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Salas de Lectura: faros para la humanidad

Del número de agosto de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana bien ubicada, que además de contar con el apoyo total de los miembros de la iglesia esté bien atendida por trabajadores llenos de inspiración, es una luz brillante en cualquier comunidad.

Algunas veces, sin embargo, existe la tendencia a esconder su luz y a derrotar, hasta cierto punto, su propósito. La falta de amor y agradecimiento por la demostración realizada por la Sra. Eddy al establecer estos lugares únicos, la falta de comprensión del propósito de estas salas, o la indiferencia hacia compartir la Ciencia Cristiana con los demás, son todos modos de disminuir el impacto de la Sala de Lectura.

El temor a asumir una obligación económica con el fin de mantener una Sala de Lectura en un lugar adecuado podría motivar a los miembros a escoger para su ubicación un lugar remoto, muy poco visible. Sin embargo, Cristo Jesús dijo: “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa”. Mateo 5:14, 15.

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