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La Iglesia en acción

La oración tiene un alcance ilimitado

Del número de octubre de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Journal


El siguiente artículo fue enviado desde Zimbabwe.

La oración en la Ciencia Cristiana, podría compararse con algo así como arrojar una piedra en un estanque lleno de agua. Los círculos que se forman se van ampliando cada vez más, y nunca sabemos el alcance del beneficio. Al expresar el amor que reflejamos, abarcamos a los de pensamiento receptivo y a los necesitados que nunca hemos conocido. Del mismo modo, deberíamos tener evidencia tangible de que nuestra labor no ha sido en vano.

Una vez, mientras oraba, me di cuenta de que en todo momento el pensamiento, inspiración, estudio y amor desinteresado que continuamente nos dan nuestros maestros de la Escuela Dominical a través de los años, había dado fruto; que todos los alumnos que alguna vez habían asistido a esas clases, seguían siendo bendecidos. Mi esposo, que enseñó en la Escuela Dominical durante muchos años y le gustaba hacerlo, llegó a casa un día y dijo: “Me encontré con un señor que hacía años que no lo veía. Me dijo que en una oportunidad en que estaba viajando en un tren, de pronto, empezó a recordar los momentos felices que había pasado en mi clase en la Escuela Dominical; muchos de los temas que tratamos volvieron a su memoria, y se sintió agradecido por todo lo que había aprendido”. Este encuentro ocurrió el día en que yo había estado orando por la Escuela Dominical. Me sentí muy agradecida por la seguridad de que esta persona había sido ciertamente bendecida.

Tiempo después, cuando yo era superintendente de la Escuela Dominical, estaba orando para aclarar mi pensamiento acerca de dos niños — un hermano y una hermana — que habían asistido por algún tiempo pero que ya no venían a la Escuela Dominical. Pensé en el relato de la Biblia en el que Dios dijo a Abram, después que éste se apartó de Lot: “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre”. Gén. 13:14, 15. Al aplicar esto para corregir mis propios pensamientos sobre la situación, declaré que todos teníamos derecho a toda la iluminación espiritual — la comprensión era la herencia divina del hombre — y que nadie podía ser privado del privilegio y de todos los beneficios del estudio de Ciencia Cristiana. Después de un tiempo, se vio la recompensa, y los niños volvieron a asistir regularmente a la Escuela Dominical.

En otra ocasión yo había estado orando más a fondo por todas las actividades de nuestra iglesia; sabía que toda persona que alguna vez hubiera concurrido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana en cualquier parte o que hubiera visitado una Sala de Lectura, asistido a un culto religioso de los domingos, a una reunión de testimonios de los miércoles, a una conferencia, o recibido tratamiento de un practicista de la Ciencia Cristiana, había sido bendecida. Comprendí que las semillas de la Verdad que habían sido sembradas crecerían bajo el poder de Dios y revelarían muchas ideas inspiradoras y sanadoras, así como la semilla de mostaza de la que habló Jesús, creció y se convirtió en un árbol y las aves vinieron y anidaron en sus ramas. Ver Mateo 13:31, 32.

Después me llamaron de nuestra Sala de Lectura. Un visitante, que había asistido a nuestros cultos religiosos por corto tiempo hacía años, se acordó de mi esposo y de mí. Quería hablar con alguien sobre Ciencia Cristiana y preguntó si podía venir a verme. Así lo hizo, y tuvimos una larga charla. Lo invité a concurrir a nuestros cultos, pero dijo que, por la unidad de la familia, iba a clases de Biblia y a los cultos de la iglesia de su esposa. Le dije: “Bien, venga cuando usted pueda”. Al poco tiempo de nuestra charla, vino una vez. Lo saludé y le dije que me complacía verlo. Después de un tiempo volvió, y terminó concurriendo regularmente los domingos.

Entonces lo invité a nuestras reuniones de los miércoles, que comenzaban a las cinco y cuarto de la tarde. Pero me explicó que no le era posible, pues tenía que llevar a su hijo a casa todos los días a las cinco de la tarde.

