En el libro Twelve Years with Mary Baker Eddy (Doce Años con Mary Baker Eddy) se relata un incidente que ha de interesar especialmente a los miembros de las iglesias filiales Científicas de Cristo. Nos dice el autor, Irving C. Tomlinson, que cuando se organizó una iglesia filial en la ciudad en que residía entonces Mrs. Eddy, varios estudiantes de la Christian Science experimentados, él entre ellos, prepararon los estatutos de la nueva iglesia. Estos especificaban que casi todos los asuntos o negocios de la iglesia estarían a cargo de una junta de vocales, dejando así a los miembros de la iglesia poca voz o voto en el gobierno de la iglesia.
Cuando le presentaron esos estatutos a Mrs. Eddy, para que los aprobara, ella se los devolvió por haberlos encontrado inadecuados, indicando que eran copia de los Estatutos de La Iglesia Madre y que la forma de gobierno de La Iglesia Madre no podía tomarse como modelo para el de las filiales. Sigue diciendo el relato: “Se prepararon nuevos estatutos colocando los asuntos o negocios de la iglesia en manos de los miembros, que eran los que habían de elegir los vocales y decidir todas las cuestiones de importancia para la iglesia filial. Los vocales se encargarían de los asuntos de la iglesia hasta la próxima sesión de negocios de la iglesia, pero conforme lo deseaba Mrs. Eddy, la iglesia tenía que ser una institución democrática.” Se hace constar que Mrs. Eddy aprobó esos estatutos.
Mrs. Eddy indica en el Manual de La Iglesia Madre que el gobierno de cada iglesia filial debe ser democrático, y en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea, pág. 246, 247) dice ella: “La Carta Magna de la Christian Science significa mucho, multum in parvo,— todos en uno y uno en todos. Aboga por los derechos universales e inalienables de los hombres. Siendo esencialmente democrática, su gobierno se administra con el consentimiento común de los gobernados en el cual y por el cual el hombre gobernado por su creador se gobierna de por sí.”
Los vocales o directores de una filial no procuran imponer un régimen autocrático a sus comiembros de la iglesia. Aunque es de rigor que atiendan a los asuntos de la iglesia y lleguen a las decisiones que se requieran, tratándose de cuestiones importantes las someten a la consideración de los miembros en las sesiones de negocios a fin de que ellos las deliberen y voten lo que haya de decidirse.
Una convocatoria a sesión de negocios regular o especial puede dirigirse a los miembros en las palabras escriturales (Isaías 1:18): “¡Venid pues, y arguyamos juntos!” En tal sesión, el miembro individual de la iglesia se siente libre para hablar edificativamente respecto al asunto a discusión votando luego conforme a su honrada convicción. No siempre puede que sea la decisión que se adopte por mayoría de votos la mejor o la más sabia. Pero la minoría de los votantes en tal caso, aunque aceptando de buen grado el resultado de la votación, puede siempre reconocer que el Principio divino que es Amor, en el que se funda la verdadera Iglesia, siempre está presente en los asuntos de la filial para producir el reajuste que se necesite para armonizar la cuestión de que se trate.
Si todos los asuntos de una filial quedaran a la decisión de la junta directiva dejando poca parte en eso a los miembros, el gobierno de esa iglesia puede que resulte en una falsa sensación de armonía, una especie de “¡paz! ¡paz! cuando no hay paz” (Jeremías 6:14). En cierta iglesia filial en la que los asuntos de ella no los deliberaban usualmente los miembros, que votaban casi sólo en las sesiones para elegir nuevos dignatarios, ocurrió gradualmente un cambio. El gobierno de la iglesia comenzó a regirse más de cerca a los principios fundamentales de la democracia. Cuando se halló preciso reparar y reforzar unas ventanas de la iglesia y que eso implicaba un gasto algo pesado para la pequeña congregación, el secretario convocó a sesión a fin de que los miembros determinaran lo que había de hacerse al respecto. Inmediatamente votaron los miembros unánimemente se llevaran a cabo las reparaciones sin dilación y pronto comenzaron a enviar contribuciones con liberalidad. Se emprendió y prosiguió el trabajo en plena armonía y quedó bien hecho. Además, e inesperadamente, casi suficientes fondos para cubrir ese gasto quedaron a disposición de la iglesia mediante dos pólizas de seguro en las que se estipulaba suministrarlos para las reparaciones antedichas. Este incidente muestra que la conducta ordenadamente democrática en el gobierno de la iglesia contribuye a la armonía y cooperación de los miembros.
