Hace treinta años un compañero de trabajo me dio un ejemplar del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, con el siguiente comentario: “Léelo, analízalo y júzgalo”. Fui muy escéptico. Sin embargo, después de haberlo leído y analizado durante un rato, pude juzgarlo y decidí que el libro era lo que había estado buscando y lo que necesitaba. Comencé a asistir a los cultos religiosos en una Sociedad de la Ciencia Cristiana y también a estudiar la Lección Bíblica semanal publicada en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.
En esa época, mi salud era muy precaria. Solamente podía comer cosas livianas y a menudo me sentía apático. Pronto empecé a notar cambios. Sentía más alegría de vivir y tenía más apetito. Llegó el momento en que pude comer normalmente. Puesto que el estudio de la Ciencia Cristiana estaba ejerciendo un efecto tan favorable en mi salud, finalmente decidí solicitar mi afiliación a la iglesia. Me sentí muy agradecido cuando fui aceptado como miembro de una Sociedad de la Ciencia Cristiana y también de La Iglesia Madre, La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts.
Cuando me desempeñaba como Segundo Lector en la Sociedad, tuve una curación. Un día me fui a mi trabajo como de costumbre, cuando, de repente, se me presentaron serios síntomas en una pierna. En obediencia a los requisitos de la compañía, fui examinado por un médico quien diagnosticó que era flebitis. Me llevaron a mi casa y pedí ayuda mediante la oración a un experimentado Científico Cristiano. Mediante una absoluta confianza en la omnipresencia y omnipotencia de Dios, tres días más tarde sané y pude desempeñar mis deberes, el domingo, como Segundo Lector.
En otra ocasión me lastimé gravemente ambas manos y el pulgar de la mano izquierda se me dobló completamente. Los vecinos opinaron que el dedo estaba roto y que debía ir inmediatamente a ver al médico. Pero yo anhelaba asistir a la reunión de mi Asociación de Estudiantes de Ciencia Cristiana al día siguiente, y sabía que nada podría impedir que lo hiciera. Oré sinceramente por mí, y pude ir a la reunión. En corto plazo, las dos manos, incluso el pulgar, estaban perfectamente bien.
Me siento muy feliz por la espiritualización de mi pensamiento como resultado de mi estudio y práctica de la Ciencia Cristiana. Estoy muy agradecido por haber visto que la Ciencia Cristiana sana de acuerdo con las enseñanzas de nuestro Maestro, Cristo Jesús, sobre la base de que Dios es Todo-en-todo. Mi gratitud por todo lo que la Ciencia divina ha hecho por mí es mejor expresada cuando amo y vivo esta Ciencia, lo cual hago de todo corazón.
Reutlingen, República Federal de Alemania
