Cristo Jesús fue el Mostrador del camino para la humanidad; por eso sus discípulos, incluso los del mundo contemporáneo, deben seguir sus pasos. Pero hasta que no comprendamos, por lo menos en alguna medida, el propósito de la obra del Maestro, no podremos emular la misión de Jesús.
La misión de Jesús fue universal: revelar el reino de los cielos, redimir a los pecadores y mostrar el camino de la salvación. Jesús vino a cambiar el concepto de sustancia que tenía el mundo. “Su misión terrenal fue traducir la sustancia a su significado original, la Mente”, Escritos Misceláneos, pág. 74. escribe la Sra. Eddy. Cuando se levantó del sepulcro, liberándose de la mortaja y retirando la piedra que cerraba la entrada, su triunfo sobre la creencia de que la materia pudiera ser la sustancia de la vida fue casi completo. Cuarenta días después, su ascensión dio prueba absoluta de que el Espíritu es la sustancia de la Vida. No dejó cuerpo material que pudiera ser sepultado.
La humanidad está todavía sepultada en la creencia de que la materia es la condición de la vida. Y todos necesitamos superar este falso concepto de sustancia y retirar la piedra que quisiera aprisionarnos en él. Esta piedra es la creencia firme y arraigada de que la vida está en la materia. Todos debemos retirar esa piedra y liberarnos del sepulcro mental que se deriva del pensamiento material. A medida que sustituimos el concepto de que la vida se encuentra en la materia por la comprensión espiritual, comenzamos a liberarnos del sentido material de sustancia y a vislumbrar el significado de que la Vida es Mente, Dios.
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