Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Quietud y fuerza

Del número de agosto de 1983 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante períodos de turbulencias, puede que la gente se alarme, especialmente cuando hay inestabilidad política acompañada de violencia. Las acciones malvadas tratan de atacar el corazón mismo del sentido humano de orden perpetuando la agitación y la confusión. En momentos como ésos, podemos recurrir a la Biblia en 1 de Reyes y recordar el incidente en que Elías hizo frente al terremoto, al viento y al fuego. Encontró que Dios no era parte alguna de esta violenta actividad. En su lugar, la eterna presencia de Dios fue revelada en la “voz callada y suave” (según Versión Moderna) de la Verdad omnipotente.

Cuando nos sentimos abrumados por las maquinaciones del error, podemos buscar tranquilo consuelo en el tierno consejo de Dios que dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. Salmo 46:10. El gran Yo soy, Dios, es el único poder y la única causa; de modo que, en realidad, todo lo que puede ocurrir es la actividad de Dios, el bien infinito. En la atmósfera divina simplemente no hay lugar para que exista algo más. Dios, el Todo siempre presente, no está en la materia ni en ninguna circunstancia material. La discordia jamás es causada o creada por Dios. La ley y el orden de Dios están siempre presentes; prevalecen sobre todas las falsas pretensiones de poder de la mente mortal.

El gran mandamiento que Moisés da en Deuteronomio 6:4, 5, y que Cristo Jesús declaró era el primer mandamiento de todos, Ver Marcos 12:29, 30. hace hincapié en la absoluta totalidad de Dios. Morando en la comprensión espiritual de la totalidad de Dios, encontramos valor y fuerzas para hacer frente a cualquier problema. La supremacía, poder y gobierno absoluto de Dios no son cuestión de conjeturas humanas o fe ciega. La totalidad de Dios es la ley primordial de la existencia. La obediencia a las demandas divinas se logra a medida que mantengamos nuestro pensamiento en Dios y moremos firmemente en la ordenada armonía de Su reino. Es necesario rechazar simultáneamente todas las mentiras que se arremolinan en derredor y pretenden ser reales. Es imperativo afirmar consecuentemente que sólo hay una causa, un creador y una creación: Dios y Su reino. ¡Y esto es sencillamente todo lo que existe! Todo lo demás, a pesar de cuán grande o violento o persuasivo parezca, jamás es real; es sólo una ilusión de la mente mortal.

Iniciar sesión para ver esta página

Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / agosto de 1983

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.