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El magnetismo animal es destruido por el Cordero

Del número de agosto de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En la Ciencia, no hay razón para temer al magnetismo animal. Nunca por un momento, en ninguna parte, ha tenido jamás realidad, poder o sustancia. Quizás alguien le haya dicho: “Usted tiene trabajo que hacer. Tiene que vencer el magnetismo animal”. ¿Nos ha causado esto preocupación? En efecto, tenemos trabajo que hacer. Es necesario ver a través de las imposiciones del error y demostrar que son irreales. Esto requiere a veces mucho trabajo.

Pero no hay ninguna razón verdadera para sentirnos alarmados, porque, razonando desde un punto de vista cabal y cristianamente científico, el magnetismo animal no puede ser nada más que error o mente mortal. En la supremacía del Espíritu que todo lo llena, nada desemejante al bien espiritual está presente o actuando. La totalidad incondicional de Dios excluye la existencia real de cualquier acción o presencia contraria: de sustancia material, inteligencia malévola o vida mortal.

El magnetismo animal es, entonces, sólo una creencia, sólo un estado engañado del pensamiento. De hecho, sólo hay una consciencia: la incesante, despejada Mente divina, que es Espíritu. El hombre espiritual, la verdadera individualidad suya y mía, es el reflejo de esta Mente, eternamente consciente; por lo tanto, el hombre hereda únicamente las cualidades de su eterno Hacedor, el único Dios, el bien.

Ahora bien, si este es el caso, ¿por qué nos dice la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) que debemos tratar el magnetismo animal como algo que tiene que ser destruido? ¿Por qué no ocuparnos sólo de los buenos pensamientos? Este método sería falaz, porque el magnetismo animal parece ser un poder en nuestro sentido actual de las cosas. Nos impediría estar conscientes sólo del bien. Esta acción magnética, que actúa en la naturaleza animal y por medio de ella, invertiría nuestra mentalidad verdadera, que refleja a Dios, con la sugestión hipnótica de que existe otra mentalidad, una que reclama ser débil, voluntariosa, desobediente, sensual, y, por consiguiente, susceptible a las mentiras del error. Impondría sobre nosotros su naturaleza animal, designando la materia como nuestra sustancia y el temor como nuestra actitud. Se requiere poner nuestro modo de pensar de acuerdo con la realidad de Dios, el bien interminable, y rehusar ser confundidos por estas sugestiones espurias. Sin embargo, no tenemos ningún éxito en desenmascarar el magnetismo animal si lo hacemos sobre la base de la estimación que éste tiene de sí mismo. Nuestra base para hacer frente al mal debe ser la infinitud de la Mente única y omnipotente y la consecuente nulidad de toda pretensión de una mentalidad falsa.

Sí, es preciso defender nuestro pensamiento de las imposiciones mesméricas del magnetismo animal, pero siempre con el arma constituida por la convicción de la totalidad del bien divino. Marchamos adelante con confianza y no con temor. Es importante tener en mente que no existe ningún mal verdadero, ningún magnetismo animal verdadero, sólo una creencia en él que debe ser destruida.

En la Biblia, al mal se le han dado varios nombres: una serpiente parlante que engaña y desmoraliza; “Satanás”, “diablo”, “Beelzebú”; y finalmente el “gran dragón escarlata”, o sea, el mal, listo para destruirse a sí mismo. Las narraciones bíblicas ilustran el triunfo del bien sobre el mal y la equidad de quienes, con la ayuda de Dios, pudieron alcanzar la victoria. Los nombres que se dan al mal sugieren su naturaleza legendaria, una ficción que ilustra una moraleja.

Jesús demostraba el Cristo al vencer el error. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy dice: “El autor del Apocalipsis se refiere a Jesús como el Cordero de Dios y al dragón como guerreando contra la inocencia”.Ciencia y Salud, pág. 564. Dice además: “Contra el Amor el dragón no lucha largo tiempo, porque es muerto por el Principio divino. La Verdad y el Amor prevalecen contra el dragón, porque el dragón no puede luchar contra ellos”.Ibid., pág. 567. El autor del Apocalipsis nos enseña también cómo luchar con la suma total de la perversidad: “Oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos”. Apoc. 12:10–12.

