En cierta ocasión, mientras jugaba en la escuela, accidentalmente me golpearon en la cabeza dos veces. Ese día, cuando regresé a casa, no me sentía nada de bien. Ni siquiera podía mirar televisión. De manera que llamamos a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí. No obstante, durante muchos días no pude sostener la cabeza erguida ni podía caminar.
En uno de los días en que me encontraba en casa, mi madre me preguntó si había tenido algún problema en la escuela. Le contesté que uno de mis amigos ya no era un amigo sino un enemigo; siempre me gastaba bromas. Mi madre me recomendó que reconociera lo que realmente era verdadero acerca de él. Yo sabía que todo lo que ha creado Dios es bueno, incluso a mi amigo. Escuché los relatos bíblicos grabados en discos que había adquirido en una Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. También mi pequeña hermana me ayudó mucho. Muy pronto mi cabeza se enderezó, y, en la escuela, mi enemigo se convirtió en mi amigo.
Watertown, Massachusetts, E.U.A.
Deseo verificar el testimonio de Samuel con la esperanza de que pueda ayudar a otros padres. A través de esta experiencia, tratamos humildemente de obedecer el mandato de la Sra. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 29), que dice: “Los cristianos tienen que tomar las armas contra el error en casa y fuera de ella”, y que nos bendijo en gran manera.
Mi esposo y yo nos hemos criado en la Ciencia Cristiana, y estábamos profundamente convencidos de que la mejor manera de cuidar de nuestro hijo era por medio de la oración en la Ciencia Cristiana. También fuimos maravillosamente apoyados todos los días por las oraciones de un practicista.
Las noches eran lo que presentaba el mayor desafío, y lo que me ayudó mucho fue esta simple declaración que la Sra. Eddy cita en Ciencia y Salud (pág. 96): “ ‘La hora más oscura precede al amanecer’ ”. También, la historia bíblica de cómo Cristo Jesús resucitó a la hija de Jairo (ver Marcos 5:22–24, 35–43) fue de mucha ayuda. Procuré esforzarme por prestar mejor atención a lo que Dios sabe acerca de nuestro hijo como Su hijo.
A través de toda esta experiencia, la Lección Bíblica (que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana) constituyó una roca, una fuente de fortaleza y apoyo para nosotros. Había momentos en que me encontraba estudiando la lección en medio de la noche y me sentía tan cerca de Dios que sabía que Su presencia nos envolvía. Y entonces se manifestaba una inmediata mejoría.
Al cabo de dos semanas de progreso continuo, Samuel pudo caminar y comer normalmente. Su cabeza todavía estaba inclinada hacia un lado, y expresaba cierta resistencia acerca de la idea de volver a la escuela; no tanto en razón del problema físico, sino debido a la situación con su amigo. No obstante, en esta etapa, nos parecía que su resistencia podía ser parte del problema y que existía la necesidad de anular este mesmerismo. De modo, que poco a poco, lo fuimos alentando a que diera ese paso y le aseguramos que no existía lugar alguno donde pudiese estar fuera del cuidado del Amor. En otras circunstancias, tal vez no hubiera sido aconsejable que un niño regresara a la escuela antes de que la curación fuera completa, pero en este caso nos pareció que era la contestación a nuestra oración. Samuel no se mostró entusiasmado con la idea, pero estuvo de acuerdo con hacer la prueba. Luego, yo tenía que enfrentar el desafío que se me presentaba a mí. Aunque estaba absolutamente segura de que le estábamos dando a nuestro hijo el mejor cuidado posible al confiar completamente su salud a Dios, todavía me sentía muy preocupada por lo que pensarían los demás acerca de nuestra familia y de la Ciencia Cristiana. Sin embargo, con la ayuda de un practicista, finalmente me fue posible percibir que la Verdad que sabíamos se manifestaría a sí misma frente al mundo, puesto que Cristo, la Verdad, hace valer su propio derecho. Entonces me invadió una gran sensación de paz, y me fue posible confiar completamente en nuestro Padre-Madre Dios.
De modo que Samuel volvió a la escuela. Su condición no pasó desapercibida. Pero cuando la subdirectora hizo mención de la misma, le hice presente simplemente y de buena manera nuestra total confianza en la Ciencia Cristiana, y no se dijo más sobre el particular. Cuando nuestro hijo regresó a casa ese primer día, se veía radiante, porque, como él lo describió en su testimonio, había visto a su amigo, a quien había considerado como un enemigo, cambiar completamente para bien.
Al cabo de esa semana, la hinchazón en el cuello de Samuel había desaparecido, y nuevamente podía sostener su cabeza erguida. Todo estaba normal. Más tarde su maestra mencionó esta curación y comentó sobre el hecho de que desde entonces Samuel había expresado más confianza cuando estaba con sus amigos.
Es imposible expresar la gratitud que mi esposo y yo sentimos ese fin de semana cuando vimos a nuestro hijo nuevamente andar en bicicleta a toda velocidad a lo largo de un trayecto de diez kilómetros, bordeando la costa oceánica. Todas las señales de debilidad se habían disipado. Era como si nada adverso hubiera sucedido. Y en la Verdad nada había sucedido. Esta curación se produjo hace más de tres años, y no ha habido efectos posteriores.
Estoy muy agradecida a Dios por la amorosa ayuda de los practicistas de la Ciencia Cristiana y por el amor y fortaleza de mi esposo. Estoy agradecida, más de lo que las palabras puedan expresar, por la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, por haber podido estudiar la Biblia y Ciencia y Salud cuando estaba creciendo, y por ver que la misma Palabra de Verdad alimenta ahora a mis hijos. Pero, sobre todo, estoy profundamente agradecida por una mejor comprensión de la proximidad de Dios.
Como padre de Samuel, puedo agregar que todo lo sucedido es exactamente como él y mi esposa lo han expresado. Particularmente aprecié la calma y el sentido de humor de mi hijo. No tuvo miedo en absoluto. En realidad, todos teníamos una completa confianza en el tratamiento de la Ciencia Cristiana. Estoy especialmente agradecido por los practicistas de la Ciencia Cristiana quienes, a través de su discernimiento espiritual, nos ayudan a llegar a la raíz de una dificultad y a vencerla mediante la oración.
Estoy lleno de gozo por haber presenciado esta curación como también muchas otras manifestaciones de la eterna presencia del poder de Dios.