No hay sequedad o desierto tan yermo
Que la eterna primavera de la Vida
No haga florecer con vívidos colores,
Cada pétalo, completo, intacto, de las flores —
Regadas por el Amor.
No hay corazón tan herido, tan duro,
No hay vida tan estéril, tan desnuda,
Que de la gracia, un regalo de Dios, haga rechazo
O resista del Amor su fuerte abrazo —
Se logra allí una cosecha plena.
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