El autor del Apocalipsis ha indicado tres pasos a dar para arrojar fuera al dragón acusador mediante el Cordero de Dios — mediante nuestra demostración individual del Cristo — y éstos indican la manera científica de dominar el magnetismo animal. La espiritualización del pensamiento prepara el terreno para la actividad del Cordero. “La sangre del Cordero” podría significar el sacrificio de un falso sentido de identidad mortal para que podamos despertar a la realidad. “La palabra del testimonio de ellos” significa fidelidad en contradecir los susurros del error con las verdades que ya hemos aprendido y puesto en práctica. “Menospreciaron sus vidas hasta la muerte” podría significar devoción total a nuestro estado real, inmortal y espiritual, a medida que paso a paso se renuncia a la aparente identidad mortal y material en favor del reflejo divino.

Los requisitos para alcanzar la victoria sobre el magnetismo animal que se indican en este pasaje del Apocalipsis nos hacen ver la diferencia entre la oración mecánica (un ritual de palabras) y el espíritu del Cordero, que sana. La redención individual, en vez de la mera repetición de palabras, es lo que destruye la creencia en las mentiras del magnetismo animal. Estas mentiras nunca han sido reales, pero nuestra creencia en ellas tiene que ser desarraigada. Tratar voluntariosamente de efectuar un cambio en nuestro pensamiento porque suponemos que aquello que pensamos es lo que experimentamos — la dependencia en una especie de profecías que se cumplen de por sí— es fútil y no constituye una verdadera redención, porque la inocencia del Cordero no está presente.

En su Sermón del Monte, el Maestro, Cristo Jesús, estipula lo que se requiere para orar de manera eficaz y sanadora. Ver Mateo, caps. 5–7. Debemos estar profundamente motivados para amar, obedecer y bendecir. Ciertamente experimentamos el bien que conocemos, cuando nuestros pensamientos son el resultado de ceder humildemente a la omnisciencia de Dios y a la realidad que Él conoce. Nos mantenemos despiertos a la realidad por medio de una firme adherencia a la verdad; y así podemos ayudar a otros a despertar. El Cordero está en acción cuando sentimos deseos puros de glorificar a Dios elevando el concepto que tenemos de nuestro prójimo; siendo receptivos como niños para dejarnos guiar por la luz única, la Verdad; y teniendo una confianza absoluta en que la omnipotencia de la voluntad divina prevalece sobre toda forma de error. Estos estados de pensamiento son en parte testimonio de que el Cordero está obrando en el pensamiento consciente.

Jesús se daba siempre cuenta de cuán vacuo es cualquier argumento de las creencias mortales. Él sabía bien que el mal jamás es una entidad, sino que es una negación. Una negación no puede tomar la iniciativa. Sólo puede aparentar que invierte la realidad del bien. Por esta razón, el magnetismo animal está siempre detrás del bien real y existente; y nosotros lo debemos mantener donde está, ya devorado por la acción ininterrumpida de Dios, llevada a cabo por Su Cristo.

En sus luchas con el diablo en el desierto, Jesús rechazó la sugestión del magnetismo animal que trataba de hacerle creer que este sueño de mortalidad era real. Dijo: “Vete de mí, Satanás”. Su inocencia espiritual, su devoción al Cristo, no dejaba lugar para la animalidad, el orgullo o la negligencia, rasgos éstos que lo hubieran hecho vulnerable a los abusos del dragón. Nos dio también la preparación específica necesaria para destruir al dragón cuando ordenó a Satanás: “Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”. Lucas 4:8. El Cordero de Dios exige que adoremos y sirvamos a Dios con la inspiración de santidad.

