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El Monitor y la salvación universal

Del número de septiembre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


No hace mucho tiempo, un diplomático internacional de muy alto rango visitó las oficinas centrales del The Christian Science Monitor. Como es un ávido lector del periódico, previamente había preguntado si podía venir a Boston y visitar las oficinas con el objeto de saber más acerca de su funcionamiento y del personal.

Una vez allí, y mientras recorría las instalaciones, se detuvo brevemente frente a las personas reunidas en la sala de redacción, e hizo substancialmente el siguiente comentario: “Ustedes pensarán que lo que voy a decirles se debe a que soy diplomático. Pero soy sincero al decir que el Monitor está contribuyendo más que ningún otro periódico a promover la paz en el mundo. Deseo expresarles mi agradecimiento por el buen trabajo, y los aliento a continuarlo”.

Este hombre, íntimamente familiarizado con los asuntos mundiales, tal vez desconocía que Mary Baker Eddy estableció el Monitor “para difundir indivisiblemente la Ciencia que opera inagotablemente”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 353. Pero sí había sentido y había sido testigo de los efectos del mandato del periódico, por medio del impacto sanador que éste tiene en el mundo; había tenido una vislumbre de su misión universal.

¿Acaso la percibimos nosotros? Si no es así, podemos hacerlo. De hecho, debemos hacerlo, porque el Monitor, como el último paso de mayor importancia que dio la Sra. Eddy al dar a conocer al mundo la Ciencia divina, el Consolador prometido, sobresale en su honorable meta de periodismo objetivo y decoroso. En su sentido más profundo, constituye un llamado a la salvación universal. Literalmente, contiene el espíritu de las palabras de Isaías: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!” Isa. 52:7.

El Monitor es parte integral de la misión de su fundadora, la Sra. Eddy, Guía de la Ciencia Cristiana. Se basa en la Ciencia que ella descubrió, y que revela al hombre como el hijo perfecto de Dios, espiritual, íntegro, incapaz de pecar. No es un órgano de la iglesia con fines de proselitismo, sino que por su origen y punto de vista espiritualmente inspirado, es un agente del Cristo, la Verdad, que eleva al mundo más allá de las limitaciones del pensamiento y del diario vivir centrados en la materia.

“A medida que cada publicación periódica de la Ciencia Cristiana aparecía, incluso The Christian Science Monitor,” escribe uno de los biógrafos de la Sra. Eddy, “no era una mera empresa periodística o literaria, sino que, por el contrario, constituía un mensaje espiritual dispensador de vida, destinado a promover la salvación de la humanidad y a servir como cuña penetrante para liberar de los terrores, agonías, desesperanzas y fracasos de la mortalidad. Fue destinado a dar vida a todos; a pertenecer a la historia de cada persona, a rehabilitar su experiencia y a dar forma a su destino”. Irving C. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1966), pág. 99.

El Monitor cubre los asuntos locales, nacionales e internacionales con reportajes analíticos e imparciales. Asimismo brinda un empuje singular al enfocar las noticias desde la perspectiva de la Ciencia Cristiana, en vez de sostener la creencia de que el hombre es un mortal desamparado, que actúa en un mundo caótico donde abunda tanto el bien como el mal.

Por el contrario, una comprensión de que el hombre y el universo verdaderos son espirituales, enteramente buenos, creados por un Dios infinito, omnipotente, el Amor, sirve de base al Monitor para su reportaje de sucesos humanos. Este cimiento de bien ilimitado, y no la condenación que sugiere la mortalidad, es lo que libera a sus lectores — ya sean o no Científicos Cristianos — para que comprendan que las limitaciones pueden ser superadas, y que a los problemas individuales y mundiales se les puede hallar solución.

Abundan pruebas de esta influencia edificante. En el curso de su trabajo, los periodistas del Monitor frecuentemente encuentran a personas y líderes que citan el Monitor como fuente de inspiración y estímulo. Recientemente, un corresponsal del periódico, entrevistó al jefe de un organismo mundial de socorro que acababa de iniciar una campaña en pro del mejoramiento de la salud de los niños en los países en vías de desarrollo. Esta persona manifestó al periodista que un determinado editorial del Monitor le había sido de continua inspiración para su trabajo. De hecho, había llevado ese editorial en su billetera durante cinco años. Se titulaba: “Una meta para el año 2.000”, y concluía así: “... ¿Qué manera más plausible de celebrar el cambio de siglo que concentrarse en la necesidad de ser vecinos compasivos con el resto del mundo?” The Christian Science Monitor, 19 de enero de 1978.

