Cuando yo era muy pequeño, solía visitar a mis abuelitos. Ellos tenían un jardín muy grande lleno de plantas y flores. Cuando jugábamos teníamos que hacerlo fuera del jardín y tener cuidado de no estropear las plantas. A veces ayudábamos a quitar las malezas o a podar los arbustos para que crecieran mejor.
Pero yo muchas veces pisaba las plantas o les arrancaba las hojas porque creía que era divertido. Mis abuelos no pensaban que era divertido. Trabajaban mucho para tener un jardín lindo.
Un día estaba jugando en un montón de abono y encontré unos bulbos viejos.
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