestido con esta comprensión alentadora de la verdad de su ser, prosiguió en su tarea y logró salir con éxito terminando el trabajo que abarcó un lapso de varios años. Al contrario de lo que se tiene como leyes materiales, todo quedó acabado con una facilidad, vigilancia y energía mantenidas a un nivel elevado; su eficacia creció y el cansancio llegó a ser la excepción en vez de la regla general. Esto le probó de nuevo lo que dice Mrs. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 385): “Todo lo que sea de vuestro deber, lo podéis hacer sin perjuicio para vosotros mismos.”

El hombre perfecto no está sujeto a hipotéticas leyes materiales de ninguna clase. Demostrando la verdad de que uno es el reflejo de la divina Mente infinita encuentra uno que no puede trabajar con exceso ni perturbarse ni estar sujeto a ninguna acción excesiva, depresiva ni patológica. De igual manera el insomnio, o sea la creencia de que uno no puede dormir reposada y normalmente, se prueba que es mentira, una mera sugestión mesmérica, un concepto erróneo que desaparece.

Es sólo la creencia de la mente mortal, o una ley falsa, tratando de decretar que uno no puede calmarse, librarse de tensión y lograr dormir reposada y normalmente. También suele sugerir el error que lo que causa insomnio es el hecho de que uno tiene sus preocupaciones, sus grandes responsabilidades no sólo por lo que a él mismo atañe sino también por lo que hace a la seguridad, el cuidado y la felicidad de sus amados; que de su buen juicio depende el éxito o el fracaso de la empresa o negocio que se le encomienda o atiende; o que él es nervioso o de salud quebrantada. En la Christian Science aprendemos que el sinnúmero de todas esas sugestiones u otras semejantes son totalmente falsas porque todas se fundan en la creencia de que el hombre vive en una estructura corporal o material y que existe otro poder que es igual o superior a Dios.

Una estudiante de la Christian Science contrajo esa creencia del insomnio por haberse prestado a la ansiedad y tensión de ánimo. Después de haber orado esforzándose por librarse de eso por cierto tiempo sin lograrlo sino que el problema persistía y hasta parecía empeorar, sintió el impulso de estudiar la promesa que hace Cristo Jesús en el versículo ya mencionado. Cuando leyó tan reconfortantes palabras que concluyen con “os haré descansar,” su mente se llenó de amor. Y ella empezó a dar gracias a Dios por Cristo Jesús, el Ejemplificador del camino, y por la Biblia; por la Christian Science y por su Descubridora y Fundadora, y por las muchas bendiciones que había recibido. Impregnado así su corazón de gratitud, recordó que el Amor la había ayudado en lo pasado, guiándola y protegiéndola al pasar por las pruebas a que la sometían sus problemas. Entonces cesaron su impresión de temor, su ansiedad, su tensión y se encontró completamente sana.

Más gratitud de nuestra parte, y más amor, y una comprensión de la unión perfecta del hombre con la Mente única disipará toda falsa sensación de uno mismo, todo argumento de pecado o enfermedad. Demostrando nuestra comprensión de la Verdad y haciendo bien a todos, nos sentimos refrescados y disfrutamos de un reposo de lo más dulce. Hallamos que los conceptos trilladamente vulgares quedan reemplazados por la substancia inalterable del Amor. Percibimos al hombre nuevo, el hombre que Dios ha creado — espiritual, perfecto, sano e infatigable; logramos paz, nos sentimos libres, disfrutamos armonía, contentamiento, y una serenidad de pensamiento que reposa tranquilamente en Dios. Como lo expresa nuestra amada Guía en su Message to The Mother Church for 1902 (Mensaje a La Iglesia Madre del Año de 1902, pág. 19): “Al cargado y fatigado, Jesús dijo: ‘Venid a mí.’ ¡Oh gloriosa esperanza! por tanto, queda aún un reposo para el recto, un reposo en Cristo, una paz en el Amor.”


Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí; porque soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.— Mateo 11:29.

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