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Una de nuestras lecciones que se encuentran en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana...

Del número de febrero de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una de nuestras lecciones que se encuentran en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, se titula: “Dios, preservador del hombre”. El estudio de esta lección me ha impulsado a dar este testimonio, puesto que he recibido pruebas de que Dios verdaderamente preserva al hombre. En la Biblia leemos (Salmo 30:3): “Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol; me diste vida, para que no descendiese a la sepultura”. He experimentado en mi vida el cumplimiento de esta promesa.

Hace ocho años, estaba pronta para descender a la sepultura. Mi matrimonio fracasaba, y mis esfuerzos por apoyar a mi esposo eran infructuosos. Habiendo estado antes divorciada, estaba dispuesta a hundirme con él en las profundidades antes de admitir otro fracaso ante el mundo. Entonces vino un terrible shock. Mi esposo me abandonó, dejando detrás un negocio y montones de deudas personales y comerciales.

Estaba totalmente desolada, emocional y financieramente. Un intento de suicidio fue frustrado por la aparición de la policía. Allí estaba, en el fondo del abismo. Durante cuatro años, me esforcé por salir adelante financieramente después de sufrir la humillación y degradación de presentar una petición de quiebra personal. Durante este período, oré continuamente para verme libre de este sentido mortal de existencia. De hecho, mi último pensamiento en la noche era orar pidiendo no despertar en este mismo mundo por la mañana.

Había estado concurriendo regularmente durante dos años a una filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Con mucha sinceridad y gran humildad, ahora comencé a estudiar la Ciencia Cristiana. Había sido criada en la Ciencia y ya era miembro de La Iglesia Madre, y hacerme miembro de una iglesia filial fue un paso natural en la escala de progreso. El año siguiente, la instrucción en clase de Ciencia Cristiana me proveyó de las herramientas espirituales para una victoria completa.

Para aprender más acerca de mi verdadera identidad como hija de Dios, escudriñé la Biblia, y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. La Biblia declara en el primer capítulo del Génesis (v. 27):“Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. También leemos en Ciencia y Salud (pág. 262): “La Mente divina es la única causa o Principio de la existencia. No hay causa en la materia, ni en la mente mortal, ni en cuerpos físicos”. Era evidente para mí que ya que Dios es la única causa y creador, aquello que no había emanado de Dios, el bien, no tenía realidad. Gozosamente afirmé que nada desemejante a Dios podría tocar mi verdadero ser. Las mismas verdades que yo estaba reclamando eran también verdaderas para todos, incluso para mi esposo. La verdadera identidad del hombre como hijo de Dios, es perfecta, y, en realidad, el hombre refleja solamente las cualidades espirituales. Este razonamiento me liberó por completo de todo resentimiento.

A través de este período de prueba, he experimentado un renacimiento espiritual: todas las cosas son nuevas. Pasajes que había leído durante años, ahora tienen un significado completamente diferente para mí, debido a la inspiración espiritual. Mi corazón rebosa de gratitud por las bendiciones que han resultado del estudio y de la práctica de las verdades expuestas en los escritos de la Sra. Eddy.

Estas bendiciones incluyen un gran número de curaciones físicas. En una oportunidad, un crecimiento en el párpado desapareció por completo por medio de la comprensión de que el único verdadero crecimiento es espiritual. En otra ocasión, se rompieron mis anteojos cuando estaba de vacaciones en Europa. Afirmé que la visión es realmente una facultad espiritual y no una función material. En Ciencia y Salud leemos (pág. 479): “La materia no puede ver, sentir, oír, gustar, ni oler”. Y en la página 486 se nos dice: “La vista, el oído, todos los sentidos espirituales del hombre, son eternos. No pueden perderse. Su realidad e inmortalidad están en el Espíritu y en la comprensión, no en la materia — de ahí permanencia”. Procedí a leer la Lección-Sermón todas las mañanas, sin anteojos. Después de volver a casa, los hice reparar. Pero cuando los fui a usar, encontré que no podía leer con ellos. Eso ocurrió hace más de un año, y no los he usado desde entonces.

El conocimiento de que Dios es la fuente de mi actividad, porque El es la fuente de toda acción verdadera, me posibilitó encontrar un gratificador empleo durante una época de recesión. Había comprendido que la operación de la ley espiritual de Dios es independiente de las condiciones humanas.

Estas palabras del Himno N.° 64 del Himnario de la Ciencia Cristiana expresan mis sentimientos a la perfección:

De la materia al Alma es mi sendero,
de inquieta sombra a dulce claridad;
y es tal la realidad que yo contemplo
que canto: “¡He hallado la Verdad!”


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