Nuevamente le dije: “Bien, venga cuando pueda. Usted sabe que siempre es bienvenido”. Pasó un tiempo y vino un miércoles, explicando que ese día no había sido necesario que llevara a su hijo. Finalmente pudo asistir regularmente, y en varias oportunidades dio testimonios de curaciones de las que había sido testigo cuando era alumno de la Escuela Dominical en otro país. Esta experiencia fue una prueba más de que “... la oración es siempre respondida si a Dios acudes con amor y fe” (Himnario de la Ciencia Cristiana, N.o 149). Confirma la verdad de las amorosas palabras de nuestro Himno N.° 303:

Jamás habrás de despreciar
palabra u obra fiel,
pues la semilla al germinar
grandioso fruto da.

Ninguno puede predecir
del fruto su poder,
ni el resultado que dará
lo que creciendo está.

Todos podemos orar eficazmente por la Causa que amamos y ver los resultados, porque, como dice nuestra Guía, la Sra. Eddy: “Una profunda sinceridad tiene el éxito asegurado, porque Dios se encarga de ello”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 203.

“... indispensable” para estudiantes

Un hombre de negocios, antes de ser practicista y maestro de Ciencia Cristiana, se dio cuenta de que la palabra “indispensable” que aparece en el mensaje de la dedicatoria de Escritos Misceláneos por la Sra. Eddy, tenía un significado especial para él. En dicha dedicatoria leemos: “A CIENTIFICOS CRISTIANOS LEALES en esta y en toda tierra dedico afectuosamente estas enseñanzas prácticas, indispensables para la cultura y logros elevados que constituyen el buen éxito del estudiante y demuestran la ética de la Ciencia Cristiana”.

El dijo que razonó consigo mismo de la siguiente manera: yo no saldría a la calle sin ponerme todas las piezas de mi traje. Cada una de estas piezas es indispensable. Y considerando los Escritos Misceláneos indispensables, se dedicó a estudiarlos durante una semana. Al final de la semana, la situación en sus negocios, que no era nada buena, cambió totalmente, dando lugar a éxitos significativos.

Otro maestro de Ciencia Cristiana comentó a otros maestros acerca del gran valor de los Escritos Misceláneos; pues no sólo son una enseñanza para ellos, sino que además, capítulos como “Preguntas y Respuestas” y “Precepto sobre Precepto” también indican cómo enseñar.

Cuando la Sra. Eddy publicó los Escritos Misceláneos, recomendó que se dedicara un año entero a su estudio a través de la oración. En la actualidad, cualquier persona que realice un estudio profundo de esta destacada colección de lecciones bíblicas, preguntas y respuestas, sermones, testimonios, cartas, poemas y ensayos, realizados con un enfoque excepcional, llegará a la conclusión de que su tiempo fue muy bien utilizado. No sólo será un mejor pensador, sino también un seguidor más fiel de nuestra Guía, la Sra. Eddy. Las enseñanzas que contiene este libro son el desarrollo de la Ciencia Cristiana práctica, tal como se le fue presentando mientras realizaba la labor de establecer la Causa de la Ciencia Cristiana.

En este libro encontramos una guía inspiradora. Incluye la aplicación de la Ciencia Cristiana en la vida diaria, como, por ejemplo, en las relaciones humanas, la salud, la superación de la pobreza. Al mismo tiempo, el pensamiento del lector es guiado a una manera de pensar que revela la verdadera naturaleza espiritual del hombre. El lector percibe la explicación sobre las distintas maneras que conducen hacia la regeneración práctica, y bien puede llegar a exclamar junto con la autora: “¡Qué pensamiento iluminado de fe es éste! que los mortales pueden despojarse del ‘hombre viejo’, hasta que se halle que el hombre es la imagen del bien infinito que llamamos Dios, y aparezca la plenitud de la estatura del hombre en Cristo”.Esc. Misc., pág. 15.

La Sra. Eddy publicó estos escritos — tomados en su mayoría del Journal— en formato de libro, a pedido de los Científicos Cristianos. En la actualidad, están a nuestra disposición como la evidencia de una Guía incansable y amorosa, llevando el pensamiento del pensador espiritual a lo que él más necesita: la Ciencia Cristiana práctica.

Una nueva luz sobre las publicaciones periódicas

La siguiente carta fue enviada por el bibliotecario de una Sala de Lectura de una iglesia en Florida, E.U.A.

Las escasas ventas efectuadas por la Sala de Lectura produjeron como resultado una reducción en nuestro pedido permanente de publicaciones periódicas, y sólo muy de vez en cuando se nos hacía algún pedido para una suscripción. En nuestra reunión de miembros del mes de enero, fuimos informados de la pérdida de uno de nuestros puntos de distribución de literatura. ¡Era obvio que había llegado el momento de brindar a las publicaciones periódicas, por medio de la oración, un fuerte apoyo consagrado!

