Mi primera curación en la Ciencia Cristiana fue la de fumar. Fue una curación instantánea, aunque previamente no había tenido ningún deseo de dejar el hábito. En el momento de esta curación, estaba bajo el peso de una condición nerviosa y sentía muchos infundados temores y ansiedades por mi seguridad y la de mi familia. La Ciencia Cristiana había sanado a mi cuñada de los efectos nocivos de una nueva droga prescrita por un médico para curar un desorden nervioso del que ella había estado sufriendo. (Finalmente, ella se curó por completo del desorden nervioso.) Llena de gratitud, deseó compartir esta sanadora verdad conmigo.
Un día, esta pariente llamó para decirme que me estaba enviando por correo un ejemplar del Christian Science Sentinel, y que esperaba que yo lo leyera. Dije que lo haría. Cuando la revista llegó, cumpliendo con mi promesa, me senté a leer, después de encender un cigarrillo. Para mi sorpresa, el Sentinel había caído abierto en un testimonio que hablaba sobre la curación de fumar. La curación había llegado después que el testificante se dio cuenta de que la esclavitud del hábito del tabaco estaba realmente formando una cortina de humo que no le permitía percibir su verdadero ser espiritual. Ésta fue una declaración que me provocaba a pensar, y mientras la ponderaba, apagué el cigarrillo sin darme cuenta. Así dejé de fumar. Y no he sentido deseos de fumar en los treinta y cinco años desde aquella primera vislumbre de la Verdad.
La Sra. Eddy nos dice en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud (pág. 329): “Un poco de levadura leuda toda la masa”. El capítulo titulado “Los frutos de la Ciencia Crisitiana”, al final del libro de texto, incluye cien páginas de curaciones que se realizaron únicamente mediante la lectura de este libro. Por otra parte, todas las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana publican registros auténticos de curaciones por medio de la Ciencia Cristiana que han sido enviados desde todas partes del mundo.
La curación de fumar probó ser una cuña en mi experiencia, al revelarme un entendimiento más amplio de las enseñanzas de nuestro Maestro, Cristo Jesús, según se ilustran en el descubrimiento de la Sra. Eddy, la Ciencia Cristiana. Y a través de mi continuo estudio de la Ciencia Cristiana, la condición nerviosa ha sido reemplazada por confianza en Dios y Su amor por Su creación.
Nuestro hijo e hija estuvieron libres de las llamadas enfermedades de los niños mientras crecían, y esta libertad continuó durante sus estudios universitarios. Mi madre se curó de un crecimiento en un pie al confiar completamente en la Ciencia Cristiana, con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana. Aunque mi esposo no era Científico Cristiano, me apoyó mucho en mi interés por la Ciencia, y reconoció abiertamente sus muchos beneficios.
Recientemente, cuando trasplantaba plantas en el patio, me olvidé de las espinas filosas en cierto tipo de helecho. De repente, vi los brazos cubiertos de estas espinas. Apresuradamente las froté, sacándolas, pero una espina quedó metida en la carne. Mis esfuerzos por sacarla empujaron la espina más hacia adentro, hasta que sólo la última parte de ella se veía. En vez de volverme a Dios inmediatamente, como es usual en mí, pensé que iba a necesitar la ayuda médica para sacar la espina. Sin embargo, reconocí esto como una sugestión de la mente mortal, y en seguida llamé a una practicista, quien accedió a orar por mí. Como resultado de las verdades espirituales que ella compartió, mi pensamiento se calmó. Mientras recordaba los muchos hermosos testimonios de curación que había leído en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, me vinieron a la mente las palabras de Cristo Jesús (Mateo 19:26): “Para Dios todo es posible”. Ponderé esta afirmación cuando sentí temor de infección a causa de ciertos síntomas.
A los pocos días, la irritación disminuyó, y pronto la espina se dio vuelta completamente con la punta filosa hacia afuera. Entonces, frotándola levemente con la mano, la espina salió por completo, sin dejar cicatriz.
En nuestra familia hay ahora una segunda y una tercera generación de activos Científicos Cristianos. Verdaderamente, mi corazón está lleno de gratitud y de un deseo de compartir la libertad que es el resultado de aprender más acerca de la realidad espiritual.
Laguna Hills, California, E.U.A.