Sin duda, un Científico Cristiano basaría sus esfuerzos por mejorar la salud mundial en algo superior que las teorías de nutrición y de la medicina. Su amor por la humanidad lo impulsaría a dar ciertos pasos humanos para ayudar, pero, sobre todo, trabajaría para sanar el problema a través de la oración, por medio de un entendimiento del hecho de que Dios es Vida y el hombre Su eterna expresión.

No obstante, el punto es el siguiente: el Monitor llega a cada persona en el nivel en que ésta se halla. Cimentado en la Ciencia Cristiana, el periódico explica que todos los problemas pueden ser resueltos a través de la oración, y que todo el bien puede ser logrado puesto que, en realidad, el bien es todo lo que existe; inspira a la persona a que no se resigne a creer que la miseria humana es una condición inevitable. Le urge trabajar para vencer las aflicciones del mundo de la mejor manera que sabe.

Para los Científicos Cristianos — ciertamente, para cualquier cristiano o buscador de la verdad — el Monitor ofrece una oportunidad única de obedecer el mandato de Cristo Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Marcos 16:15. A través de su reportaje compasivo y espiritualmente inspirado de los problemas locales y globales que necesitan solución, el periódico brinda a sus lectores un enfoque mundial para sus oraciones. Y en su búsqueda y reportaje de noticias alentadoras, que son señal de progreso para la humanidad, el Monitor permite a sus lectores conocer victorias similares a aquellas que los discípulos del Maestro experimentaron, como se registran en el Evangelio según San Marcos: “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que le seguían”. Marcos 16:20.

Sin embargo, tal como Jesús exigió el sacrificio de sus seguidores exhortándoles a que abandonaran los placeres y propósitos mezquinos y difundieran la palabra de Dios, así el Monitor requiere cierta medida de sacrificio de nuestra parte al difundir indivisiblemente “la Ciencia que opera inagotablemente”.

Es menester que lo leamos. Los Científicos Cristianos saben que deben asistir a los cultos religiosos de la iglesia establecidos por su Guía y apoyarlos con la oración si han de cumplir su papel de iluminar a la humanidad. Del mismo modo, el Monitor debe ser leído e integrado en nuestros asuntos diarios individuales, si ha de cumplir su papel de ayudar a lograr la salvación mundial.

Es interesante notar que después de escribir Ciencia y Salud, la Sra. Eddy fundó la Iglesia de Cristo, Científico, y, al establecer un diario, colocó la piedra fundamental final para el florecimiento de su descubrimiento.

Con este obsequio al movimiento de la Ciencia Cristiana y al mundo, evitó, en efecto, que sus seguidores se volviesen satisfechos de sí mismos, que prosiguieran con la Ciencia Cristiana simplemente para disfrutar de la curación en sus propias vidas. En esta forma, les proporcionó diariamente un recordatorio de un mundo que está hambriento de curación. El Monitor proporciona a sus lectores de una manera práctica el modo de participar en el trabajo de la salvación universal. La Sra. Eddy se comprometió a seguir a Jesús como una discípula moderna. En cierta oportunidad escribió: “Desde el interior del África hasta las partes más remotas de la tierra, los enfermos, aquellos que sienten nostalgia celestial o los corazones hambrientos me llaman pidiendo ayuda, y los estoy ayudando”.Miscellany, pág. 147.

El sacrificio que el Monitor exige de sus lectores no es por cierto agobiador. Al impulsarnos a ser menos egoístas y más generosos con nuestro amor, nos obliga a salir de la creencia de que estamos demasiados limitados por el tiempo, o por falta de habilidad, para orar por el mundo; en otras palabras, nos libra de estas creencias de la mortalidad.

La recompensa por esta abnegación es realmente grande; es una oportunidad de sanar a nuestro prójimo mundialmente como lo hacemos con nosotros mismos, y de participar en la salvación final de toda la humanidad al ésta despertar al hecho eterno de Dios perfecto y de Su creación perfecta: el hombre y el universo.

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