Todos conocemos el fenómeno humano que cuanto más alto subimos, más lejos podemos ver. El extenso panorama se amplía ante nosotros cuando nos detenemos en la cima de la montaña o miramos la ciudad desde el techo de un rascacielos. El que permanece en el subterráneo tiene un sentido muy restringido de las glorias de la naturaleza y de la belleza del amanecer.
Una conclusión metafísica natural se evidencia: cuanto más elevado y espiritual se vuelve nuestro pensamiento, más percibimos la bondad de Dios. Lo elevado del pensamiento espiritual nos capacita para ver y experimentar la naturaleza ilimitada de la Mente divina, Dios.
En la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), entendemos que los puntos de vista más elevados y los inferiores corresponden al punto de vista espiritual de la realidad o al punto de vista material. Estos contrastantes puntos de vista están claramente ilustrados en la Biblia en los primeros capítulos del Génesis. El punto de vista más elevado presenta al hombre como el amado hijo que Dios creó a Su semejanza; el punto de vista inferior describe al hombre como un pecador miserable sujeto a ser condenado y maldecido.
Fue el punto de vista espiritual más elevado del pensamiento de Cristo Jesús lo que le capacitó para demostrar la ley de Dios tan eficazmente al curar a los enfermos, resucitar a los muertos y caminar sobre el agua. Estos hechos parecen milagrosos para el sentido humano debido a su punto de vista material, inferior e incorrecto. Todos los actos de Jesús estaban basados en la Ciencia, en un conocimiento de la naturaleza y de la ley de Dios. Estos eran naturales para su elevada comprensión espiritual de lo que realmente es la naturaleza. Las revelaciones de la Ciencia Cristiana nos capacitan para percibir espiritualmente la verdadera creación, y, por tanto, la naturalidad de las obras de Jesús al sanar enfermos y pecadores.
Fue su elevado pensamiento, su espiritualidad, lo que capacitó a Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, para discernir y declarar la Ciencia del ser. La Ciencia fue la revelación de la verdad que apareció en su consciencia, esa consciencia lo suficientemente espiritual para contemplar las verdades del ser: la realidad y el poder del bien, la irrealidad del mal. La curación en esta Ciencia descansa en la comprensión espiritual de esta revelación, la percepción de lo que es verdadero.
La evidencia de los sentidos físicos no es un punto de vista válido; es distorsionado, mesmérico, erróneo. Se apoya en la hipótesis falsa de que la vida y la inteligencia están en la materia. De ahí la necesidad de rechazar esta evidencia falsa y elevar nuestro pensamiento al punto de vista espiritual. Lo podemos hacer a medida que estudiamos y oramos para espiritualizar nuestro pensamiento.
Cuando recurrimos a Dios en oración, sentimos el poder redentor del Cristo elevándonos. Esto es más que mero esfuerzo humano. El poder redentor proviene de Dios y se manifiesta en el Cristo.
Dios es el único poder creativo, y Dios es Espíritu infinito. El hombre hecho a semejanza de Dios es espiritual y perfecto, y ésta es la verdadera identidad de cada uno de nosotros. A medida que buscamos al Cristo, la Verdad, nos es posible comprender la identidad espiritual del hombre, y esta comprensión trae resultados sanadores a nuestra experiencia. Un estado espiritual más elevado de pensamiento se expresa en una vida diaria más armoniosa porque se entiende mejor esta Ciencia y el orden de la creación de Dios.
Cuando Jesús estaba en el monte de la transfiguración, vio a Moisés y a Elías. Su concepto más elevado de pensamiento trascendió el espacio y el tiempo. El estaba viendo las luminarias de la historia espiritual.
Uno de los grandes valores de este punto de vista espiritual es la perspectiva que nos da. Podemos comenzar a ver la realidad del bien y la irrealidad del mal en todas sus formas de enfermedad y pecado. Esto no siempre resulta claro o fácil cuando nos encontramos cara a cara con la evidencia del sentido material y las exigencias de la experiencia personal que estamos viviendo. Saber acerca del punto de vista más elevado e inmortal nos da aplomo. El Salmista nos ayuda a obtener una perspectiva cuando dice: “No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad. Porque como hierba serán pronto cortados, y como la hierba verde se secarán. Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad”. Salmo 37:1–3. Este tema básico aparece a través de la Biblia, y mediante la comprensión espiritual de la realidad del bien, se convierte en una fuerza factible en nuestra experiencia.
