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Cenizas o belleza

Del número de diciembre de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Si se ha tenido un pasado desdichado o desagradable, hay tres cosas que se pueden hacer. Podemos arrastrarlo con nosotros y así hacer también el presente y el futuro desdichados y desagradables. O bien podemos tratar de quemarlo mentalmente, por así decirlo, pero esto dejaría un montón de cenizas en lo recóndito de nuestro pensamiento. Lo mejor de todo es poner algo nuevo y hermoso en su lugar.

La Sra. Eddy escribe: “Todo lo que es bello y bueno en vuestra consciencia individual es permanente. Aquello que no lo es, es ilusorio y efímero”.La Unidad del Bien, pág. 8. No hay nada abstracto o etéreo acerca de la belleza y bondad espirituales. Son la esencia de la verdadera sustancia y, por tanto, de la verdadera consciencia. La consciencia individual es un reflejo de la Mente divina única, o Dios. No es una mente mortal separada que incluye lo malo y desagradable, paralelamente con lo hermoso y bueno.

La Mente, o Vida, que es Dios, no origina ni registra nada malo o desagradable. Tampoco la consciencia individual que refleja esta Mente, conoce estos estados. Y como el reloj de sol que registra cada instante de la luz solar y ninguna oscuridad, también nosotros podemos empezar a hacer nuestro propio registro individual de luz. ¿Estamos dispuestos a dejar que el pasado se esfume y mirar con plena confianza cada día como portador de belleza y bondad espirituales? Viviendo debidamente, cada día nos revela algo más de la Vida y la Mente. El día de hoy trae nueva vitalidad y belleza, no para compensar por el ayer, sino simplemente por ser el día de hoy.

¿Y qué decir acerca de las experiencias pasadas y desagradables que tratan de acosarnos? Podemos rechazar tales memorias del pasado. Todos los malos recuerdos se centran alrededor de un concepto de vida basado en la materia, definiéndonos a nosotros y a los demás como mortales. Cuando corregimos este concepto, empezamos a reemplazar impresiones negativas con las realidades nuevas y hermosas que proceden de Dios. Cuando nos damos cuenta de la infinitud del bien, demostramos más la totalidad de la presencia y del poder del bien. Elevando nuestra consciencia sobre una base más espiritual, evitamos experiencias desagradables en el futuro.

La Biblia nos hace esta promesa: “Me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel... a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado”. Isa. 61:1, 3.

Esta promesa aún se mantiene viva para cada uno de nosotros. Cuando se nos presente un pensamiento de tristeza, el Cristo, o Consolador, está aquí con pensamientos hermosos, elevados y plenos de gozo. Cuando se presenta un pensamiento que aprisiona, el Consolador está allí con un pensamiento liberador que rompe las ataduras y sana. Los pensamientos desagradables y negativos deben ceder para dar paso a los positivos y hermosos, porque éstos tienen poder divino. El entendimiento de que el mal no tiene poder en ninguna forma para empañar la Vida que es Espíritu y Mente, es tal vez la seguridad más alentadora de todas.

Las experiencias pasadas no tienen poder para aferrarse a nosotros ni influir en nuestro pensamiento cuando comprendemos que la Mente está gobernando toda consciencia ahora mismo. Los verdaderos pensamientos proceden únicamente de la Mente divina y reflejan todo su propósito. Por tanto, estos pensamientos gobiernan hoy nuestra experiencia según los aceptamos. Nada puede introducirse en nuestra consciencia sin nuestro consentimiento.

La Sra. Eddy misma, con el descubrimiento de la Ciencia Cristiana comenzó a encontrar — a veces a través de pruebas — la belleza en lugar de cenizas en su propia vida. En la época de su descubrimiento había pasado por varias experiencias tristes: pérdida de seres queridos, aflicciones y mala salud. Ella escribe: “Así fue cuando llegó el momento del enlace del corazón con una existencia más espiritual”. Continúa: “El ser era hermoso; su sustancia, causa y corrientes, eran Dios y Su idea. Había yo tocado el borde de la Ciencia Cristiana”.Retrospección e Introspección, pág. 23.

Si no se efectúa esta transformación de pensamiento, las desdichas pasadas y la sombra persistente de ellas pueden conducir a enfermedades físicas, mas la forma de corregirlas está siempre a nuestro alcance. Conozco el caso de una mujer que había enfermado y sufría de agudos dolores en la espalda y en las piernas. Se temía por su vida, y su hija se comunicó con una practicista de la Ciencia Cristiana para pedirle ayuda. Esto sucedió dos días antes de Navidad, y el tema de la Lección-Sermón En el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. de esa semana era “Cristo Jesús”. Incluía profecías bíblicas acerca de la venida del Consolador y la curación que trae. Éstas eran muy tranquilizadoras.

La paciente tenía la costumbre de guardar las desdichas y las amarguras, de modo que estas memorias tuvieron que ser conscientemente reemplazadas por un sentido presente de felicidad y dulzura. El tratamiento específico mediante la Ciencia Cristiana también incluyó el insistir en que la enfermedad no tiene ni forma ni curso, y que no podía ser transmitida de un mortal a otro por medio de la sugestión mesmérica. Una vez que la crisis inicial se superó, el progreso fue constante, y, al cabo de tres semanas, la paciente se había recuperado totalmente.

No hay frialdad ni indiferencia en la venida del Consolador a la consciencia individual, sino que despierta en nosotros un deseo sincero y positivo de compartir la salud y felicidad, la belleza y bondad. El pensamiento cristiano desea demostrar que tales cualidades están siempre al alcance de todos. La felicidad, la salud y armonía son naturales, perpetuas e indestructibles. Y el verdadero consuelo eleva el pensamiento humano a este reconocimiento. Entonces, la curación se efectúa tanto mental como físicamente.

Por tanto, debemos preguntarnos: ¿Acaso estamos continuamente reavivando el viejo rescoldo, aceptando la sugestión de que hubo cierta ocasión, lugar o persona mediante la cual el mal o lo desagradable pudo perturbar y oscurecer la identidad espiritual que en realidad somos? Es menester que permitamos que el Consolador reemplace todas esas sugestiones con las verdades hermosas, permanentes, indestructibles, demostrables que constituyen la consciencia verdadera.

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