Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Conociendo a Dios en una época de cambio

Del número de septiembre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Vivimos en una época de enormes y complejos cambios. Abundan los libros sobre la revolución social y tecnológica, la contrarrevolución, el futurismo y el fundamentalismo. Ellos denotan el descontento y la incertidumbre por los cambios que son el centro de tanta atención pública y privada.

El papel que tiene el cambio es algo que merece cuidadosa evaluación de parte de pensadores cristianos. La Sra. Eddy, Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, era uno de esos pensadores, y ella tuvo cambios grandísimos en su vida. Desde su nacimiento a comienzos del siglo diecinueve hasta su fallecimiento en 1910, ella, como otros de su generación, iban a presenciar inmensos cambios en su vida y en el mundo. Cuando era una joven esposa perdió a su marido durante una epidemia de fiebre amarilla, y quedó sola a cientos de kilómetros de la campiña rural de Nueva Inglaterra donde había vivido toda su vida. Cuando murió su marido, ella esperaba un hijo. Su salud había sido precaria, y, por último, debido a su enfermedad, su familia decidió que ella no podía hacerse cargo de su hijo, y éste fue confiado al cuidado de terceros. La pérdida de su marido y de su hijo en corto tiempo, combinada con su mala salud, fueron cambios de tremenda magnitud para ella. Cuando leemos unas pocas frases de un bosquejo biográfico, en su libro Retrospección e Introspección, podemos sentir claramente la intensidad de estos cambios.

Hablando de los desafíos que la prepararon para penetrar debajo de la superficie de los acontecimientos trágicos de su vida y descubrir la realidad espiritual, ella escribe: “El curso de la vida humana estaba tan lleno de acontecimientos que yo no podía permanecer apacible en la ilusión de que esta llamada vida, pudiera ser un descanso real y permanente...

“A medida que estas acerbas lecciones se hacían más claras, aumentaban en severidad... El arco iris de promesa ya no se extendió sobre la materia. El mundo estaba oscuro...

“Así fue cuando llegó el momento del enlace del corazón con una existencia más espiritual”.Ret., pág. 23.

¿Acaso el “enlace del corazón con una existencia más espiritual” no describe un abandono de la fe y confianza en la materia y las cosas materiales por un afecto profundamente espiritual y moral que sostiene la vida con propósito, significado y poder espiritual? Este cambio mental no es una negación ni un escape de la vida humana, de los asuntos diarios ni de los compromisos actuales, sino una transformación espiritual del carácter y de la actitud, que hace ver la manifestación del Amor divino en las condiciones humanas. En lugar de someter nuestro destino a factores futuros considerados ajenos a nuestra responsabilidad o control, recurrimos en pensamiento a una realidad espiritual, profunda: Dios.

La Ciencia Cristiana enseña que Dios no es sólo el creador del hombre, sino el sostenedor de la vida y del ser del hombre. En realidad, el hombre tiene su origen en Dios y es coexistente con Dios, el Espíritu y el Amor infinitos. La misma naturaleza del afecto divino hace imposible que Dios pueda dejar de amar a Su creación, o que Su creación pueda hacer algo para que Dios deje de amar al hombre.

Una experiencia que empezó a mostrarme la ayuda eficaz de la metafísica divina continúa enseñándome nuevas lecciones en medio de los cambios que se están produciendo. Cuando sucedió esta experiencia yo tenía dos empleos, estaba en medio de mis estudios de postgraduado en la universidad, tenía un hijo recién nacido, y todo hacía parecer que no podría cumplir con todo lo que exigían estas responsabilidades y otras. Al principio acepté cada nueva responsabilidad con atenta y sincera dedicación, pero los cambios se sucedían uno tras otro con gran rapidez; cada nueva exigencia parecía multiplicar el peso de las otras. Finalmente, un error “aquí” y una demora “allí” empezaron a sumarse, y mi situación se estaba volviendo desastrosa. Por más que trataba, no podía ver ninguna solución, y el amor de Dios parecía muy lejano.

Un día, ocurrió una crisis que pareció destruir la endeble paz a la que había conseguido aferrarme. Realmente estaba asustado; al parecer todo lo que yo amaba podía perderse. Oré sinceramente por un par de días, y luego recurrí a la Biblia y encontré este pasaje: “No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú... He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis?” Isa. 43:1, 19.

Evidentemente todo lo que había sucedido antes me había preparado para recibir algo por lo que había estado orando durante varios años; había orado para obtener un conocimiento más profundo de Dios como Amor infalible. En ese momento empecé a ver que no podía hacer nada para impedir que Dios amara, y que yo podía sentir ese amor y compartirlo sin agotarlo ni ser castigado. Como resultado se produjeron más cambios, no menos. Pero ¡qué diferencia! Sané de una enfermedad, y se resolvió la crisis en mi trabajo de una manera cristiana. Y el resultado fue que pude trabajar más que nunca y ser un mejor marido y padre, una vez que fui aliviado de la tensión de sentirme separado del Amor divino.

El libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, trata en detalle la quimicalización mental que puede precipitar rápidos cambios cuando nos preparamos para desechar los puntos de vista materiales en cualquier situación. Lo que parezca ser la amenaza de grandes pérdidas a medida que se suceden cambios en nuestra vida, puede ser, desde un punto de vista espiritual, el principio de un nuevo nacimiento espiritual y moral. Según lo explica el libro de texto: “La desintegración de las creencias materiales tal vez parezca ser hambre y pestilencia, miseria y dolor, pecado, enfermedad y muerte, que asumen nuevas fases hasta que aparece su nada. Esas perturbaciones continuarán hasta el fin del error, cuando toda discordancia será absorbida por la Verdad espiritual”. Y más adelante dice: “Cuando esa consumación se acerque, el que haya modelado su vida de acuerdo con la Ciencia divina, perseverará hasta el fin”.Ciencia y Salud, pág. 96.

La desintegración de las creencias materiales a través de la acción del redentor Amor divino, cambia la fe y el afecto de un sentido material y efímero a la realidad espiritual profunda que subyace todo lo que es bueno, seguro y merecedor de que le dediquemos nuestra vida. Este cambio de afecto es el madurar de la comprensión de hombres y mujeres, que se vuelve en una profunda comprensión espiritual de lo que es la verdadera vida del hombre como hijo de Dios. Enfrentados a esta altura moral y cristiana, los cambios actuales que confrontan las personas pueden impulsar el despertar espiritual hacia el Amor divino que sana la enfermedad y el pecado. Tal despertar espiritual aumenta nuestras oportunidades de servir a nuestro prójimo, fortalece la vida matrimonial y familiar, y promueve una cultura moral que influye por medio del ejemplo más bien que por la dominación personal.

Esta clase de cambio es verdaderamente revolucionario y no hace del hombre una víctima. En esta época, como en toda época, Dios es conocido por el de ánimo espiritual y que está preparado moralmente, y Dios se da a conocer ante él. Finalmente, ninguna persona está excluida del renacimiento espiritual. Es la naturaleza incambiable de Dios, el Amor divino, hacer que Lo conozcamos como la presencia divina, permanente, que responde a toda necesidad humana. La necesidad más importante es conocer a Dios y vivir nuestra vida como Su imagen y semejanza. Los acontecimiento humanos ceden ante esta realidad espiritual, y entonces los cambios humanos se adaptan a la ley divina.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 1984

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.