El Cordero de Dios obrando en nosotros da en el blanco, el pecado de la adoración terrenal, y lo derrumba de su pretendida entronización en nuestro pensamiento. El poder y la presencia de Dios Mismo respaldan al Cordero. Por consiguiente, la oración sincera llega hasta el error básico en cada situación, hasta lo que el error parezca ser o pretenda hacer, todo esto fraudulento, una farsa absurda. Entonces podemos regocijarnos sobremanera, porque la carnalidad de la bestia es frustrada por la inocencia de nuestra naturaleza verdadera, la que Dios nos ha otorgado. Aquello que trató de pervertir el bien de lo que es semejante al Cristo puede verse en su vacuidad negativa, y la armonía universal del Cordero del Amor asume el mando.

Cuando las cualidades del Cordero de Dios se establecen en el pensamiento, ya tenemos los ingredientes contrarrestantes para obtener la victoria sobre toda mentira agresiva. Cuando encarnamos la idea del Amor divino como nuestro ideal en las relaciones con los demás, no podemos hacerles daño. Ni puede alcanzarnos la malicia mortal. La enfermedad cae ante el pensamiento que no se deja mesmerizar por las apariencias materiales. Gobernado con calma por la inocencia que Dios imparte y no conociendo nada más, ese pensamiento blande la espada del espíritu de la Verdad y destierra la creencia en la enfermedad dondequiera que haya receptividad. En la perfecta idea del Amor no hay temor, y nada que pueda engendrar temor o responder a él.

Saber que el hombre está abrazado por el amor de su Padre-Madre nos infunde valor y nos hace sentir libres. Y ese conocimiento es nuestra única mentalidad real; no resulta en indiferencia ante el apuro del que sufre, sino lo contrario, en compasión que sana porque reconoce que la salud es el único efecto de la Mente divina.

¿Qué puede hacer el Cordero en el ambiente aparentemente duro y amenazador del mundo de hoy? Puede despertar, y a la larga así lo hará, a toda persona del sueño irreal de que hay mente maligna: poder en la materia para degradar, para culpar al inocente y ensalzar al culpable, para seducir al incauto, para robar al pobre. Todo lo que sea vil y depravado tendrá finalmente que fracasar. Aparentemente la furia del magnetismo animal se desata en su odio contra todo lo bueno; pero esperen, ¡no es real! La Ciencia nos ayuda a cada uno a demostrar la consciencia del Cristo, el pensamiento verdadero, permaneciendo desengañados ante el intento del dragón por hacer que parezca real lo que jamás es real.

La materia, el concepto equivocado que el magnetismo animal presenta de la realidad, es sólo una creencia en una imposible suposición de la ausencia del Espíritu infinito, o sea, de la Vida real, la sustancia real y la inteligencia real. Así que podemos saber que no ejerce atracción o influencia, ya sea como idolatría, inmoralidad, infidelidad, o cínica conveniencia. La devoción al Cordero nos mantendrá alerta a la verdad por medio de la cual ayudamos a sanar situaciones mundiales en vez de permanecer indiferentes ante ellas o permitir que nos perturben. El Cristo está en todas partes todo el tiempo, y nuestra manera correcta de pensar invoca la utilización de su poder en beneficio de todo lugar en el mundo donde haya turbulencias.

Existe una diferencia entre perseguir la bestia criminal del Apocalipsis a su propio nivel, y nulificarla adoptando el punto ventajoso de reflejar la inocencia del Cordero. Las siguientes palabras de Ciencia y Salud son pertinentes: “Cordero de Dios. La idea espiritual del Amor; la inmolación de sí mismo; inocencia y pureza; sacrificio”.Ciencia y Salud, pág. 590. Conociendo conscientemente el bien, y convencidos firmemente de que no hay ninguna otra realidad que conocer, estamos en posición de mantener nuestro pensamiento libre de la hipnosis del magnetismo animal. Y a medida que progresamos espiritualmente, aprendemos a permanecer más y más en el estado de existencia espiritual donde nuestro pensamiento y vida son una transparencia para el Cordero de Dios. Entonces la exterminación del dragón ocurre más espontáneamente.


Amados, no creáis a todo espíritu,
sino probad los espíritus si son de Dios;
porque muchos falsos profetas han salido por el mundo...
Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido;
porque mayor es el que está en vosotros,
que el que está en el mundo.

1 Juan 4:1, 4

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