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Leemos en nuestro libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras”...

Del número de abril de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Leemos en nuestro libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy (pág. 13): “El Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus dádivas. Es la fuente abierta que exclama: ‘¡Todos los sedientos, venid a las aguas!’ ” ¡Cuánto agradezco comprender que nadie queda excluido del amparo del Amor!

Me llamaron a que fuera a ver a mi hermana que estaba enferma del corazón. Los miembros de su familia, que no eran Científicos Cristianos, decían que ellos creían que su fin estaba muy cerca. Al empacar mi maleta para tomar el tren cogí entre otras cosas un número de The Christian Science Journal y mi vista cayó en estas palabras de un artículo: “¿Quién eres, y qué eres?” Yo respondí: “Soy una Científica Cristiana, y voy a obrar como tal.” Viajé toda la mañana para llegar a la casa de mi hermana. Con el estudio constante a que me dí, comprendé cada vez más palpablemente la realidad del Espíritu y la irrealidad de la materia, reemplazando con esa comprensión espiritual los pensamientos mortales. No dí yo tratamiento a mi hermana; lo que hice fué disipar todos los pensamientos erróneos en mi propio estado de consciencia.

Cuando llegué a mi destino y entré en la casa dando un saludo habitual en nuestra familia, mi hermana lo contestó con fuerte voz, entrando luego en el cuarto vestida y con buen semblante. Me dijo que durante la mañana se había sentido tan bien, que decidió levantarse y vestirse para que yo no la encontrara en cama. Estuve con ella una semana, saliendo diario y pasando los días gozosamente. Y ella siguió en buena salud.

Más tarde, mi hija mayor que vivía en una ciudad lejana, mostraba síntomas de una enfermedad grave. Sus jefes para quienes trabaja y algunos de la familia insistieron en una examen físico, y el doctor decía que ella tenía cáncer en el estómago. Ella quería atenerse a la Christian Science y yo le dije que estudiara los libros de texto, la Biblia y Ciencia y Salud, indicándole que podía esperar sanar. Sólo una madre puede entender qué pensamientos tenía que purificar en mi propio estar consciente. Pronto comenzaron a desvanecérseme las sugestiones de temor de la mente mortal, recibiendo yo en cambio las ideas verdaderas del Espíritu, buenas y hermosas.

Su recuperación comenzó desde luego, y no tardó en quedar enteramente libre de la enfermedad. Esto ocurrió hace más de seis años. Ella ha venido trabajando diario y se encuentra sana y feliz. Toda la familia ha sido beneficiada por esta experiencia y mi hija más joven me alentaba constantemente en mi trabajo metafísico. Yo he disfrutado el privilegio y el regocijo de recibir instrucción facultativa de una maestra formal y consagrada. Muchas han sido mis bendiciones desde que comencé a emprender mi viaje hacia el Espíritu según la Christian Science.—

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