Quédate quieto,
escucha.
¿Oyes una voz
que te llama?
“Quizá ”, pienses, “es mi imaginación”.
No, es la voz de Dios.
Escucha, no con tus oídos,
sino con tu mente.
¿Te estás portando mal,
y esta voz te dice no sigas?
¿O estás asustado o temeroso?
Entonces escúchalo a Él
, pues siempre te ayuda, paso a paso.
Tal vez estés en paz,
escuchando el incesante
torrente de pensamientos que vienen de Dios.
Quédate quieto. Escucha.
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