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Los negocios de nuestro Padre

Del número de junio de 1985 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El hombre — el reflejo puro del Espíritu — es creado por Dios y vive por decreto divino. Dios es la fuente y sustancia de su ser. El negocio verdadero del hombre es dar testimonio del poder, actividad, presencia e inteligencia de su Hacedor. El hombre refleja con precisión y claridad perfectas la sabiduría y la facultad creadora de Dios. Esta es su ocupación. El verdadero empleo, ocupación o negocio del hombre, es divino. Es un negocio eterno, la actividad de la Vida y del Amor.

Jesús de Nazaret fue adiestrado para ser carpintero. Aun cuando aparentemente siguió esa profesión durante varios años — indudablemente con gran excelencia y destreza — puso en claro en su juventud que tenía que estar en los negocios de su Padre. Cristo Jesús fue el camino, la verdad y la vida. Con ejemplos, su vida ilustró a la humanidad la verdadera ocupación del hombre.

Por lo general, cuando hablamos de negocios y del comercio, se supone que no estamos hablando de cosas espirituales. Se piensa que los negocios y el comercio tienen que ver exclusivamente con cosas materiales; con la producción, manufactura, intercambio y servicio de bienes materiales, de recursos materiales. En el llamado mundo de los negocios se determina el valor de una cosa, en gran parte, por su escasez: por el grado de la disponibilidad de algún producto o servicio. Los recursos naturales, los mercados, las finanzas, y así por el estilo, son considerados finitos y agotables. Se supone que el éxito depende de los talentos de quienes están a cargo de las operaciones, del clima de los negocios, del poder e influencia personales, y de la suerte o la buena fortuna. Tal punto de vista materialista acerca de los negocios y del comercio es lamentable, porque si bien da margen a las ganancias y al éxito, también da margen a la recesión, la inflación, al estancamiento, al desempleo y al fracaso. También fomenta los abusos, el interés desmedido por el lucro, la codicia, el afán del poder y la dominación.

Mientras mantengamos tal punto de vista materialista, estaremos cegados a la verdadera naturaleza de los negocios. Cuando era niño, Jesús estaba en los negocios de su Padre. Como carpintero, estaba en los negocios de su Padre. Como sanador y Maestro de la humanidad, estaba en los negocios de su Padre. Su obra, su negocio, era dar testimonio del Cristo en todo lo que hacía. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), escribe: “Esta idea espiritual, o Cristo, tuvo que ver con todos los detalles de la vida del Jesús personal. Lo hizo un hombre honrado, un buen carpintero y un hombre bueno, antes de que pudiera convertirlo en el glorificado”.Escritos Misceláneos, pág. 166.

El negocio de nuestra vida es dar testimonio del Cristo. El Cristo ilustra el hecho eterno de que el hombre es el vástago del Espíritu, no de la materia. Parafraseando las palabras de Pablo, el hombre vive y se mueve y tiene su ser en el reino del Espíritu. El hombre expresa la actividad, la salud, la energía, el propósito y la habilidad que imparte el Espíritu. Como creación del Espíritu, el hombre tiene los recursos ilimitados del Alma, la vitalidad y el vigor eternos de la Vida, la facultad creadora y productividad infinitas de la Mente. Un firme reconocimiento de la verdad impartirá esa comprensión que sana la escasez, la incompetencia, el trabajo infructuoso y el fracaso. La Biblia relata que, en cierta ocasión, Simón Pedro y sus compañeros pescadores habían trabajado toda la noche en su pesca y no habían pescado nada. Por la mañana, Jesús se sentó en la barca de Simón y le enseñó a la gente acerca del reino de Dios. Cuando terminó, dijo a Simón que bogara mar adentro y echara sus redes. Simón respondió: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red”. Cuando lo hicieron, “encerraron gran cantidad de peces”. Lucas 5:5, 6.

¿Acaso no aumentó profundamente esta experiencia la enseñanza de Jesús de que el reino de Dios se ha acercado? Ilustró la coincidencia natural de la experiencia humana con los hechos espirituales que la Ciencia revela. Jesús enseñó que no existe sino un solo Dios: el autor de toda ley, la fuente de todo poder. El dio el ejemplo de sus enseñanzas en su propia vida. Demostró que la comprensión espiritual tiene poder y elimina las restricciones y castigos de las llamadas leyes materiales y físicas. La enfermedad y el malestar fueron sanados. La labor de los discípulos se hizo provechosa. La preocupación sobre las provisiones humanas y limitadas desapareció ante la presencia de la munificencia divina que alimentó a cinco mil personas en un caso y a cuatro mil en otro. Lejos de ser milagrosos, esos acontecimientos ilustraron sus enseñanzas. Las enseñanzas del Maestro vivificaron en hombres y mujeres un nuevo concepto del ser. Esta fuerza divina de la Mente acabó con los puntos de vista materiales infructuosos y reveló la habilidad del hombre para demostrar la afluencia de Dios, la afluencia del bien.

¿Qué es la afluencia espiritual? No se encuentra en la posesión o control de vastas cantidades de acciones de bolsa y de bonos, de dinero o de bienes raíces. Estas son las preocupaciones de este mundo, no las riquezas del cielo.

Quienes están en los negocios de su Padre tienen acceso a la afluencia de la Mente. Los tesoros de la Mente son ideas; son activas, productivas y sustanciales. Expresan la naturaleza de la Mente, Dios. El hombre, siendo el reflejo pleno y activo de la Mente divina, incluye inteligencia, sabiduría, facultad creadora, habilidad, capacidad y aptitud que le son totalmente otorgadas por su Hacedor. El reconocimiento y comprensión de nuestra identidad verdadera como semejanza de Dios, nos da acceso a todos los recursos y poder de la Mente.

