“ ‘Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos’. (Santiago 1:6–8)
“¿Cuántas veces había yo leído este pasaje? ¿Cuántas veces había escuchado a mi pastor predicarlo? No obstante, cuando mi hijita de tres años tuvo de nuevo un ataque de asma y fue hospitalizada, descubrí que yo carecía de una fe total en Dios para que la sanara...
“La alzaba en mis brazos, la mecía y le decía que teníamos que confiar en Dios. Lo mismo me decía a mí misma. Cuando finalmente se quedaba dormida de agotamiento, volvía yo a implorar su caso ante el Señor. Yo necesitaba confiar en Dios. Tenía que confiar. No tenía que dudar. No obstante, me sentía preocupada...
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!