En toda la Biblia, leemos acerca de personas que estuvieron a salvo en momentos de adversidad. Tanto Eliseo cuando fue rodeado totalmente por el hostil ejército sirio, como Daniel en el foso de los leones, al igual que los tres hebreos que fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo, todos enfrentaron situaciones donde la muerte parecía inminente. Ver 2 Reyes 6:8–17; Dan. 6:16–23; 3:19–27. Sin embargo, en cada caso se probó que la seguridad del hombre está garantizada por Dios.
Hoy en día, tal vez no enfrentemos carros y caballos enemigos, ni un foso de leones, no obstante, podemos probar la presencia y el poder preservador de Dios. Su poder está siempre disponible en toda circunstancia para todos los que confían en Él.
Dios siendo Espíritu, creó al hombre espiritual. El propósito del hombre es reflejar la naturaleza de Dios. El hombre vive en la atmósfera del Espíritu, donde el temor, el peligro y el daño son desconocidos. El hombre, la imagen de Dios, sólo puede ser testigo de lo que Dios ha provisto para él. Debido a que Dios es Todo-en-todo, no existe nada en Su universo, ni bajo Su cuidado, que pueda provocar terror o sentir temor. La vida del hombre en Dios, Espíritu, le asegura su provisión, preservación y paz.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!