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La Vida eterna

Del número de abril de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cristo Jesus hizo más que declarar que la vida del hombre es eterna; él vivió esa verdad. El exhibió la vida real tanto en su esencia como en su indestructibilidad. He ahí un concepto nuevo y espiritual del hombre para que lo contemplen los hombres. Es un concepto infinitamente distinto del falso sentido mortal del hombre, que lo presenta morando en la carne frágil, acosado por el pecado y la falta de armonía, limitado por la ley material y obscurecido por el temor de la muerte. Juan describe este testigo de la inmortalidad cuando dice: “Lo que era desde el principio” (I Juan 1:1). Dice además: “La Vida fué manifestada, y nosotros la hemos visto, y damos testimonio, y os anunciamos la Vida, aquella Vida eterna, que estaba con el Padre, y fué manifestada a nosotros.”

La Christian Science revela la verdad respecto a Dios perfecto y el hombre perfecto. Mediante esta Ciencia encontramos que el hombre creado por Dios es “desde el principio,” que es espiritual, que coexiste con su Hacedor y refleja la única Vida, que es Dios. Por el ejemplo que Jesús nos ha dado se ha vuelto evidente en la tierra el hombre perfecto que refleja el poder y el dominio del Espíritu. Esta resplandeciente presentación de la vida real brilló entre los hombres como meteoro en su rauda iluminación de la noche. Mas no tan rauda que no revelara todo lo necesario para la demostración de la eternidad. Hoy la Christian Science interpreta el significado de esa revelación y muestra que lo imperecedero de las cualidades cristianas del pensamiento que el Maestro incorporaba era lo que lo hacía imperecedero. Así nos ejemplificaba el hecho de que uno no gana la vida eterna muriendo, sino probando que es suya, viviéndola aquí y ahora. No es la vida en la materia, por más que se prolongue, sino la pureza y la potencia espirituales lo que definen la inmortalidad.

La Christian Science ha venido a poner en claro que el hombre real existe, no en el tiempo ni en la materia, sino en la eternidad. La substancia de que se compone su identidad es la justicia y el amor, la veracidad, la salud y la actividad de la inteligencia que él despliega como la expresión del Espíritu. Este es el hombre que el Maestro definió con la vida que él vivió. Nos dice Mary Baker Eddy en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea, pág. 273): “La verdad de la vida, o vida en la verdad, es un conocimiento científico que es portentoso; y se gana únicamente con la comprensión espiritual de la Vida como Dios, el bien siempre presente, y por tanto vida eterna.” Todos pueden desarrollar su consciencia del bien y mejorar su expresión; y haciéndolo así obtendrán un sentido de que la vida es indestructible, una fuerza de la vida que no se arredra ante la amenaza de la muerte.

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