La mujer que está en el púlpito no sabe nada de Einstein, Heisenberg, Bohr, o de los grandes físicos que aparecerían en el siglo veinte. Su sermón es dado en Boston, E.U.A., en 1880. No obstante, en él declara con convicción: “Nos hallamos en medio de una revolución; la física va cediendo lentamente a la metafísica; la mente mortal se rebela contra sus propios límites; cansada de la materia, quisiera captar el significado del Espíritu”.La curación cristiana, pág. 11.
Esta mujer fue Mary Baker Eddy, la fundadora de la Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens). Algunas décadas más tarde, libros y revistas populares se ocupaban de explicar al público los cambios extraordinarios que estaban ocurriendo en el concepto que las ciencias naturales tenían de la materia.
La materia ya no se estaba considerando más como una colección de átomos sustanciales como se creía que era en el siglo diecinueve. Ahora se la percibía como un conjunto de partículas diminutas, invisibles y de corta vida, más pequeñas que los neutrones. Pero estas partículas mismas se ven como un modelo de sucesos subatómicos: acontecimientos que cambian de continuo, que se pueden explicar solamente en términos de probabilidades matemáticas. ¡Y estas probabilidades son alteradas por el mismo hecho de ser observadas!
Un físico comenta: “Las aparentes similitudes entre la estructura de la materia y la estructura de la mente no deberían sorprendernos demasiado, puesto que la consciencia humana desempeña un papel crucial en el proceso de observación, y en la física atómica determina, en gran medida, las propiedades de los fenómenos observados”. Fritjof Capra, The Turning Point: Science, Society, and the Rising Culture (New York: Bantam Books, 1982), pág. 86.
Las declaraciones de la Ciencia Cristiana acerca de la materia nunca han parecido ser más precisas o proféticas. “La materia es un concepto humano”,Ciencia y Salud, pág. 469. escribe la Sra. Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Y en otra parte de este libro dice: “La Ciencia muestra que lo que se denomina materia es sólo el estado subjetivo de lo que la autora denomina mente mortal”.Ibid., pág. 114. Y también observa: “Que la materia sea sustancial, o que tenga vida y sensación, es una de las falsas creencias de los mortales, y sólo existe en una supuesta consciencia mortal”.Ibid., pág. 278.
Muchos de los conceptos de la física actual tienden a tomar una dirección similar. Pero, por cierto, hay una gran diferencia. El físico teórico considera que la evidencia de los sentidos humanos proporciona una definición aceptable de la realidad diaria. Pocos físicos verían sus teorías acerca de la materia como aplicables en términos prácticos inmediatos. ¡Ciertamente no esperarían aplicar sus puntos de vista acerca de la materia a sus propios cuerpos o a las presiones en el mundo de los negocios, a lugares de estacionamiento y a las relaciones humanas, como lo hace el Científico Cristiano!
Fue en este contexto diario que la Sra. Eddy hizo su descubrimiento fundamental, y no en un aislado y teórico estudio sobre la materia. Un accidente había amenazado su vida, y comprendió que la aparente condición física de su cuerpo, tan desesperada, no era un hecho irreducible. Vio esta condición de la materia cambiar a la luz de una comprensión sólida y momentánea de que la vida realmente está en Dios, el Espíritu, la Mente. Lo que en este estado le había parecido físicamente como sustancial, doloroso y peligroso, simplemente había desaparecido después de que este nuevo concepto del todo poder y presencia de Dios llenó su pensamiento.
Comenzó a comprender que la condición del cuerpo material era sencillamente la impresión de lo que más tarde designaría “mente mortal”. Cuando esta llamada mente, o agregación errónea de impresiones de los sentidos, cambió, también lo hizo el cuerpo.
Finalmente, mediante su propia curación espiritual y la de muchos otros, demostró, o comprobó, la revelación que gradualmente le vino de que Dios es la unica Mente real, que todo es la expresión perfecta de esta Mente divina, y que la materia no es la sustancia, vida o inteligencia que aparenta ser. No es de sorprenderse que sintiera que esta percepción constituía un momento decisivo para la humanidad, y que percibiera la inmensa liberación que aportaría a la humanidad esta exacta — esta científica— comprensión de que el hombre es espiritual y no material.
Y las curaciones han continuado efectuándose; curaciones de todas las enfermedades y condiciones de la materia que se puedan imaginar. A menudo, con tales curaciones, se produce un fundamental cambio de vista acerca de lo que es real. Tiempo, circunstancias humanas, condiciones físicas del cuerpo, vicisitudes de la vida humana, todos parecen ser mucho menos importantes, porque la realidad espiritual absoluta ha llegado a ser sustancialmente evidente.
Entonces, ¿en dónde se lleva a cabo la verdadera revolución? ¿En el campo de la física o en la comprensión humana que se tiene de Dios? ¿Es intelectual o espiritual? La revolución a la que la Sra. Eddy se refería — el ceder de la física a la metafísica, de la materia al Espíritu — llegó mediante el descubrimiento de que Dios, la Mente, es Todo. Esta comprensión espiritual, o purificación de la consciencia humana, se refleja en determinados cambios que se ven en el pensamiento de la humanidad, y aun en el concepto que los científicos de las ciencias naturales abrigan sobre la materia. Pero en el análisis final, es una revolución espiritual lo que está sucediendo; el resultado de abandonar los tradicionales puntos de vista mortales por una nueva comprensión de lo divino, el resultado de “nacer” verdaderamente del Espíritu.
En el mismo sermón, La curación cristiana, en el que la Sra. Eddy habló de la revolución, nos dice: “La Ciencia metafísica nos enseña que no hay otra Vida, sustancia ni inteligencia sino Dios... Oh Científicos Cristianos, vosotros que habéis invocado el nombre de Cristo dándole un significado más elevado, cuidaos de obrar en conformidad con aquello que afirmáis, y abundad en Amor y Verdad, pues de no hacerlo así no estaréis demostrando la Ciencia de la curación metafísica”.Curación, pág. 16.
Esta es, después de todo, la revolución que el Maestro mismo, Cristo Jesús, comenzó. Como les dijo a aquellos que estaban dispuestos desde un principio a tomar parte, esta revolución lo requiere todo; y lo da todo. Cada paso que demos, reconociendo obedientemente al Padre-Madre, Dios, al igual que lo hace un niño; cada curación de pecado y enfermedad, por simple que sea, está desempeñando su parte en esta gran revolución, la cual finalmente liberará a la humanidad.
No es el refinado estudio de la materia llevado a cabo por las ciencias físicas, sino la comprensión espiritual de Dios y del hombre lo que verdaderamente está conduciendo a la humanidad hacia adelante. La gran revolución es espiritual. Está impelida por la revelación de la existencia y totalidad de Dios y por el nuevo nacimiento y curación que inevitablemente le siguen. La demostración suya — su vida — es necesaria. Usted es parte de esta revolución que puede cambiar el curso de la historia.
