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Adoración mediante la curación

Del número de enero de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A partir del primer libro de la Biblia, la curación espiritual ha estado asociada con la adoración a Dios por medio de la oración (ver Gén. 20:17). Cristo Jesús se refirió a su obra sanadora para establecer su afiliación misma con Dios, su Mesiazgo (ver Lucas 7:19–22). Dando crédito a Jesús por la curación que acababa de experimentar, un hombre que había sido ciego de nacimiento dijo: “Si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye... Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer”. Juan 9:31, 33.

El descubrimiento que hizo la Sra. Eddy de la Ciencia divina, el Consolador que Jesús prometió, fue confirmado por los efectos sanadores radicales. Por ejemplo, al final de una serie de sermones que la Sra. Eddy predicó a fines de la década de 1870 en el “Baptist Tabernacle” en Boston, testimoniaron personas que habían sanado durante estas reuniones. Sin embargo, ella no sabía acerca de estos casos hasta que la gente dio los testimonios (ver Restrospección e Introspección 15:13–16:15). ¡La Ciencia Cristiana los había sanado!

A medida que Ciencia y Salud, el libro de texto que la Sra. Eddy escribió, circulaba más ampliamente, le comenzaron a llegar, en abundancia, testimonios escritos por personas que sanaron con la simple lectura y asimilación de las verdades contenidas en el libro. Aquí estaba la prueba de que su descubrimiento era, en realidad, el Consolador y una Ciencia, un sistema de curación divina, curación que depende de la comprensión y práctica del Principio divino, Dios, y no de una personalidad mortal o de una fe ciega.

¿Fue la profunda convicción de que la curación es inspirada por el mensaje puro de la Ciencia, lo que influyó a la Sra. Eddy para asignar a la Biblia y a Ciencia y Salud como pastor de la Iglesia que fundó, la Iglesia de Cristo Científico? Indudablemente que fue así. Tan segura estaba nuestra Guía de que estos efectos sanadores serían perpetuos, que estableció este pastor en forma permanente. Ella también estableció las reuniones vespertinas de los miércoles, cuya mayor parte está dedicada a “experiencias, testimonios y observaciones sobre Ciencia Cristiana” (ver el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy, pág. 122). De esta manera los cultos públicos de nuestra iglesia confirman la unidad fundamental, e indisoluble de la Iglesia de la Ciencia Cristiana y la curación en la Ciencia Cristiana. Confirman el hecho de que la curación por medios espirituales solamente, sin ayuda material, le es fundamental al Científico Cristiano en su adoración a Dios.

Quienes dan testimonios en las reuniones de testimonios vespertinas de los miércoles, dan crédito, por sus mismos testimonios, tanto a Dios como a Su Ciencia. Con cada testimonio, las leyes divinas que Jesús demostró en su vida y en su ministerio, y que la Sra. Eddy elucidó, son verificadas como medios por los cuales la curación fue y es efectuada. El expresar nuestra gratitud de todo corazón enriquece nuestra vida. Esto está ilustrado por la experiencia de Ana, cuya historia está relatada en el Antiguo Testamento.

Ana, que era estéril, había orado para poder tener un hijo. Ella prometió que, si su oración era respondida, dedicaría su hijo “a Jehová todos los días de su vida”. Y la Biblia dice que “Jehová se acordó de ella”. 1 Sam. 1:11, 19.

Ana atesoraba el hecho de que Dios había contestado su oración. Cuando dejó de amamantar a su hijo Samuel, ella cumplió su promesa. Lo llevó a la casa de Jehová y lo dejó con el sacerdote Elí. A partir de entonces, cada año volvía a traer una túnica nueva a Samuel mientras él crecía para cumplir una misión de trascendente importancia por la bendición que trajo a la humanidad.

Como Ana, nosotros también podemos ofrendar a Dios los frutos sanadores de nuestras oraciones. Cuando separamos estas bendiciones de un sentido personal de las cosas, podemos ver nuestras curaciones como señales de regeneración espiritual y no como meros beneficios personales y materiales. Entonces estamos preparados para compartirlas mediante las estipulaciones establecidas en el Manual.

Las curaciones que acompañan a nuestro nuevo nacimiento debieran ser consagradas con reverencia y humildad al servicio de Dios. Damos testimonio del Cristo sanador, la Verdad, no para entretener o divertir a los miembros de nuestra iglesia, ni para impresionar a visitantes ocasionales, o dar un relato tedioso de detalles triviales, sino para glorificar y servir a Dios. Una curación en la Ciencia Cristiana, que es sinceramente apreciada y compartida en obediencia, puede dar al esperanzado buscador de la Verdad, la Vida y el Amor una idea clara de los efectos sanadores de una verdadera teología y de la adoración mediante la oración. Tal testimonio de curación en la Ciencia Cristiana expresa una unión sagrada de la adoración y curación. Proclama al mundo la divinidad de las enseñanzas de esta Ciencia.

Un solo testimonio puede tener interminables efectos. Puede iluminar y alentar a quienes lo escuchan, y por medio de la inspiración de ellos puede llegar incluso a otros. Puede bendecir al que lo da así como Ana fue bendecida oportunamente con tres hijos y dos hijas.

Las importantes lecciones que culminan en curación pueden traer crecimiento espiritual que requiere la preparación de “túnicas nuevas”, nuevas maneras de expresar nuestra gratitud a medida que estas lecciones iniciales continúan desarrollándose. Así, mediante nuestra generosa contribución, nuestras curaciones nos ayudan a progresar hacia dimensiones más amplias de estatura espiritual.

Es fácil ver que el compartir nuestros testimonios no hace mundano nuestro culto religioso, sino, más bien, la verdadera gratitud santifica nuestras curaciones. Los testimonios llegan a constituir más de un cuarto de hora del total de dos horas que llevan los cultos religiosos semanales. ¡Piensen lo que podríamos lograr con nuestras contribuciones si dedicáramos a éstas una preparación espiritual, mediante la oración, semejante a la que efectúan los Lectores en su trabajo!

En el Manual de la Iglesia, la Sra. Eddy presenta los ideales que quienes dan testimonios deberían de esforzarse por lograr. Uno de los Estatutos dice en parte: “El testimonio sobre la curación de los enfermos es sumamente importante. Más que un mero relato de bendiciones, escala el pináculo de la alabanza e ilustra la demostración del Cristo ‘que sana todas tus dolencias’ (Salmo 103:3)”.Man., Art. VIII, Sec. 24.

La curación espiritual es más que el resultado confidencial de nuestra adoración individual por medio de la oración. También, es más que una importante contribución a los cultos públicos de nuestra iglesia; puesto que la curación restaura en la humanidad el reconocimiento de que el hombre es el hijo perfecto de Dios, la curación misma es adoración activa.

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