“De modo que estás a punto de graduarte. Con la depresión económica y las dificultades que hay en el mercado laboral, ¿qué planes tienes para después de tu graduación?
¿Te han estado bombardeando con este tipo de declaraciones y preguntas? Si aún no tienes planes definitivos, no tienes por qué asustarte. La Biblia nos asegura que el cuidado de Dios es constante: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda”. Isa. 30:21.
Por medio de la oración, cada uno de nosotros puede apartarse de las reclamaciones de que hay una economía limitada y un mercado laboral incierto, y con entusiasmo y confianza adoptar decisiones respecto a los años que siguen a la graduación. Como hijo de Dios, cada uno de nosotros está bajo el gobierno siempre presente de Dios, el bien. La actividad de Su ley satisface incesantemente todas nuestras necesidades en una forma única y específicamente correcta. La Sra. Eddy escribe: “Cada individuo debe llenar su propio nicho en el tiempo y en la eternidad”.Retrospección e Introspección, pág. 70.
La Biblia contiene relatos de personas que se sentían inseguras acerca del futuro, pero que tuvieron vidas brillantes y llenas de propósito por su confianza inamovible en la guía de Dios. Un ejemplo de esto es la vida de José. Fue vendido como esclavo y puesto en prisión injustamente. Pero se ganó el favor del Faraón de Egipto; y, finalmente, por medio de su fe en la dirección de Dios, fue el instrumento para salvar a Egipto y a las naciones vecinas, al igual que a su propia familia, del hambre y de la ruina. Ver Gén., caps. 37, 39–45. Cada paso de su carrera lo iba preparando para el siguiente.
Durante los últimos meses antes de mi graduación universitaria, intenté encontrar la forma de canalizar mi especialización en artes liberales a través de una carrera que fuese útil. Como aparentemente no tenía un sentido definitivo de dirección cuando me faltaban unas pocas semanas para mi graduación, decidí visitar a una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella me señaló que al volverme a Dios en oración, yo podía estar segura de tener las respuestas cuando las necesitara, pero no necesariamente cuando yo las quería. La diferencia que hizo la practicista entre necesitar y querer me causó un gran impacto. Me di cuenta de que al recurrir a Dios no debía delinear mis deseos, sino que debía escuchar humilde y pacientemente, y luego dar cada paso tal como se me iba presentando día a día. Más aún, podía hacer esto con gozo y con la mayor expectativa de bien.
Después de mi graduación, regresé a casa sintiéndome animada y tranquila, y acepté el mismo trabajo de verano que había tenido en años anteriores. Oraba fervientemente para purificar mis motivos y buscar una orientación que incluyera usar, para un buen propósito, las cualidades que Dios me había otorgado. A medida que transcurría el verano, me sentí guiada a tomar instrucción en clase Primaria de la Ciencia Cristiana. El estudio intenso acerca de la verdadera naturaleza de Dios y el hombre profundizó mi entendimiento, y me dio una base mucho más firme para llevar una vida útil.
Hacia el final del verano, presenté una solicitud para continuar mis estudios para graduados en un programa relativamente nuevo que iba a consolidar muchos de mis intereses en una carrera específica. Fui aceptada, pero para el segundo semestre. A medida que oraba, me pareció que lo correcto sería comenzar mis estudios desde el comienzo del semestre, de modo que me puse en contacto con la comisión de admisiones. La comisión estuvo de acuerdo con mi pedido, pero las normas de la universidad sólo permitían inscripciones para iniciar el ciclo de las clases hasta cierta fecha, y esa fecha ya había pasado. Orando humildemente a Dios, me sentí guiada a solicitar una entrevista con el secretario académico. Me vino al pensamiento que yo estaba tratando de obtener consideración especial de parte de una gran universidad, conocida por sus interminables trámites. Como estudiante de Ciencia Cristiana, yo sabía que debía reemplazar la opinión material de esta situación con los hechos del gobierno divino. Me resultaron de gran ayuda estas palabras de la Sra. Eddy: “Jesús no tuvo necesidad ni de ciclos de tiempo ni de ciclos de pensamiento a fin de madurar la aptitud para llegar a la perfección y sus posibilidades. El dijo que el reino de los cielos está aquí y está incluido en la Mente; que mientras vosotros decís: Hay todavía cuatro meses, y entonces viene la siega, yo digo: Mirad hacia arriba, no hacia abajo, porque vuestros campos ya están blancos para la siega; y juntad la mies por medios mentales y no materiales”.La unidad del bien, págs. 11–12.
Al entrar en la oficina del secretario académico, él me dijo que, si él hubiese sabido por anticipado el propósito de mi visita, hubiera cancelado nuestra entrevista, pues él no iba a inscribir a ningún estudiante nuevo en una fecha tan atrasada. Le pregunté si me podía quedar y explicarle el motivo por el cual yo quería ingresar de inmediato. Aceptó a regañadientes y luego tuvo que contestar una llamada telefónica. Utilicé ese tiempo para orar; afirmé en silencio que Dios tenía la situación bajo Su dominio, y que Su ley reemplazaba todo, incluso mi percepción de lo que yo quería.
El secretario terminó de hablar por teléfono, y le conté algo acerca de mi interés en el programa para graduados. De pronto me interrumpió y me dijo que, aunque le resultaba inexplicable, había decidido permitir que me inscribiera para el comienzo del semestre. Me fui de su oficina verdaderamente agradecida de Dios.
El programa de estudios resultó ser específicamente apropiado para colmar ni necesidad y puso a mi alcance una carrera sumamente satisfactoria y estimulante. Este acontecimiento fue para mí la ilustración de la declaración que hace la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: “El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes que tomen forma en palabras y en acciones”.Ciencia y Salud, pág. 1.
Todos pueden estar seguros de la infalible guía de Dios. Puede conducirnos a través de caminos muy diferentes de los que esperamos. Algunos encontrarán trabajo en una empresa ya establecida, otros abrirán un negocio, y aún otros se dedicarán a establecer un hogar. Sea cual fuere la profesión específica, si reclamamos persistente y confiadamente la presencia y la perfección del amor y de la sabiduría de Dios, nuestras necesidades serán suplidas — antes y después de la graduación — y de una manera que nos dejará satisfechos.
