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[Original en alemán]

Desde que apareció mi primer testimonio en el Christian Science Sentinel...

Del número de enero de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde que apareció mi primer testimonio en el Christian Science Sentinel hace algunos años, he tenido mucho por lo cual estar agradecida. He tenido tantas pruebas de la segura y amorosa dirección de Dios, que no podría dejar de reconocer con agradecimiento Su sabiduría. A lo largo del camino, he aprendido a dejar de lado el sentido humano y a orar: “Sea hecha tu voluntad” (Mateo 26:42). Dios desea sólo lo mejor para Sus hijos, aun cuando no siempre lo reconozcamos plenamente.

En una oportunidad, cuando vivíamos en Brasil, tuvimos que mudar nuestra residencia a Europa. Una vez allí, nos tuvimos que mudar nuevamente varias veces porque el trabajo de mi esposo así lo requería. En otra oportunidad, nos mudamos a la parte de Suiza donde se habla italiano. Este paso me dio la oportunidad de conocer una nueva cultura e idioma, en este caso, el italiano. Esto, a su vez, probó ser una bendición en la filial de la Iglesia de Cristo, Científico, a la que me afilié, así como para ayudar a otros individualmente. Finalmente, varios años después de que mi esposo falleciera, me sentí guiada a volver a mi tierra natal (Alemania), idea que hasta ese momento había rechazado. Fue un verdadero regreso al hogar, pues yo sabía que en el universo de Dios no hay exiliados, ni siquiera voluntariamente, ya que nuestro verdadero hogar está donde Dios está, es decir, ¡en todas partes! Asimismo, me di cuenta de que no hay pasado o futuro para las ideas de Dios, porque el hombre existe en el eterno ahora, en completa armonía. Como Pablo dice de Dios (Hechos 17:28): “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”. En todas estas aventuras estuve acompañada de las palabras del Himno N.° 148 del Himnario de la Ciencia Cristiana, el cual comienza:

No teme cambios mi alma
Si mora en santo Amor;
Segura es tal confianza,
No hay cambios para Dios.

Estoy muy agradecida por muchos casos de protección, pruebas del infalible cuidado de Dios. Durante viajes largos, estaba constantemente consciente de Su presencia, lo que muchas veces me sacó de situaciones muy críticas. Además, he probado repetidamente por mí misma que las artes preventivas y curativas “pertenecen enfáticamente a la Ciencia Cristiana”, como se estipula en la página 369 del libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. [El pasaje completo dice: “Las artes profiláctica y terapéutica (es decir, la preventiva y la curativa) pertenecen decisivamente a la Ciencia Cristiana, como se vería fácilmente, si se comprendiese la psicología, o Ciencia del Espíritu, Dios”.] El estar constantemente al tanto de nuestra unidad con Dios, es lo que realmente nos protege.

Recientemente tuve una experiencia que me aclaró especialmente esta verdad.

Una mañana, al entrar en la bañadera para darme una ducha, resbalé de repente y caí de cabeza sobre el borde de la misma y luego al piso duro del baño, arrancando la cortina de baño al caer. Sin embargo, toda aquella mañana había estado pensando (sin aparente razón) que nunca estamos a merced de la disponibilidad de la ayuda humana, ya que como ideas de Dios, somos inseparablemente uno con El. El está siempre presente, y nada existe sino Dios y Su reflejo: el hombre verdadero, creado espiritualmente.

De manera que al caerme declaré inmediatamente, en voz alta, que, en realidad, nada había sucedido. Me levanté ilesa, sintiéndome completamente libre. Gozosa, agradecí a mi Padre por este caso de protección.

Cerca de una semana más tarde, el recuerdo de este hecho se manifestó en dolor, y sólo con gran dificultad podía mover las piernas A medida que oraba, me daba cuenta de que recordando el incidente como un “accidente” y hablando de él como tal, había hecho una realidad del mismo. Cuando hube purificado más mi pensamiento, tanto esta creencia como el dolor desaparecieron. Desde ese momento, he estado caminando con facilidad.

Además, el oído y la vista han mejorado en los últimos años, en contraste con los argumentos de vejez, los cuales afirman que puede ocurrir lo contrario.

Sólo el amor activo puede expresar mi gratitud por la Ciencia Cristiana. Una vez oí decir: “Yo no busco, encuentro”. Me gustaría modificar estas palabras diciendo: “¡Yo he encontrado!” Mediante la Ciencia del Cristianismo, que nos hace posible aplicar la verdad en todas las situaciones de la vida, he encontrado el camino hacia la armonía, felicidad y realización.


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