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La Christian Science vino a nuestra familia...

Del número de abril de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Christian Science vino a nuestra familia en la década de 1880. Mi padre vivió por cierto tiempo en Boston, Massachusetts, antes de casarse, y en varias ocasiones oyó predicar a Mary Baker Eddy en el Chickering Hall. También presenció curaciones logradas con tratamiento de la Christian Science. Nada más natural pues que hubiera enviado un ejemplar del libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mrs. Eddy, a dos miembros de la familia en el occidente central que padecían de cáncer, pronunciado incurable por la facultad médica. Ambos sanaron leyendo el libro de texto, viniendo a ser así los primeros Científicos Cristianos en su comunidad.

Durante mis años escolares yo experimenté varias curaciones. Por ser hurañamente ensimismado no había tomado parte en los debates de la escuela. Por entonces comencé a pensar seriamente en ser miembro de La Iglesia Madre y de una filial. Me dijeron que ser miembro implicaba estar dispuesto a aceptar mayores responsabilidades y habérselas varonil y gozosamente con toda provocación de la mente mortal. Mi creencia en que era cohibidamente ensimismado se desvaneció y pude tomar parte en los debates libre y regocijadamente. Poco despues agradecí ser aceptado como miembro de La Iglesia Madre y de una de sus filiales. Mientras duré en el colegio logré eliminar todo apuro de los exámenes y conté con recursos pecuniarios para todas mis necesidades incesantemente. En una ocasión una complicación de enfermedades me hizo verme muy cerca del último enemigo, dejándome incapacitado para andar por algún tiempo. Con la amable ayuda de un practicista sané por completo, reanudando entonces mis estudios como siempre lo había hecho antes.

Después de haber cursado la instrucción facultativa de la Christian Science todos mis asuntos comenzaron a mejorar de fijo, continuando hasta la fecha ese desenvolvimiento del bien. Los problemas de mis negocios han quedado resueltos, he sido protegido en muchas ocasiones y he sanado de innumerables casos de discordancia física. Muchas de esas curaciones fueron instantáneas, pero una que significa mucho para mí requirió gran esfuerzo persistente. Hace varios años, hallándome trabajando en casa, perdí el control de una herramienta poderosa que manejaba y me azotó con toda violencia en la parte inferior del abdomen. Yo declaré la verdad, pero de prisa y hasta impacientemente, y seguí trabajando.

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