La altitud espiritual se obtiene al elevar el pensamiento diariamente a través de la oración para contemplar la creación como el producto de la Mente infinita, de la inteligencia divina. Las llamadas circunstancias físicas no constituyen una barrera para lograr este elevado punto de vista. El autor del Apocalipsis estaba en la Isla de Patmos, un lugar de exilio, cuando alcanzó una espiritualidad tan elevada que lo capacitó para ver la santa ciudad descender de Dios, del cielo. Jesús estaba en la tumba cuando estaba conquistando el mundo de los sentidos y demostrando la inmortalidad del hombre. Las palabras de la Sra. Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras son apropiadas: “La visión espiritual no está subordinada a altitudes geométricas”.Ciencia y Salud, pág. 215.
A veces, tal vez sintamos que las circunstancias materiales limitan nuestras posibilidades, que el medio ambiente no es favorable para nuestro éxito. Pero todos tenemos la oportunidad de orar, de darnos cuenta de la presencia y del poder de Dios. Dios es absolutamente imparcial en Su amor. El captar este hecho con claridad puede destruir toda barrera artificial y dejarnos en libertad para demostrar la bondad de Dios. Cuando Abram estaba resolviendo el conflicto con Lot, propuso que se apartaran de manera amistosa. Y Dios dijo a Abram: “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. Gén. 13:14, 15.
Se le dijo que podía poseer la tierra, en toda la extensión que sus ojos podían ver. Por cierto que estamos en la misma posición. Podemos poseer todas las ideas de Dios en nuestra comprensión de la Ciencia Cristiana en toda la extensión que puedan ver nuestros ojos — hasta donde las comprendamos — y luego esforzarnos por vivirlas en nuestra experiencia diaria. Las circunstancias son mentales, no físicas. Cuando estamos preparados para cambiar nuestra actitud mental y alcanzar al Cristo, la Verdad, entonces, nuestro medio ambiente, nuestras oportunidades, nuestras posibilidades, cambian.
Recuerdo bien una experiencia que tuve después de haber recibido instrucción de Ciencia Cristiana en clase Primaria. Se acercaba la época de asistir a la primera reunión de mi asociación, y no veía cómo podría hacer el viaje. Era época de guerra; mi trabajo era muy restrictivo; ya no me quedaban vacaciones; mi situación financiera era limitada. Cuando le dije a mi maestro esto, me dijo: “Si permites que ese sentido de limitación venga en este momento, se te presentará de la misma manera el año próximo. Tu lugar está aquí”. Entonces empecé a orar y a ejercitar mi sentido espiritual. A medida que oraba, mi pensamiento se elevaba, y comencé a admitir que todo el bien es posible, que no hay límite para la bondad de Dios o para Su idea. Cuando admití que esto era posible, las cosas empezaron a suceder. El camino se abrió; obtuve unos días libres; dispuse de dinero; tomé un tren de última hora y estuve allí. Esto estableció el hecho de que podía hacerlo, y después de esta experiencia jamás falté a una reunión de mi asociación.
Cuando nos enfrentamos con un problema de enfermedad, la evidencia de los sentidos físicos parece un obstáculo a nuestra libertad y actividad normales. Es importante comprender que esto es un estado mental falso, un sentido de limitación, un error de creencia. La materia en sí misma no tiene ni inteligencia ni poder para producir ninguna condición. Debe ser la mente mortal — la mentalidad falsa, el punto de vista material — lo que pretende presentar esta condición. Y la pretensión falsa de que hay mente en la materia debe ser reprendida y negada. Puede tomar la forma de una teoría médica, de herencia, contagio, odio, pecado. Pero no hay inteligencia real en estos errores. Ciencia y Salud dice: “Elevando el pensamiento por encima del error, o la enfermedad, y luchando persistentemente por la verdad, destruís el error”.Ciencia y Salud, pág. 400.
Para elevar nuestro pensamiento por encima del error, debemos empezar por entender que Dios es la única Mente y que el hombre es Su imagen y semejanza, Su reflejo, como lo enseña la Biblia. ¿Qué significa tener una sola Mente, un solo Dios? Significa pensar desde el punto de vista de que Dios, el Espíritu, es la Mente del hombre, y, por consiguiente, la Mente suya. Entonces, ¿cómo conoce Dios a Su creación? ¿Cómo ve El al hombre como Su imagen? El hombre refleja la perfección del ser, la armonía del ser, la santidad del ser. El Amor perfecto que es Dios ve al hombre en su condición inmortal como hijo de Dios, el amado del Amor. Este hombre es puro, perfecto en toda función, completo, íntegro, manifiesta la naturaleza y el amor de Dios. Manifiesta la armonía y la bondad del gobierno de Dios en todas formas. Y éste es el hombre, el único hombre que existe: nuestra verdadera identidad.
En lugar de contemplar al hombre y al universo desde el punto de vista de los sentidos físicos, que es simplemente el punto de vista de la mente mortal, adoptemos un nivel más elevado de pensamiento y veamos la creación desde el punto de vista de la Mente divina y a través de los sentidos espirituales. Podemos así llegar a la realidad y traer curación y regeneración a nuestra experiencia.