Los siglos caen, cadenas no hay,
¡gloria a Dios!
Quien hace aquí Su voluntad
saciado es.Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 160.
Mary Baker Eddy
Muy fácilmente nos sentimos insatisfechos con nuestra apariencia, vestuario, posesiones, ingresos o nuestros logros. A esta lista se le podrían añadir más y más cosas. Pero la constante insatisfacción tiende a fomentar el desaliento crónico, los trastornos en nuestra vida y hasta la enfermedad.
Cuando nos damos cuenta de que la satisfacción es subjetiva (en nuestra propia consciencia) y no objetiva (externa), nos sentimos libres de la preocupación de tener que adquirir siempre cosas. También aprendemos a encarar espiritualmente las llamadas deficiencias, en lugar de encararlas materialmente.
La cuestión de “adquirir” está muy a menudo relacionada con la adquisición de cosas objetivas y materiales: riquezas, fama, éxito y salud física. Cada vez que una persona piensa que tiene que adquirir algo, ya está admitiendo que no lo tiene. Esta manera de pensar inevitablemente acepta la escasez. Sin embargo, en Proverbios se recomienda una manera diferente de “adquirir”, algo que es subjetivo: “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia... Adorno de gracia dará a tu cabeza; corona de hermosura te entregará”. Prov. 4:7, 9.
El hecho espiritual es que el hombre, la semejanza de Dios, jamás tendrá algo que no lo tenga ya, puesto que nada se le puede agregar o sustraer a la idea inmutable de Dios. Sin embargo, necesitamos orar para comprender mejor nuestra verdadera naturaleza, nuestra verdadera herencia y nuestra verdadera provisión ilimitada. Esta oración revela objetos que eran antes invisibles pero, no obstante, siempre existentes. La Sra. Eddy dedica el primer capítulo de Ciencia y Salud al tema de la oración. En éste ella afirma: “La oración no puede cambiar la Ciencia del ser, pero sí tiende a ponernos en armonía con ella”.Ciencia y Salud, pág. 2.
Muy a menudo, parece en vano intentar cambiar nuestra situación de lo que aparenta ser a lo que quisiéramos que fuera. Esta desesperanza proviene del concepto erróneo de que la carencia es causada por nuestro ambiente físico y está más allá de nuestro control.
Sin comprender lo que puede hacer la oración, la gente frecuentemente trata de emplear el poder, la riqueza, la política y cosas por el estilo, para mejorar su situación personal. Sin embargo, el uso de tales medios materiales o físicos a veces conduce a la discordia en los negocios, al divorcio, a la agitación social y hasta a la guerra. El despliegue de energía humana para cambiar las circunstancias es, a menudo, bien intencionado pero lamentablemente ineficaz, porque no son las circunstancias humanas lo que trae satisfacción espiritual. Más bien, es nuestra actitud espiritual lo que trae una transformación de pensamiento, y, por lo tanto, nos pone en armonía con el ser que es creado y gobernado por Dios.
Cristo Jesús, el Modelo y Mostrador del camino, enseñó que el conocimiento de nuestro ser verdadero nos conduce a la liberación de las limitaciones. Su máxima: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Juan 8:32. muestra la prioridad que el atribuía al pensamiento, y no a la materia, para lograr la felicidad. La acumulación de materia jamás satisface realmente. Sólo las alegrías espirituales pueden proporcionar una satisfacción duradera. Jesús también hizo hincapié, en todas sus enseñanzas, en la respuesta a la insatisfacción al presentar la disponibilidad inmediata del cielo para todo aquel que esté preparado y dispuesto a aceptarlo. “El reino de los cielos se ha acercado”, Mateo 4:17. dijo él. La esencia misma de su mensaje descansa en esta proximidad que existe entre el Padre-Madre Dios y cada uno de Sus amados hijos.
Jesús no sólo atribuyó el mérito de todas sus obras a Dios, sino que también prometió a todos el amor del Padre-Madre: “Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” Mateo 7:11.
¿Qué tan útiles son estas dádivas al enfrentar los problemas diarios? Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana hacen hincapié en la naturaleza práctica del amor de Dios por Su creación, un amor que satisface las necesidades humanas. En efecto, una de las razones primordiales de la fundación de la Iglesia de Cristo, Científico, fue que la humanidad reconociera de nuevo su derecho divino de tener acceso directo al poder sanador de Dios.
Tal acceso se adquiere por medio de la espiritualización de nuestro pensamiento. Cuando conscientemente cambiamos los conceptos materiales por las ideas espirituales, podemos hacer frente a nuestras insatisfacciones tranquila y, a menudo, rápidamente.
Esto no quiere decir que no es importante pagar las cuentas, o si podemos curarnos o no de un trastorno físico. Por el contrario, el valor del Cristo, la Verdad, reside en su aplicabilidad en nuestra vida.
Lo práctico de la búsqueda espiritual de satisfacción está ilustrado en la vida de un joven Científico Cristiano que, si bien le gustaba mucho su empleo, comenzó a sentir como si éste le estuviera impidiendo obtener un título superior, el que necesitaba para poder progresar y desempeñarse mejor en su carrera. El tiempo y el dinero parecían ser los factores clave, y como resultado de una sensación de presión por hacer más, se sintió insatisfecho con su empleo, sus planes y consigo mismo. La única solución que podía ver era la de abandonar lo que tanto le gustaba, separarse por completo de su trabajo y mudarse a otro estado para proseguir los estudios necesarios.
Como parte del proceso para tomar la decisión, hizo una lista con todos los pros y los contras de las diferentes alternativas que tenía. Sin embargo, a través de las enseñanzas en la Escuela Dominical y durante su instrucción en clase de Ciencia Cristiana, había aprendido a orar a Dios y escuchar pacientemente las respuestas.
Comprendió que el valor de considerar todas las opiniones humanas se puede evaporar frente a una pizca de inspiración espiritual. Cuando recurrió a Dios de todo corazón para escuchar con humildad Su dirección, las respuestas le llegaron prontamente, y fueron más que satisfactorias. Sin que el joven hubiera tenido que solicitar nada, su empleador le ofreció la oportunidad de mantener el trabajo que tanto le gustaba, y le dio licencia por el tiempo necesario para seguir exactamente los estudios que necesitaba. Además, el empleador le reintegró por completo el costo de dichos estudios.
Por medio de esta experiencia, obtuvo una nueva percepción de la verdadera satisfacción. El lugar y la actividad no habían cambiado, pero sí había cambiado su pensamiento limitado acerca de ellos. Como dijo el joven tiempo después: “Cuando escuchamos la dirección de Dios y confiamos por completo en El, no necesitamos buscar las soluciones en base a un razonamiento mortal. Las soluciones nos buscarán a nosotros, y cuando estemos preparados para ellas, ¡ellas nos encontrarán!”
La comprensión de que la herencia infinita del hombre proviene de Dios, nos conduce a soluciones humanas satisfactorias. Como dijo Jesús: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33.
Una vez que comprendemos plenamente la naturaleza espiritual de la satisfacción, no necesitamos llevar a cabo una búsqueda mental agotadora. Es inherente a la naturaleza benigna de Dios el revelarse a Sus hijos con liberalidad. La satisfacción en sí, es una dádiva de Dios; es una cualidad otorgada por Dios que, cuando se acepta, se entiende correctamente y se siente, puede transformar toda nuestra vida. La verdadera satisfacción está basada en el Espíritu y, por lo tanto, ¡está garantizada!
