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Salas de Lectura: faros para la humanidad

Del número de agosto de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana bien ubicada, que además de contar con el apoyo total de los miembros de la iglesia esté bien atendida por trabajadores llenos de inspiración, es una luz brillante en cualquier comunidad.

Algunas veces, sin embargo, existe la tendencia a esconder su luz y a derrotar, hasta cierto punto, su propósito. La falta de amor y agradecimiento por la demostración realizada por la Sra. Eddy al establecer estos lugares únicos, la falta de comprensión del propósito de estas salas, o la indiferencia hacia compartir la Ciencia Cristiana con los demás, son todos modos de disminuir el impacto de la Sala de Lectura.

El temor a asumir una obligación económica con el fin de mantener una Sala de Lectura en un lugar adecuado podría motivar a los miembros a escoger para su ubicación un lugar remoto, muy poco visible. Sin embargo, Cristo Jesús dijo: “Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa”. Mateo 5:14, 15.

El hecho de que la Sra. Eddy previó que las Salas de Lectura contribuirían a extender la obra sanadora de la Ciencia Cristiana por todo el mundo es obvio, a juzgar por las detalladas instrucciones al respecto que ella dio en el Manual de La Iglesia Madre. Ver Man., Art. XXI y Art. XXV, Sec. 7. Ella estipuló que cada Iglesia de Cristo, Científico, debe mantener una Sala de Lectura y especificó que en ellas únicamente se podrían vender o exhibir Ciencia y Salud, sus otras obras escritas, y la literatura que La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana publica y vende. Los requisitos que deben reunir los bibliotecarios de las Salas de Lectura de La Iglesia Madre son exigentes. La Sra. Eddy escribe: “Deben ser personas sin malas costumbres que hayan tenido experiencia en el Campo de acción de la Iglesia, bien educados, y Científicos Cristianos devotos”. Obedecer la “Regla de Conducta” que ella estableció permite mantener en todo momento una atmósfera pura y llena de amor en las salas.

Las Salas de Lectura tienen una misión esencial que cumplir en la salvación de la humanidad y deberían estar ubicadas donde el público en general pueda encontrarlas fácilmente. No se puede sobrestimar su importancia. Es necesario que todos los miembros de la iglesia las amen y les presten su apoyo.

Cuando comencé a estudiar la Ciencia Cristiana, durante los últimos años de mi adolescencia, una sabia y amorosa maestra de la Escuela Dominical me hizo conocer la Sala de Lectura enviándome allí a leer artículos que ella consideraba que me serían de provecho. Inmediatamente sentí la ayuda y el consuelo que sus facilidades ofrecían a una joven como yo, que acababa de perder a mis padres y me encontraba sola en una ciudad grande y desconocida. Más adelante, mi agradecimiento por la sabiduría y perspicaz previsión de la Sra. Eddy al establecer las salas aumentó cuando fui testigo, mientras servía como bibliotecaria, de la ayuda y curación recibida por los visitantes en innumerables ocasiones.

Es posible que los miembros de una iglesia tengan que hacer un esfuerzo concertado para elevar su propia estimación de la Sala de Lectura antes que puedan encontrar el lugar más apropiado para ubicarla. Pero cuando los miembros de la iglesia están unidos por el deseo sincero de compartir la Ciencia Cristiana con los demás, pueden trabajar juntos resueltamente para ampliar ese concepto. A veces, el visitar las salas para estudiar y orar, así como celebrar reuniones en que los miembros comparten sus percepciones espirituales, son de ayuda para ampliar nuestra comprensión de la misión de la Sala de Lectura.

La Sra. Eddy, regocijándose por el progreso de algunas de las primeras iglesias, les escribió: “Una gran cordura, un algo poderoso enterrado en las entrañas de lo invisible, ha consumado una resurrección entre vosotros y surgido como amor viviente. ¿Qué es este algo, este fuego del fénix, esta columna que ilumina de día, guiando y guardando vuestro camino? Es la unidad, el vínculo de la perfección, la expansión mil veces multiplicada que circundará al mundo: la unidad, que transforma nuestro más recóndito pensamiento en algo mayor y mejor, la suma de toda realidad y bondad”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 164.

Trabajar juntos con este espíritu de unidad nos despierta de la apatía e indiferencia, imparte vitalidad a nuestro esfuerzo y trae como resultado renovada inspiración y un amor más vivaz. Por tener su origen en Dios, estas cualidades son inagotables. Son la verdadera sustancia que imparte apoyo a una Sala de Lectura. A medida que esto se reconoce, las creencias de carencia, falsa economía, o temor, pierden todo aparente poder para ocultar o impedir cualquier paso progresivo que permita encontrar la mejor ubicación. Ninguna acción correcta es imposible. Cada idea inspirada incluye dentro de sí el poder de realizarse. Y la verdadera sustancia de una Sala de Lectura es una idea inspirada por Dios, una de las medidas indispensables establecidas por el Amor para iluminar y espiritualizar a la humanidad.

La Sala de Lectura es un medio para presentar a la comunidad ese inestimable regalo que es la Ciencia Cristiana, como así también la prueba del tierno cuidado que el Padre prodiga a cada uno de los miembros. Al difundir las verdades de la Biblia y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, la Sala de Lectura ayuda a satisfacer las necesidades humanas y espirituales de la humanidad, a dar consuelo al afligido, compañía al solitario, curación al enfermo de la mente o del cuerpo, purificación al pecador. En su atmósfera reconfortante, el confundido o perturbado puede encontrar paz. Cualquiera que pase por el frente de una Sala de Lectura puede encontrar en su vitrina la verdad vivificante o el rayo de esperanza que lo hará continuar en su camino con un paso más ligero. Podría hasta cambiar por completo su vida. Esto se puede esperar cuando una Sala de Lectura bien ubicada cuenta con el continuo apoyo de la oración de sus miembros.

Las personas que se detienen a mirar se benefician de lo que se exhibe en la vitrina de la Sala de Lectura, ya sea que esté abierta o cerrada. El pastor impersonal de la Iglesia de Cristo, Científico, la Biblia y Ciencia y Salud, puede estar disponible para inspirar y sanar, para instruir y aconsejar, por medio de lo que se exhibe en las vitrinas, veinticuatro horas al día todos los días del año. Reconociendo el potencial de nuestro pastor podemos ver cuán importante es tener los libros en lugares que sean fácilmente accesibles para el mayor número de personas. Proporcionan una manera efectiva de obedecer el mandato de Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Marcos 16:15. Y la Sra. Eddy nos dice: “Millones de mentes sin prejuicios — sencillos buscadores de la Verdad, fatigados peregrinos, sedientos en el desierto — esperan con anhelo descanso y refrigerio. Dadles un vaso de agua fría en nombre de Cristo y jamás temáis las consecuencias”.Ciencia y Salud, pág. 570. Seguramente algunos de esos millones de personas cuyos corazones anhelan algo más que el materialismo de nuestra época pueden ser ayudados por cado una de las Salas de Lectura.

Asegurémonos de jamás restringir el bien que pueden llevar a cabo las Salas de Lectura, nuestros activos misioneros del Cristo, la Verdad. No escondamos su luz con la apatía, la indiferencia, el descuido o el temor. En vez de eso, debemos amarlas activamente, usarlas y apoyarlas y ponerlas sobre un “candelero” donde puedan ser vistas con facilidad y la comunidad y el mundo puedan sentir su bendición.

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