Un final puede muchas veces indicar un nuevo comienzo. Por ejemplo, aunque nos parezca que la estrella matutina desaparece al apuntar el día, sabemos que aún sigue brillando y que mañana será visible otra vez.
De manera parecida, si tememos que nuestro trabajo, nuestra vida, o nuestro mundo está llegando a su fin, tenemos que cambiar nuestro punto de vista. El temor desaparece cuando realmente aceptamos la verdad sobre la creación espiritual de Dios. Cuando mantenemos el pensamiento en línea con la perfección infinita de Dios, la Mente divina, encontramos el bien progresivamente desarrollándose, ahí mismo donde nos encontramos.
Hay muchos pasajes bíblicos que nos dan constancia del control constante que Dios ejerce sobre todo. Las Escrituras registran muchos ejemplos que muestran cómo, a medida que se percibía este control, nuevos comienzos reemplazaban lo que parecían ser desastres insuperables. Un ejemplo de esto es la aparición de Jesús después de la crucifixión, que mostró cómo su aparente fin culminó en un nuevo reconocimiento de la continuidad de su vida. El libro del Apocalipsis corrobora esto: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”. Apoc. 22:16. Puede decirse que la estrella de la mañana simboliza al Cristo siempre presente, la idea espiritual de Dios.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!