¿Cómo determinamos nuestra seguridad? ¿La medimos por la estabilidad de nuestro empleo, nuestra familia, nuestra riqueza, nuestra salud, o por el número de amigos que tenemos? Si es así, estamos dependiendo de individuos en particular o de ciertas condiciones o circunstancias materiales para nuestra felicidad.
Debido a que este punto de vista material acerca de la vida es limitado y variable, podemos sentirnos descontentos fácilmente. Es posible que estemos meramente a la búsqueda de algo más: más dinero, salud, amor o aprecio. Y tal vez nos veamos ante muchos trastornos en nuestra vida.
Es consolador saber mediante el estudio de Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens) que nuestra vida no tiene por qué estar fuera de gobierno. A medida que humildemente procuramos conocer más a Dios, el falso testimonio de los sentidos materiales tiene menos poder en nuestra vida. La Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Son la ignorancia y las creencias falsas, basadas en un concepto material de las cosas, lo que oculta a la belleza y bondad espirituales. Comprendiendo eso, Pablo dijo: ‘Ni la muerte, ni la vida, ... ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios’ ”.Ciencia y Salud, pág. 304.
Nuestra seguridad verdadera viene del desarrollo divino de la Mente, no de decisiones o aspiraciones humanas o de condiciones materiales mejoradas. Podemos desarrollar nuestro sentido espiritual individual orando diariamente por nuestro bien: orando humildemente para obtener nuevas percepciones acerca de Dios y Su bondad, escuchando Su voz, manteniendo nuestra perspectiva mental centrada en Dios, inspirada por Dios y dirigida por Dios.
El relato bíblico acerca de la vida de José provee vívidos discernimientos sobre cómo una persona se liberó de la esclavitud y adquirió honor y prosperidad.
José fue vendido por sus envidiosos hermanos a unos mercaderes que iban rumbo a Egipto. Fue comprado por Potifar, el capitán de la guardia de Faraón, y llegó a ser mayordomo de su casa. Después, acusado falsamente por la esposa de Potifar, fue enviado a prisión.
Las circunstancias de José ¡ciertamente que eran deprimentes! Sin familia, sin empleo, sin amigos, sin libertad, e incluso sin una buena reputación. Hubiera sido muy fácil para él o cualquier otra persona, en circunstancia similar, estar resentido. Pero José continuó amando y sirviendo a Dios, como siempre lo había hecho. Aun ante esta gran adversidad, Dios le proveyó seguridad y la solución de sus problemas. Fue la fidelidad de José a Dios y el haber obedecido la dirección del Amor lo que capacitó para prosperar después de cada aparente revés. La Biblia relata: “Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba”. Gén. 39:23.
Como resultado del conocimiento espiritual de José, su situación cambió completamente. Fue liberado de la prisión. Se le confió el gobierno total de Egipto, estando sujeto solamente a Faraón. Y se reunió felizmente con su familia.
Nosotros también podemos experimentar la seguridad que José encontró al confiar en Dios. Alguien podría decir: “Eso me parece bien, pero no sé cómo empezar”. Un profundo anhelo espiritual por saber más acerca de Dios — acompañado de móviles desinteresados — nos ayudará a liberarnos de situaciones difíciles que pudieran parecer irremediables. “¿Nos beneficiamos con la oración?” leemos en Ciencia y Salud. “Sí,” es la respuesta alentadora, “el deseo que se eleva, hambriento de justicia, es bendecido por nuestro Padre, y no vuelve a nosotros vacío”.Ciencia y Salud, pág. 2.
Nuestra existencia verdadera está definida en términos de cualidades espirituales de Dios, no en términos de imperfecciones materiales. Si nos consideramos a nosotros mismos pobres y luego hijos de Dios, o gravemente enfermos y luego hijos de Dios, o desdichados y luego hijos de Dios, ¿acaso no estamos partiendo de la premisa de que somos mortales con problemas? Pero cuando nos vemos a nosotros mismos como verdaderamente somos — como el reflejo espiritual y perfecto de Dios, primero, podemos demostrar que no es posible que el hombre pueda estar pobre, enfermo o desconsolado.
Sanamos la enfermedad, la escasez o cualquier otra dificultad al comprender que no tienen realidad con la cual empezar. Es el “sueño” de que somos mortales lo que tenemos que vencer haciendo un esfuerzo. Eso lo logramos, paso a paso, al conocer la realidad espiritual de la relación del hombre con Dios. Por ejemplo, no tiene importancia por cuánto tiempo hayamos soñado, ni siquiera cuán mala pudo haber sido una pesadilla. Una vez que despertamos, sabemos cuán irreal e ineficaz fue el sueño. Esto mismo es verdad en cuanto a la existencia mortal y su pobreza, limitación y soledad. Será puesta al descubierto por lo que es: algo sin validez.
No tenemos por qué estar bajo la esclavitud de cualquier creencia de que hay causa y efecto en las circunstancias materiales. Incluso si hay momentos en que nos sentimos abrumados por temores y dudas, podemos saber que Dios nos sana. Humildemente podemos orar para que Dios nos dirija, para que renunciemos a la obstinación, y confiemos en que seremos dirigidos para hacer lo mejor. Entonces, nuestras acciones demostrarán la supremacía de la Verdad sobre la creencia mortal.
No tenemos por qué ser suceptibles a los cambios debidos al tiempo, la edad, las relaciones personales, ciclos financieros o leyes de salud. Nuestra fuente divina jamás cambia. Nuestra verdadera seguridad es espiritual.
¿Dónde se origina la escasez? No es posible que a Dios, quien es Todo-en-todo, le falte algo. Todo sentido de escasez es un punto de vista equivocado, un concepto falso que no tiene origen o realidad. Y esa falsedad jamás puede representar con exactitud la realidad. Una vez que conocemos el hecho espiritual, la falsedad de la evidencia material de escasez se hace todavía más obvia.
A medida que los conceptos erróneos son puestos a un lado en nuestra consciencia, experimentamos la habilidad, la oportunidad, la provisión y el mérito divinamente dirigidos. Vemos los pasos que tenemos que dar para hacer los cambios necesarios en nuestra vida. Podemos aspirar a un empleo, expresar más amor, reducir gastos innecesarios — o hacer lo que sea necesario — con “hágase tu voluntad” Mateo 6:10. como nuestro punto de partida.
Aprendemos que la seguridad verdadera no es cuestión de “obtener” sino de “dar”, no es cuestión de un empleo mejor, de mejor salud, dinero, amigos, sino de reconocer y compartir las cualidades e ideas derivadas de Dios. A medida que aumente nuestra comprensión espiritual, se evidenciarán más, tanto para nosotros como para los demás, nuestra actividad o lugar apropiados y un concepto mejor de salud, provisión y amor. La Sra. Eddy escribe: “Estad seguros de que Él en quien mora toda vida, salud y santidad, proveerá todas vuestras necesidades de acuerdo con Sus riquezas en gloria”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 186.
La presencia sanadora del Cristo, la Verdad, siempre está presente. Es “el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”. Hebr. 13:8. No necesitamos buscar el bien futuro. Tenemos todo lo que necesitamos ahora mismo. Nuestra seguridad está asegurada.