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Apoyo sin reservas a quienes han sido electos

Del número de noviembre de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando terminan las elecciones democráticas, pueden surgir preguntas sobre cómo podemos apoyar a quienes fueron electos. Y es posible que sinceramente deseemos tener una perspectiva clara de la situación si nuestro candidato no triunfó.

El entendimiento espiritual que trae la Ciencia Cristiana, nos muestra que hay un camino para dar nuestro apoyo sin reservas, hayamos o no votado por una persona en particular. La Ciencia Cristiana nos capacita para ver con gozo y paz la naturaleza del gobierno verdadero, y, de esa manera, poder apoyar magnífica y prácticamente a quienes ocupan cargos públicos.

Todo gobierno verdadero procede de Dios, la Mente divina. Apoyamos el cargo que ocupa quien ha sido electo, cuando sabemos que las verdaderas cualidades cristianas que se necesitan para ocupar el cargo — tales como integridad, sabiduría, juicio correcto — están siempre presentes, porque Dios, el bien infinito, está siempre presente. El hombre verdadero — una idea de la Mente — expresa naturalmente esas cualidades del Cristo. Es perfecto, incorruptible, espiritual. En este sentido él es más grandioso que el concpeto limitado acerca del hombre como un ser finito.

Los sentidos físicos nos dicen que el hombre es un mortal, gobernado por una mente personal que es parcialmente buena y parcialmente mala. Pero la Ciencia Cristiana nos da un concepto más elevado y verdadero. Revela que el único creador del hombre es Dios, el bien divino, la única Mente. El hombre es Su semejanza, Su expresión espiritual, que sólo puede ser, saber y hacer lo que Dios, la Mente perfecta, le hace ser, saber y hacer. Puesto que Dios es el Principio divino, Su semejanza obedece la ley divina. Puesto que Dios es Verdad, Su expresión está gobernada por la integridad. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “El hombre es, y eternamente ha sido, el reflejo de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 471.

El concepto correcto acerca del hombre es lo que más ayuda a promover un gobierno estable. Dios está gobernando al hombre, y la ley del Cristo, la Verdad, está actuando. Un Científico Cristiano tiene la sagrada responsabilidad de mantener este concepto acerca del hombre en armonía con estas verdades espirituales del ser. El hombre no está gobernado por la mente mortal, puesto que en realidad no existe ninguna mente material. La Mente divina, Dios, lo gobierna. Las decisiones sabias que promueven el bien público proceden de la ley divina y del gobierno del hombre por Dios.

Este conocimiento de la verdad es realmente una forma de oración que fortalece al gobierno estable. La forma cristiana de ver al hombre es saber que no coexiste con malas influencias, pues está gobernado solamente por la Verdad divina. Y podemos orar para comprender que Dios siempre ama y guía a Sus hijos. La Sra. Eddy recomendó en cierta oportunidad: “Orad para que la presencia divina guíe y bendiga a nuestro primer magistrado, a aquellos asociados con su cargo ejecutivo, y a nuestro poder judicial nacional... ” Christian Science versus Pantheism, pág. 14.

Nuestra oración diaria apoya a nuestro gobierno cuando esta oración fluye desde una actitud imparcial del pensamiento que sabe que el hombre es la idea perfecta de la Mente.

Cristo Jesús debe haber tenido una actitud natural para la oración. Cuando estaba entrando en Jericó, Zaqueo, el jefe de recaudación de la ciudad, quien probablemente participaba del oportunismo que se suponía tenían esas personas, estaba deseoso de ver a Jesús. Como Zaqueo no era muy alto, se subió a un árbol para así poder ver mejor al Maestro. Cuando Jesús vio a Zaqueo en el árbol, le dijo: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”.

El relato continúa: “Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso”. La Biblia nos dice: “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”. Ver Lucas 19:1–10.

Ciertamente las enseñanzas de Jesús requieren nada menos que un servicio totalmente desinteresado. Pero él reconocía la integridad verdadera de Zaqueo como hijo de Dios. Y es este respeto por la verdadera individualidad, por lo que el hombre verdaderamente es como idea de Dios — en toda su pureza resplandeciente como imagen del Principio divino — lo que constituye la influencia sanadora del Cristo.

Como lo vemos en la vida de Cristo Jesús, él nunca fue engañado por el pecado o la falta de honestidad. Su reconocimiento puro y constante de la naturaleza verdadera del hombre y su identidad a semejanza de Dios, fue su protección constante, y puede ser también la nuestra.

Esta forma de oración nos ayuda a proteger al gobierno para que no sea engañado por el magnetismo animal. La Sra. Eddy escribe así del magnetismo animal: “Es la creencia errónea de que la mente está dentro de la materia y que es mala y buena a la vez; que el mal es tan real como el bien y más poderoso”.Ciencia y Salud, pág. 103. Pero nos da una gran confianza aprender, por medio de la Ciencia Cristiana, que la mente no está en la materia. El mal no tiene ni realidad ni influencia. No es mente y no tiene influencia verdadera. La Mente es Dios, el bien; y Cristo, la única influencia verdadera, está siempre presente para guiarnos correctamente.

Si vamos a apoyar verdaderamente a quienes han sido electos, nuestros motivos, sin embargo, tienen que ir más allá de un partido político o del interés nacional para así incluir a toda la humanidad. Nuestro apoyo a quienes ocupan cargos públicos, es genuino sólo cuando expresa un deseo sincero de ver a cada uno ayudado por la acción del Amor divino. Cuando confiamos en Dios y respetamos al hombre como Su imagen, no necesitamos saber siempre qué curso de acción es el correcto para la humanidad, tanto en el gobierno como en los asuntos de la iglesia. Dios está gobernando Su universo, y a medida que mantenemos un entendimiento claro de Su supremacía, nuestra oración sobre estas bases revela y pone en acción lo que es más correcto para la actual situación.

Cuando apoyamos y apreciamos la verdadera individualidad del hombre como reflejo de Dios, estamos aprendiendo cómo Dios gobierna al hombre y lo estamos demostrando. Y ésta es la forma más segura de dar un apoyo sin reservas a todos los que han sido electos en cualquier lugar.

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