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El enfermero y su misión: ayudar a quien lo necesita

Del número de octubre de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El concepto que mucha gente tiene de un enfermero de la Ciencia Cristiana es el de una persona alerta, alegre, ordenada, puntual y complaciente. Pero él o ella es más que eso. Un enfermero de la Ciencia Cristiana expresa cualidades derivadas de Dios tales como compasión, pureza, afecto, sabiduría y devoción espiritual. La confianza del enfermero descansa en la comprensión de que, en realidad, todos somos “herederos de Dios y coherederos con Cristo”. Rom. 8:17. El o ella se esfuerza por poner a Dios primero y por amar desinteresadamente, El lema del enfermero bien podría ser: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17.

Tal individuo es un metafísico que promueve el ministerio de la Ciencia Cristiana. Esta es la misión primordial de los enfermeros, aunque es también indispensable que atiendan a las necesidades físicas de los que están a su cargo. El desafío de cada momento es ver al hijo espiritual de Dios allí mismo donde parece haber un mortal enfermo.

Los requisitos para los enfermeros de la Ciencia Cristiana están establecidos por la Sra. Eddy en el Manual de La Iglesia Madre: “Un miembro de La Iglesia Madre que se acredite como enfermero o enfermera de la Ciencia Cristiana, deberá tener un conocimiento demostrable de la práctica de la Ciencia Cristiana, comprender a fondo la sabiduría práctica necesaria respecto al cuarto de un enfermo, y que pueda cuidar bien del enfermo”.Man., Art. VIII, Sec. 31.

En el curso de entrenamiento para enfermeros, se alienta al enfermero novicio a que demuestre la Ciencia Cristiana. Durante las clases y en su trabajo de entrenamiento, él o ella aprende que la comprensión de la filiación del hombre con Dios fundamenta cada una de las fases del trabajo. El enfermero trabaja y ora, se esfuerza por practicar las cualidades espirituales que, en verdad, le pertenecen a cada uno como semejanza de Dios mismo, y edifica así sobre los sólidos cimientos del Cristo, la Verdad.

A medida que del estudiante concurre a las clases y comienza a trabajar con los pacientes bajo la supervisión de enfermeros graduados, obtiene, paso a paso, un conocimiento más elevado de la Ciencia Cristiana y de su práctica. El estudiante descubre todos los días nuevas formas de aplicar su comprensión de la Verdad en situaciones en que cuida al paciente que guarda cama. El estudiante aprende la ética del enfermero de la Ciencia Cristiana, y pronto se da cuenta de que toda otra consideración está supeditada a la necesidad de ser un buen metafísico.

Diariamente, el estudiante pone su fe en el Padre-Madre Dios, confiando en la omnipresencia del Amor divino. A veces, puede que él o ella sienta que es necesario ser específicamente firme y resuelto, expresando, en actividad práctica, la naturaleza del Amor divino, como lo expresan las palabras del Salmista: “Padre de huérfanos” Salmo 68:5.; y de acuerdo con las palabras que Isaías atribuye a Dios: “Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros”. Isa. 66:13.

“La sabiduría práctica necesaria en la habitación del enfermo” se adquiere a medida que los estudiantes para enfermeros obtienen confianza en lo que están aprendiendo tanto acerca del cuidado del paciente como de su propia capacidad para ponerlo en práctica. El enfoque metafísico que tiene el entrenamiento, los hace recurrir de manera natural a la Mente divina en busca de dirección y, pronto, se dan cuenta de que son capaces de cumplir con el requisito final para el enfermero de la Ciencia Cristiana descrito en el Manual: “cuidar bien del enfermo”.

La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “La enfermera ha de ser alegre, ordenada, puntual, paciente, llena de fe — sensible a la Verdad y al Amor”.Ciencia y Salud, pág. 395.

El sentir que se está llevando a cabo la obra de Dios, de servir, de expresar Amor, es parte del trabajo del enfermero de la Ciencia Cristiana. El ver iluminarse la cara de un paciente, porque uno ha entrado en el cuarto con una sonrisa, es también parte de esto. El hacer la cama con las sábanas tan estiradas que si se dejara caer una moneda sobre éstas rebotaría; el levantarse con tiempo suficiente para estudiar la Lección Bíblica en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y, aún así, llegar a tiempo a la reunión de cambio de turno; el escuchar pacientemente un relato que ya se ha escuchado antes; el sentir la presencia del Amor divino llenando la sala donde se están cantando himnos; todo esto es parte de la tarea del enfermero de la Ciencia Cristiana.

La curación espiritual que se lleva a cabo es una de las mayores recompensas. Aunque los enfermeros no dan tratamiento metafísico a los pacientes, sí apoyan el trabajo de curación. Su función es la de ayudar a proveer la atmósfera sanadora en la que el paciente pueda hacer su trabajo por su propia salvación con la ayuda, por medio de la oración, del practicista de la Ciencia Cristiana. El estudio diario de la Lección-Sermón y el trabajo de oración que los enfermeros efectúan para ellos mismos y para la humanidad, los prepara para hacer esto.

En el trabajo, la consagrada tarea de rechazar en nuestro pensamiento el cuadro material de un mortal enfermo y ver en su lugar al hombre perfecto de la creación de Dios, como Cristo Jesús lo hacía, es de fundamental importancia. Ciencia y Salud declara: “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre sanaba a los enfermos”.Ibid., págs. 476–477.

Antes de graduarse de enfermero de la Ciencia Cristiana, al completar tres años de entrenamiento, el estudiante tiene que haber tomado instrucción en clase Primaria con un maestro autorizado de la Ciencia Cristiana. Esta sagrada experiencia corona la preparación del enfermero. ¿Por qué? Porque él o ella es, ante todo, un metafísico, prestando servicios en el ministerio de la Ciencia Cristiana.

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