Hace varios años, mientras un dentista me limpiaba los dientes, me dijo que parte de la encía estaba deteriorada. Me dio el nombre de un especialista y me recomendó que me operara.
Cuando regresé a casa, en lugar de llamar al especialista, llamé a un practicista de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), y le pedí que me ayudara mediante la oración. Durante el siguiente año y medio, trabajé con el practicista, y por mi propia cuenta. Sin embargo, la condición física ni mejoraba ni empeoraba. Pero a medida que oraba, me interesaba y me entusiasmaba más y más con lo que iba aprendiendo sobre la Verdad divina, y me preocupaba menos y menos con lo que le pasaba a la encía.
Durante este tiempo de crecimiento espiritual, muchos aspectos de mi carácter fueron mejorando. Los altibajos periódicos de mi temperamento y mi emocionalismo fueron disminuyendo gradualmente a medida que me daba cuenta de que, en realidad, no me gustaba ser excesivamente emotiva. (Anteriormente, me había agradado serlo.) Mientras trabajaba para vencer el problema de inestabilidad emocional, me ayudó el afirmar con frecuencia que yo no podía, de ninguna manera, pensar o actuar “fuera” del gobierno de Dios. En esa época también me liberé de un gran temor.
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