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La Iglesia en acción

Un artículo de una serie continua del Departamento “Practitioners and Nursing Activities” respondiendo a preguntas formuladas por el Movimiento sobre la práctica pública de la Ciencia Cristiana.

La práctica

Preguntas y respuestas

Del número de enero de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Journal


Los discípulos de Cristo Jesús dejaron sus profesiones para ser pescadores de hombres. El los había preparado para que dedicaran sus energías a predicar el evangelio y sanar a la gente de problemas físicos y morales por medio de la oración solamente. Sin embargo, Jesús también tomó en consideración los medios para el sustento de sus discípulos. Ver Lucas 22:35, 36.

A menudo, nos llegan preguntas respecto a lo que cobra un practicista por dar tratamiento. Hay personas que realmente quisieran dedicarse a la práctica, pero dudan en dar este paso porque creen que no podrán cumplir con sus obligaciones financieras.

Así como es esencial para el progreso del cristianismo dar un valor correcto al Cristo, la Verdad, también es preciso dar el valor correcto a la práctica sanadora de la Ciencia Cristiana. Un practicista que cobra con la seguridad de que ha cumplido con sus obligaciones espirituales, sabe que “el obrero es digno de su salario” Lucas 10:7., según lo ha dicho Jesús.

Mary Baker Eddy determinó por su propia experiencia que el aceptar pago por la prestación de servicios espirituales era la manera provista por Dios para ella y los practicistas de la Causa. Ella trata este tema en detalle en un artículo titulado: “El obrero y su paga” (The Laborer and his Hire) en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (págs. 214–216).

Los practicistas no son clérigos, razón por la cual la organización de la iglesia no les paga. Pero se han comprometido a dedicar todo su tiempo al ministerio sanador y salvador, y sus esfuerzos merecen recompensa.

Surgen muchas preguntas específicas referentes a los honorarios y envío de cuentas. Las respuestas que damos a continuación no pretenden establecer reglas o requisitos, sino simplemente ofrecer un marco de referencia útil para llegar a conclusiones individuales.

1. ¿Deben los practicistas enviar sus cuentas?

La mayoría lo hace. No obstante, hay países en donde no es legal, y puede haber otras circunstancias poco comunes. Se nos dice que algunos practicistas no envían cuentas. Algunos ni siquiera cobran. Sin embargo, parece claro que la Sra. Eddy esperaba que se cobrara o no hubiera incluido este punto en un Estatuto del Manual de La Iglesia Madre (Art. VIII, Sec. 22) y en declaraciones en otros de sus escritos. El no cobrar es injusto no solamente para otros practicistas, sino que además puede tener efectos negativos en la actitud de quienes buscan ayuda. Los pacientes, por su parte, necesitan valorar la verdad y buscarla con un sentido de responsabilidad.

Cabría agregar que muchas personas nos han dicho que prefieren que el practicista les envíe una cuenta. De otro modo, pone en el paciente la responsabilidad de determinar los honorarios, así como cualquier rebaja que podría estar en orden. La Sra. Eddy claramente escribe en el Manual (Art. VIII, Sec. 22) que el practicista — no el paciente — “deberá reducir razonablemente sus honorarios en casos crónicos de recuperación y en los que no haya efectuado la curación”.

2. ¿Es una buena idea hablar al comienzo sobre el precio con el paciente?

Esto depende de cada uno; sin embargo, a menudo es útil tener cierta idea al comienzo, para que después no haya ningún mal entendido. El paciente debe saber que el practicista no desempeña otro trabajo y que se acostumbra pagar por el tratamiento. La Sra. Eddy ha dado al practicista y al paciente la seguridad de que: “La Ciencia Cristiana demuestra que el paciente que paga lo que le es posible pagar por ser sanado tiene más probabilidades de recuperarse que aquel que retiene un insignificante equivalente por la salud”.Escritos Misceláneos, pág. 300.

3. ¿Tienen los practicistas honorarios específicos?

Sí, algunos tienen honorarios establecidos. No obstante, el practicista es benévolo con los pacientes, y ajusta sus honorarios de acuerdo con el Manual (pág. 46, líneas 25–28). Se espera que cada tratamiento — se trate de un negocio que marcha mal o de una enfermedad física — sane rápida y permanentemente; por tanto, cobrar sobre la base de un contrato sería inapropiado. Cobrar por adelantado también sería poco usual y poco ético por la misma razón.

4. ¿Debe un practicista llevar un registro?

Para ser exacto en su cobro y para pagar el impuesto por las ganancias, se deben mantener registros adecuados.

5. ¿Cuánto se debe cobrar?

Esta es una pregunta que se hace con frecuencia. Es natural que La Iglesia Madre no establezca tarifas. El practicista trabaja por su cuenta, y lo que cobra es producto de su demostración individual. No obstante, sería igualmente una equivocación que alguien cobrara muy poco como que cobrara excesivamente. Nuestra Guía nos da la mejor orientación en su declaración: “Los practicistas de la Ciencia Cristiana deben cobrar un honorario por sus tratamientos igual al que cobran los médicos respetables en sus respectivas localidades”.Miscellany, pág. 237. (Ver además “Declaración sobre honorarios de los practicistas”, escrita por La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana en el The Christian Science Journal de julio de 1979.)

Parece claro que la Sra. Eddy no tenía presente a los médicos especialistas de hoy en día, sino al médico clínico. Se debe tener cuidado de reconocer la diferencia entre el tratamiento de la Ciencia Cristiana y la práctica de la medicina. Por cierto que los Científicos Cristianos no fijan sus honorarios de acuerdo con la naturaleza de la enfermedad, y, por supuesto, no tienen nada que ver con el diagnóstico de la enfermedad.

Lo más importante que hay que tener en cuenta al fijar los honorarios, es que cada caso es individual. El practicista y el paciente bien pueden esperar una curación rápida y permanente; y las normas no pueden fijar un precio sobre los beneficios morales, espirituales y físicos de la oración, ni tampoco sobre la gratitud a Dios que fluye de ella.

En el esfuerzo individual para encontrar respuestas a todas estas preguntas, la clave es la gratitud. Nuestro amor y convicción absoluta de esta gran verdad y nuestro amor por la humanidad se reflejarán en precios justos para el practicista y el paciente; y, a su vez, el pago del paciente por el tratamiento es un aspecto de su expresión de gratitud, la manifestación natural de ver demostrado, en mayor grado, al Cristo en su propia vida. Es la gratitud por la redención y transformación que tienen lugar en el pensamiento, por una vida que está sanando.

Preguntas sobre cualquier aspecto de la práctica pueden enviarse a: The First Church of Christ, Scientist; Practitioners and Nursing Activities Department, A-151; Christian Science Center; Boston, MA, E.U.A. 02115.

[Extractos compilados de la sección “The Church in Action” del The Christian Science Journal.]

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