Hace ocho años me encontraba haciendo algo de lo que nunca creí que iba a poder ser liberado: el vicio de fumar marihuana. (La venía fumando casi a diario durante trece años.)
Fue en ese entonces que supe por primera vez de la Ciencia Cristiana. Pronto comencé a estudiar esta Ciencia, que demuestra las enseñanzas de Cristo Jesús. Al leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, adquirí una mayor comprensión y un sentido de dominio divino del hombre. De allí en adelante, cada vez que tenía un problema físico, reclamaba mi verdadera identidad, sabiendo que el hombre está sostenido por Dios, el Principio divino del ser. Las curaciones físicas fueron rápidas. Pero era la curación de la creencia en el placer material (el de fumar marihuana) la que realmente deseaba.
Creía que el estar “achispado” me daba libertad y placer. Pero el sentido de euforia que experimentaba cuando fumaba estaba lejos de lo que es realmente vivir. Cuando llegué al punto de querer obedecer el Primer Mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Exodo 20:3), fue cuando verdaderamente comencé a vivir. Esto me hizo comprender que el recurrir a la marihuana o a cualquier otra cosa material para obtener seguridad, felicidad o alegría, era negar la supremacía de Dios.
La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud (pág. 167): “Para tener un solo Dios y valerse del poder del Espíritu, debe amarse a Dios supremamente”. También dice en el capítulo “La Oración” (ibid., pág. 14): “Estad conscientes por un solo momento de que la Vida y la inteligencia son puramente espirituales — que no están en la materia ni proceden de ella — y el cuerpo no proferirá entonces ninguna queja”. Estos dos puntos — poner a Dios primero y estar conscientes de la verdadera vida como espiritual — establecieron una base sólida para que finalmente obtuviera mi curación.
A través de muchas horas de oración y búsqueda, se me hizo claro que el universo es básicamente pensamiento. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud (pág. 269): “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos de los sentidos por las ideas del Alma”. De esta manera, se me hizo evidente que tenía que espiritualizar mi pensamiento. Esto es, tenía que depender menos de los inseguros sentidos físicos y escuchar más a Dios, mediante cualidades tales como receptividad, alegría, paciencia, fe y obediencia.
Numerosas referencias en la Biblia muestran que fue el reconocimiento que tenía Cristo Jesús de la unidad del hombre con Dios, lo que lo capacitó para destruir las limitaciones del pensamiento basado en la materia — para elevar el pensamiento espiritualmente — y para sanar. Cuando dejé de verme como un mortal con una mente humana limitada, fue cuando comencé a percibir mi verdadera naturaleza como hijo de Dios, que refleja a la Mente divina e infinita. Pronto, con mis esfuerzos diarios para comprender mejor mi verdadera identidad, desapareció el deseo de fumar marihuana. No fue el ejercicio de la voluntad humana, sino el ceder a Dios, y permitir el “Hágase Tu voluntad”, lo que trajo la completa curación.
Estoy muy agradecido por mi liberación de este vicio y por haber tomado instrucción en clase de Ciencia Cristiana, la que fortaleció mi capacidad de ser receptivo a lo que es correcto. Más que nada, estoy agradecido de poder compartir esta curación, que me enseño que el escuchar al Cristo nos permite estar “achispados” naturalmente, y nos posibilita dar testimonio de la verdad al ocuparnos en el problema del ser.
Los Angeles, California, E.U.A.