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¡Invierta el error con la verdad!

Del número de agosto de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Cuán importante es, en la oración científica, invertir el error con verdad?

Es esencial para la demostración.

La práctica y la oración cristianamente científicas requieren mucho más que el vagar en sueños a través de latitudes beatíficas de pensamientos elevados, y algo muy diferente de eso. En Efesios, el inspirado escritor capta el espíritu de esa oración: “Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. Efes. 6:13.

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, hace notar: “El error, si se lo desatiende, se acumula”.Escritos Misceláneos, pág. 348. ¿Quién querría pasarse la vida acumulando temores, odios y otros pensamientos enfermizos que no han sido destruidos?

La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) nos presenta un reino de consciencia y experiencia espiritualizadas que es totalmente nuevo. Como la Sra. Eddy lo explica en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “La Ciencia invierte el falso testimonio de los sentidos físicos, y por esa inversión los mortales llegan a conocer los hechos fundamentales del ser”.Ciencia y Salud, pág. 120.

Así que la meta del Científico Cristiano es mantener constantemente sus pensamientos en consonancia con la Ciencia del ser, con la suprema verdad de Dios perfecto y Su infinita manifestación espiritual, el hombre perfecto a Su semejanza. ¡Esto es, por cierto, una meta elevada! Si no pareciera alcanzable de inmediato, uno puede continuar dirigiendo sus pensamientos persistente, paciente y repetidamente hacia las verdades de la Ciencia, y puede sistemáticamente invertir las sugestiones del sentido mortal con la comprensión del ser espiritual del hombre.

Esta inversión requiere que se niegue la creencia de que el hombre es un pecador mortal, con la verdad de su legítima condición como hijo no caído de Dios; negar el sueño mortal de que el hombre se origina en la materia, con la verdad de que el hombre es el linaje del Espíritu. Implica invertir el concepto de que somos una entidad carnal a merced de leyes materiales, con la verdad de que el hombre es la idea de la Mente, inseparable de la Mente, el Espíritu; su identidad e individualidad son absolutamente espirituales y están gobernadas exclusivamente por las leyes del Amor eterno que sostienen la vida.

La gloria de este trabajo de oración es que las verdades de la Ciencia minan el fundamento mismo de la creencia en el mal. Destruyen las multitudinarias pesadillas del sentido mortal y restauran la armonía.

La veracidad de un sólo hecho en la Ciencia divina (por ejemplo, la verdad de que el hombre es la idea inmortal del Espíritu) es suficiente para incluir la completa anulación de todos los conceptos erróneos acerca de esa verdad (por ejemplo, la creencia de que el hombre es un organismo físico condenado a la extinción).

El simple conocimiento de que un durazno es una fruta elimina eficazmente cualquier impresión errónea de que un durazno pueda ser un vegetal, un mineral o un insecto. De igual modo, las verdades de la Vida como Espíritu incluyen todo lo necesario para invertir las infames creencias de la existencia mortal; y esta inversión es eficaz en la medida en que uno comprenda y utilice estas verdades. Esta comprensión requiere, por supuesto, la iluminación del sentido y percepción espirituales. La Ciencia Cristiana confiere esta iluminación en la medida en que la estudiemos y realmente vivamos sus enseñanzas.

Las discordancias mortales parecen ser muy concretas y específicas. ¿Cuán específicos debemos ser en invertir el error con la verdad?

Podemos, y debemos ser, tan específicos como la discordancia misma. Podemos negar específicamente el error sabiendo la verdad específicamente.

Ilustrando cómo hacer frente con la Ciencia a un accidente y a la sugestión (o evidencia) de que estamos heridos, Ciencia y Salud nos dice que debemos invertir el procedimiento del pensamiento declarando que no estamos heridos — una refutación directa y específica — y comprendiendo mediante la metafísica divina el porqué de ello. Ver ibid., pág. 397. En otro pasaje, la Sra. Eddy habla de la tendencia equivocada a buscar placer, Vida, Verdad y Espíritu en el cuerpo, sólo para encontrar dolor, muerte, error, materia. Y continúa diciendo: “Ahora bien, hágase lo contrario. Volved vuestra atención del cuerpo hacia la Verdad y el Amor, el Principio en que se basa toda felicidad, armonía e inmortalidad. Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los experimentaréis en la medida en que ocupen vuestros pensamientos”.Ibid., pág. 261.

En la oración científica podemos sanar la enfermedad negando directamente que ésta sea real o que tenga poder; sabiendo la verdad de que el hombre, como la idea del Espíritu, la Mente, está gobernado por Dios y jamás está sujeto a la enfermedad. Podemos destruir el dolor con la comprensión de que la sustancia y el ser consciente del hombre son espirituales, no materiales, y que el ser consciente del hombre está exento de dolor y es armonioso, porque ninguna condición discordante puede existir en el Espíritu o en el reflejo consciente del Espíritu.

De igual manera podemos invertir y negar cualquier sugestión de que tomar parte en las actividades de nuestra iglesia es agobiador o tedioso, con el entendimiento de que toda actividad correcta que esté motivada por el amor hacia Dios y el hombre, libera, da alegría, y está gobernada por el Amor, siendo, por lo tanto, una actividad que enriquece e inspira espiritualmente.

Así también, el enfoque científico nos capacita para vencer de manera inteligente, constructiva y perceptiva, toda sugestión mentirosa provocada por calumnias maliciosas y mala práctica. Esto lo podemos hacer comprendiendo mediante la Ciencia el poder que todo lo gobierna de la Mente omnímoda y única que es Principio y Amor, y la imposibilidad de que cualquier insinuación maligna u odiosa pueda tener origen alguno, testigo alguno, poder alguno, medio alguno de transferencia, posibilidad alguna de ser aceptada por alguien como verídica, o producir efecto alguno.

¿Cuán a menudo, cuán pronto, cuán puntualmente debemos invertir con la verdad las mentiras presentadas por el mal?

¡De inmediato! “Te encarezco... que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”, 2 Tim. 4:1, 2. son las palabras del Apóstol Pablo.

Phillips traduce así el pasaje entero: “...nunca pierdas tu sentido de insistencia, a tiempo y fuera de tiempo. Reprende, corrige y alienta, usando la mayor paciencia en tus enseñanzas. Porque el tiempo se aproxima cuando los hombres no tolerarán la sana enseñanza. Querrán algo que halague sus propias fantasías, y buscarán maestros que los complazcan en sus deseos. No escucharán ya más la verdad, sino que seguirán tras fábulas hechas por los hombres”. J. B. Phillips, The New Testament in Modern English (Nueva York: The Macmillan Company, edición de 1958), 2 Tim. 4:2–4. ¡Qué gráfico cuadro de los artificios de la mente carnal que han de vencerse con la Ciencia del Cristo!

Nuestra capacidad para invertir el error aumentará a medida que percibamos claramente, mediante la Ciencia, las maravillas de la creación de Dios; a medida que aprendamos más acerca de ellas, que las amemos y dejemos que ocupen nuestra atención. Obtenemos esa capacidad mediante nuestro claro reconocimiento del poder universal y soberano del Amor que todo lo gobierna.

Con esta comprensión adquirimos la habilidad para ver la irrealidad de todo el desfile de errores e ilusiones mortales. Anclamos nuestros pensamientos y nuestra vida en la base espiritual del ser verdadero otorgado por Dios al hombre, y alcanzamos la paz.

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