La comprensión correcta de que la sustancia es Espíritu, y no materia, puede conducir a que se restaure en la vida humana todo lo que nos sea de veras necesario. Cristo Jesús y sus discípulos demostraron en forma cabal la premisa de que el Espíritu es la única sustancia, cuando restauraron la salud a los enfermos por medios espirituales solamente.
Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10.
Si esperamos recibir un bien más abundante y permanente — más sustancia — en nuestras vidas, debemos ser guiados hacia éste por la fe. La epístola a los Hebreos dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Hebr. 11:1. Pero para ser guiados correctamente, nuestra fe debe establecerse en el Espíritu, no en la materia, y basarse en la comprensión espiritual.
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