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La fuente de nuestra paz

Del número de diciembre de 1982 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


Durante mi niñez y adolescencia la paz era sinónimo de esa seguridad de saber que mis padres estaban cerca de mí, atendiendo todo aspecto de mi vida. Más tarde, naturalemente, tuve que buscar seguridad en otra parte. La paz vino a significar trabajo satisfactorio, un lugar apropiado para vivir y compañía. Sin embargo, he llegado a comprender que todo lo que determina nuestra paz es más profundo que las circunstancias del momento.

Sentirse en paz es un derecho divino. Realmente, es más que un derecho, es el estado inalterable del ser del hombre. Como hijos de Dios estamos en paz, porque Dios, el Padre y Madre del hombre, está atendiendo cada necesidad de Su creación.

Pero es necesario algo más que simplemente declarar esta verdad. Tenemos que comprenderla, confiar en ella y sentirla profundamente. Debemos ir más allá de la complacencia con las actuales circunstancias. Tal vez tengamos un hogar que amamos, un trabajo satisfactorio, buenos amigos. Quizás nos hemos criado en un ambiente de amor. ¿Pero es nuestra paz el resultado de tales circunstancias, o tiene raíces más profundas, más seguras? Quienes luchan en circunstancias menos favorables ¿están privados de paz, estancados en el infortunio?

Estas preguntas son importantes y van, en realidad, hasta el corazón de las de enseñanzas de Cristo Jesús. Jesús dijo a sus discípulos y a todos nosotros: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”. Juan 14:27. Mas en otro momento dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada”. Mateo 10:34. Superficialmente, estas declaraciones parecen contradictorias; pero si consideramos profundamente la misión de Jesús, veremos que están en perfecta armonía.

La paz que el Maestro daba, y que el Cristo, la Verdad, por siempre otorga, no es “como el mundo la da”. No tiene relación con el pensamiento complaciente terrenal y materialista. La paz genuina es totalmente espiritual, porque su fuente es Dios, no las condiciones externas. La evidencia de Su cuidado — armonía en el hogar, en las relaciones y demás — son deseables y son un deseo justo. Pero es de mayor importancia lograr alguna comprensión de la verdad espiritual, aún no percibida por completo, que el hombre está eternamente en paz, a pesar de las circunstancias humanas, porque sólo Dios es la fuente y el protector del ser del hombre.

Jesús trajo una espada a un falso sentido de calma, indiferente a todo el gobierno de Dios y al concepto más elevado del ser del hombre a la manera del Cristo. El Mostrador del camino trajo una espada contra el egoísmo, la hipocresía, la indiferencia, el sensualismo, contra la manera de pensar que disminuiría la espiritualidad, hasta la crucificaría. También trajo una espada a la ignorancia bien intencionada, satisfecha con una vida en la carne, limitada, falta de progreso e indolente.

La Sra. Eddy escribe: “El falso placer será castigado, es castigado; no tiene derecho a estar en paz”.Escritos Misceláneos, pág. 209.

El vivir las enseñanzas de Jesús es la forma más segura de sumergirnos más allá de las aguas superficiales de la existencia mortal, y anclar nuestra vida en las profundidades del cuidado del Amor divino. En el Amor no hay incertidumbres, no hay contradicciones, solamente progreso constante y paz. Pero es necesario poner nuestros pensamientos y nuestra vida en armonía con la ley de Dios a fin de obtener esa paz, de sentir Su exclusiva presencia, Su guía segura.

Nuestro Modelo ha mostrado la forma de hacerlo. Es amar a Dios con todo nuestro ser, y amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos. Es encarnar la pureza y la inocencia como la de un niño. Es ser sabios, estar alerta contra las influencias sensuales mundanas que pretenden hacernos indiferentes a Dios, complacientes con la vida en la carne con sus engañosos placeres. Es reconocer que el Espíritu y no la materia, es nuestro Creador. La Biblia nos asegura: “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe”. Gál. 5:22.

Ciertamente, el camino hacia la paz dentro de nosotros, es el camino hacia la paz entre las razas y nacionalidades. La armonía sólo puede lograrse mediante la lealtad al único Dios, mediante una vida de acuerdo con el concepto más elevado acerca del único ser del hombre, como Su imagen. La creación de Dios, realmente no está compuesta de mortales necesitados, frustrados, en constante conflicto, sino de identidades espirituales en paz en el amor de Dios. Éste es el ideal que Jesús demostró a lo largo de su carrera. Es el ideal que podemos expresar cada vez más en nuestra vida.

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