Los comités de distribución de literatura y los de apoyo a las publicaciones periódicas estuvieron de acuerdo con unirse al personal de la Sala de Lectura para un común esfuerzo. A comienzos del mes de marzo, a cada miembro de los tres comités se le envió un pedido de ayuda, que consistía en que dedicara dos meses de tratamiento metafísico sico diario en forma individual, y que culminaría en una reunión conjunta de los comités en el mes de mayo.

¡Qué fructíferos fueron esos dos meses de trabajo de oración! En nuestra reunión de mayo, surgieron magníficas ideas a medida que compartíamos lo que habíamos aprendido a través de nuestra oración para las publicaciones periódicas. Comprendimos cuál es el papel que desempeñan nuestras publicaciones periódicas como misioneros que incluyen al mundo, cada una de ellas con un propósito específico propio (ver The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany por la Sra. Eddy, pág. 353).

Consideramos las cualidades singulares del Cristo que expresaban aquellas personas que participaban en la redacción, corrección, publicación y despacho de estas publicaciones. Aceptamos nuestro privilegio y nuestro deber (de acuerdo con el Artículo VIII, Sección 14, del Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy) de suscribirnos a las publicaciones periódicas, reconociendo de ese modo nuestro papel como personal de apoyo para nuestro equipo de misioneros. Y nos sentimos maravillados ante las evidencias de curación que fuimos presenciando a medida que nuestra labor progresaba:

• se hicieron diez suscripciones nuevas a través de la Sala de Lectura;

• tres instituciones locales para jóvenes con problemas aceptaron suscripciones de obsequio; estas suscripciones habían sido rechazadas anteriormente;

• se adquirió un nuevo punto para la distribución de literatura, y se conservó otro que aparentemente se había perdido;

• la Sala de Lectura recibió un llamado telefónico de una persona desconocida para nosotros, que residía en otra parte de la ciudad, solicitando literatura.

Salimos de la reunión conjunta de comités, dándonos cuenta de que nuestro trabajo — nuestra oportunidad como personal misionero — recién había comenzado. Ahora llevamos con nosotros un reconocimiento más elevado del papel sanador que juegan nuestras publicaciones periódicas en el movimiento de la Ciencia Cristiana, y de nuestra gozosa responsabilidad como participantes de ese movimiento.

La paz vence a la violencia

Una iglesia en Londres escribe:

En momentos en que Londres estaba pasando por un período de disturbios públicos y turbas violentas fuera de lo común, nuestra iglesia tuvo una interesante experiencia relacionada con su Sala de Lectura. Un fin de semana, el día viernes, la policía avisó al bibliotecario que se esperaba que un área cerca de la Sala de Lectura iba a ser el objetivo de un próximo disturbio. Firmemente aconsejaron que la Sala de Lectura permaneciera cerrada. Varios negocios del vecindario habían entablado el frente de sus locales.

De todas formas, la Sala de Lectura permaneció abierta. Se alertó a los practicistas, al personal de la Sala de Lectura y a otros miembros de la iglesia, sobre la necesidad de orar. El personal de servicio compartió entre ellos las verdades espirituales expresadas en diferentes pasajes de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, y en su libro Pulpit and Press. Los títulos de los carteles ubicados en la vidriera durante esa época eran “Comulgar con el infinito”. y “Seguridad dondequiera que usted esté”. Seguramente otros en la comunidad también estaban orando.

Luego nos informaron que se había visto una turba recogiendo ladrillos y escombros, usados en estos ataques violentos, y que su intención era dirigirse a nuestra zona, pero que, de repente, esta turba se separó y se dispersó tranquilamente. Durante ese fin de semana, no hubo problemas en la zona.

Durante el mismo período, se manifestó un crecimiento importante en la actividad de la Sala de Lectura. La venta de libros aumentó, más gente vino a estudiar a la Sala de Lectura, los carteles en la vidriera parecieron atraer a más transeúntes, y hubo más informes de progreso y gratitud por la ayuda recibida, por lo que las personas que trabajaban para la Sala de Lectura sintieron una profunda gratitud.

[Extractos compilados de la sección “The Church in Action” del The Christian Science Journal.

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