El orden democrático en que se llevan los asuntos de la iglesia mediante las sesiones de negocios en que todos los miembros toman parte constituye un buen campo de ensaye en el que los miembros ponen a prueba su comprensión de la Christian Science. Si alguna vez alguno de ellos se ve tentado a albergar resentimiento, envidia, intolerancia, farisaica tendencia a distinguirse o a juzgar, maldad o una sensación de injusticia, debe reflexionar que semejantes errores son incompatibles con la religión que profesa, esforzándose por vencerlos probando que son falsos mediante su demostración de su verdadera identidad espiritual que, siendo la imagen de Dios, es invariablemente amorosa, armoniosa, pura y perfecta.
El estudiante espiritualmente ilustrado reconoce que las divisiones y disensiones entre los miembros de la iglesia las engendra el magnetismo animal o sea el ante-Cristo, por lo cual está alerta guardando su pensamiento de no incurrir en ese mal tratándose de los asuntos de la iglesia o de los miembros. Se esfuerza por mantener siempre el concepto correcto del hombre como la idea perfecta de la Mente y el que de la Iglesia nos da Mrs. Eddy en su definición de esa palabra en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 583): “La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino o procede de él.”
Todavía es oportuna la admonición de Pablo a los cristianos en Efeso (4: 1–3): “Yo pues os ruego, preso como soy en el Señor, que andéis como es digno de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor fraternal; esforzándoos [por] guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.” Preparándose cierta estudiante para concurrir a una sesión de negocios en la filial a que pertenece, se halló esperando que uno de los miembros que ella juzgaba algo amante de dominar no saliera electo para ocupar cierto puesto en la iglesia. Inmediatamente le advino esta declaración de “Una Regla para Móviles y Actos” del Manual de La Iglesia Madre (Art. VIII, Sección 1): “Ni la animadversión ni mero afecto personal debe impulsar los móviles y actos de los miembros de La Iglesia Madre.” La estudiante vió claro que ella debía imponer silencio a la sugestión de una personalidad falsa a fin de votar en favor de los miembros mejor habilitados para llenar los puestos de dignatarios de que se trate.
La presencia de animosidad en el pensamiento de uno puede descubrirse más fácilmente que la de “mero afecto personal,” pero en la amonestación antedicha ambas se clasifican juntamente como no deseables. Cuando se trate de decidir por quién votar en una sesión de negocios de la iglesia en que haya elecciones, la cuestión no debe ser quién me gusta más personalmente, sino si aquel por quien votemos sea un sincero estudiante consagrado de la Christian Science, que concurra con regularidad a los servicios de la iglesia y si demuestra en su vida diaria las verdades de esta religión. Los obreros que tengan estas cualidades pueden contribuir mucho al gobierno eficaz y en armonía de la iglesia filial.
Cuando el estudiante de la Christian Science toma parte activa amorosa y concienzudamente en el gobierno democrático de la iglesia a que pertenece, ayuda a desempeñar la función de la filial a que se refiere la segunda parte de la definición de la palabra “Iglesia” que da nuestra Guía, a saber: “La Iglesia es aquella institución que da prueba de su utilidad y se halla elevando la raza humana, despertando el entendimiento dormido de sus creencias materiales a la comprensión de las ideas espirituales y la demostración de la Ciencia divina, así echando fuera los demonios, o el error, y sanando a los enfermos.”