Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

¿Sabiduría mundana, o el espíritu de Dios?

Del número de noviembre de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


• Un hombre acaba de abrir su propio negocio. Tiene que pagar los estudios de un adolescente y no dispone de dinero. En su iglesia lo eligen para que desempeñe, durante tres años, un cargo que le exigirá gran parte de su tiempo. ¿Deberá aceptarlo?

• Es de vital importancia que una determinada carta dirigida a un periódico con el fin de corregir una información equivocada, sea publicada. La carta ha sido rechazada dos veces: una, por medio de una carta de carácter general, y la segunda en forma más detallada. Amigos que “conocen a alguien que conoce a alguien”, le dicen al autor de la carta que debiera usar la presión de influencias personales para que la publiquen. ¿Es quizás el momento de hacer uso de esas influencias?

• Una persona muy conocida ha sido calumniada en la prensa por personas que han abierto un juicio contra ella. Finalmente, después de un largo proceso, los demandantes retiran su demanda. Un tercer grupo escribe un libro sobre el caso. Este libro podría ayudar a exponer los motivos básicos y los métodos inescrupulosos que instigaron el juicio. ¿Debería la persona calumniada ayudar a que ese libro se publique?

La sabiduría del mundo y la conciencia cristiana a menudo no coinciden en el mismo curso de acción. San Pablo hace una distinción muy clara entre las dos cuando escribe: “... nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios...”  1 Cor. 2:12.

Si deseamos tener más curaciones en nuestra vida, quizás tendríamos que estar dispuestos a tener menos “mundo” en nuestra vida. La mayoría de nosotros sabe la diferencia entre la básica moral cristiana y lo mundano. Pero podemos beneficiarnos, preguntándonos qué pensamos con respecto al “sentido común” del mundo, y a lo que el mundo comúnmente asume sobre miles de otras actividades humanas diarias.

Por ejemplo, el hombre en la primera situación descrita al principio de este editorial tuvo que preguntarse hasta qué punto era necesario o “sabio” obedecer las exigencias espirituales de su conciencia o guías espirituales. Desde el punto de vista del mundo, era una imprudencia que tomara tiempo del negocio de bienes raíces que acababa de abrir para servir como Lector de la Ciencia Cristiana
Christian Science (crischan sáiens), quien debe conducir los cultos de los domingos y miércoles, preparándose y ensayando durante la semana.

Sin embargo, él estaba completamente convencido de que los caminos de Dios eran no sólo correctos, sino eminentemente prácticos. Por lo tanto, aceptó el nombramiento y siempre puso a Dios y su trabajo de la iglesia en primer lugar. Pasó horas dedicado al estudio espiritual y a la oración; actuó motivado por un profundo amor hacia la humanidad, y no en provecho propio. De hecho, decía que estaba en el negocio de ayudar a los demás a que conocieran mejor sus “verdaderos bienes”, es decir, su herencia espiritual. Procedía de varias maneras contrarias a lo que generalmente se considera prudente en los negocios; pero tuvo tanto éxito que, poco después, lo llamaron del banco que había dejado, ofreciéndole que volviera como presidente. Lo más importante fue que ayudó e inspiró a mucha gente a lo largo de su camino.

Por supuesto que cristianismo de Cristo Jesús, no enseña que usemos la moralidad y la espiritualidad “para ir adelante en el mundo”. Al contrario, las enseñanzas de Jesús muestran que, de ninguna manera estamos en el negocio de ganar el mundo, es decir, ganar poder, ganar dinero, ganar la estima del mundo. El propósito de nuestra vida es entender el reino de Dios dentro de nosotros y entrar en él, entrar en esa consciencia de la totalidad de Dios que no deja ningún “mundo” para desear sino el de Dios y Su creación.

El autor de la carta mencionada en el segundo ejemplo también aprendió más sobre las perspectivas ilimitadas y la presencia del reino de Dios. La carta que él presentó para que se publicara, era en defensa de la curación cristiana. Había sido rechazada dos veces de una manera refinada por uno de los más importantes periódicos del mundo. Pero él decidió escuchar a Dios y confiar en la operación de Su ley, en lugar de aceptar ofrecimientos de influencias y poder mundanos. El resultado fue que se sintió guiado a hacer una presentación directa que — desde el punto de vista del mundo — era fuera de lo común, pero que tuvo como consecuencia la publicación inmediata de la carta.

Si estamos creciendo espiritualmente, nos damos cuenta de que distinguir entre el espíritu de Dios que hemos recibido y el espíritu del mundo, requiere que estemos continuamente alerta. La “vigilancia” que Jesús exigió a sus discípulos, no fue sólo para la medianoche, sino también para la plena luz del día. Como lo declara Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “Pablo y Juan tuvieron una clara percepción de que así como el hombre mortal no alcanza honores mundanos sino sacrificándose, de igual manera tiene que ganar las riquezas celestiales abandonando toda mundanalidad. Entonces ya no tendrá nada en común con los afectos, móviles y objetivos del mundano”.Ciencia y Salud, pág. 459. ¿Nada? Nada es lo que dice la declaración.

La mujer en el tercer ejemplo era la Sra. Eddy, quien hizo un generoso arreglo con el autor de un libro que le era enteramente favorable, de modo que fuera posible que él no lo vendiera. Ver Lyman P. Powell, Mary Baker Eddy: A Life Size Portrait (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1950), págs. 209–210. Ella escuchó a Dios, no tenía deseos de retribución personal, e insistió en amar a aquellos que el mundo llamaría “enemigos”. Era evidente que practicaba lo que predicaba.

El hecho es que no hay reinos separados, el reino de Dios y los reinos de este mundo. Como lo dice el Padre Nuestro en su conclusión: “Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria”. Mateo 6:13. Dios, que es Todo-en-todo, que es el bien supremo, que es Amor, no creó un mundo material. El mundo material y sus pretendidas necesidades de poder astuto y violento, son el sueño o la ilusión que parece real al sentido pecador y mortal; el reino de los cielos es la realidad aquí, a nuestro alcance, la realidad que Jesús en su pureza vino a enseñar a la humanidad.

Por tanto, ningún aspecto de lo mundano — ya sea la llamada sabiduría del mundo de los negocios con su ritmo acelerado, el poder político o la competencia entre profesionales — tiene que ser aceptado, por la sencilla razón de que “así se hacen las cosas”. La pregunta es: ¿Es un curso de acción determinado compatible con la espiritualidad pura que Jesús estableció como modelo para la humanidad? Métodos que implican la persuasión agresiva, el impresionar, la manipulación, la mentira o el engaño como una supuesta necesidad, la intimidación sutil, la justificación propia, no tienen nada en Cristo, en la nueva revelación de la realidad espiritual y el universo de Dios. Es en esta revelación que encontramos verdadera sabiduría y eficacia.

Como dice Pablo: “Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios”. 1 Cor. 3:18, 19. En la medida en que estemos dispuestos a aceptar este hecho, Dios nos capacitará para hacer las distinciones necesarias, para permanecer fieles a nuestra elección a favor del espíritu de Dios, y para entrar en Su reino en la tierra.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / noviembre de 1985

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.