Estas riquezas de la Mente no pueden ser acaparadas o monopolizadas; son universales e infinitas. Pero su valor no es, ni puede ser, disminuido por este hecho. Ellas no tienen ninguna de las limitaciones de la materia. Por ejemplo, si yo hubiera hecho un artefacto y se lo hubiera dado a usted, entonces usted lo tendría y yo no. Pero si tengo una idea, y se la doy a usted, ambos la tenemos, nos podemos beneficiar con ella, usarla libremente, y tener éxito con ella.

De manera similar, la inteligencia de la Mente es infinita, y el bien que produce se desarrolla sin medida. El verdadero negocio del hombre es expresar la sabiduría, el amor y la bondad de la Mente. El hombre es creado por Dios con este propósito. La rivalidad no existe, sino que existe la eterna apreciación de Dios por lo que El, la Mente, ha creado. El hombre que está en los negocios de su Padre, no está contaminado ni restringido por las limitaciones y condiciones materiales, porque está consciente de que el único reino o autoridad es el divino. El sabe que Dios, el bien, es Todo-en-todo, y posee la afluencia de la Mente.

El negocio de la Mente no está medido por la proverbial línea de fondo de ganancias y pérdidas. Nuestro éxito en los negocios no está determinado, en realidad, por el monto de las ganancias en el trimestre en curso, por el triunfo sobre un competidor, por haber hecho un nuevo cliente, o por el desarrollo e introducción exitosos de un nuevo producto. Medir el éxito y crecimiento de los discípulos por el número de peces que pescaron, sería una unidad de medida equivocada. El negocio del hombre está completamente separado de la materia, de métodos materiales y de condiciones materiales. Nuestro éxito en el negocio es medido por la evidencia de la curación.

En nuestra vida diaria, la inspiración de la Mente nos libera de las limitaciones humanas y nos da autoridad para traer curación al mundo. El Cristo, la Verdad, es nuestro Salvador y nos salva de las creencias de limitación, ya sea de tiempo como de recursos u oportunidades limitados. Obtenemos inspiración al apartarnos del testimonio material y recurrir a los hechos espirituales. La acción armoniosa e inteligente se manifiesta junto con la eficiencia y cooperación. Descubrimos que las inspiradas ideas de la Mente divina tienen la sustancia y el poder de la ley. La Sra. Eddy hace esta observación: “El Salmista dice: ‘A sus ángeles mandará acerca de ti’. Dios os da Sus ideas espirituales, y ellas, a su vez, os dan vuestra provisión diaria”.Esc. Mis., págs. 306–307.

Cuando reconocemos a Dios en todos nuestros caminos, y buscamos Su presencia, vemos que todo lo que hacemos tiene el carácter de lo divino y sirve para cumplir con Su voluntad. Se expulsa al temor. La acción del Cristo destruye todo elemento de temor o de duda que quisiera impedirnos recurrir a Dios y confiar en la Mente divina para que nos guíe y dirija. El Cristo nos hace obedientes al Principio divino del Primer Mandamiento, que nos dice que tengamos un solo Dios y ningún otro. Así demostramos esta verdad infalible que contiene el libro de Proverbios: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas... Bienaventurado el hombre que halla sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino”. Prov. 3:5, 6, 13, 14.

La oración, la confianza, el escuchar y responder son elementos clave de la demostración espiritual. El Cristo revela el vínculo indisoluble entre el hombre y la Mente, y da el sentido espiritual del ser y la acción. El temor se expulsa totalmente cuando estamos llenos de ese sentido espiritual. El temor no puede eclipsar nuestra demostración. Percibimos que la creación de la Mente es abundante en bondad y que la actividad del hombre refleja esta capacidad fructífera.

La demostración de estas ideas en la práctica nos exige que mantengamos la meta espiritual firmemente ante nosotros. Jesús amonestó a las multitudes que le seguían: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”. Juan 6:27.

La enseñanza de Jesús no tenía como mira dar a hombres y mujeres una experiencia material más confortable. Señalaba hacia una base completamente nueva para la vida. La vida tenía que estar orientada hacia Dios, centrada en Dios. La vida tenía que apartarse enteramente de la materia e ilustrar el dominio y poder del Espíritu.

San Pablo fue uno de los grandes cristianos. También confeccionaba tiendas. La integridad, honradez, confiabilidad, equidad y pericia tienen que haber sido atributos inherentes a su trabajo. Mas su visión y poder espirituales estaban dirigidos a lograr algo más que el éxito material. La confección de tiendas, con la cual se mantenía a sí mismo, no le absorbía su atención para las cosas del Espíritu. Su cristianismo, su trabajo en la iglesia, jamás estaban subordinados a otras ocupaciones, sino que más bien era lo contrario. La actividad de su negocio tenía el lugar adecuado. Servía un buen propósito, aunque era sólo un medio para apoyar su negocio dado por Dios, el de dar testimonio del Cristo, la Verdad.

Esto da al cristiano de hoy en día mucho en qué pensar al evaluar sus propios móviles y metas en la elección de su profesión. Nuestra participación en los negocios es importante. La demostración de Ciencia Cristiana en este campo es sumamente necesaria. Mas para hacer que la práctica de nuestro negocio sea una demostración de Ciencia Cristiana, necesitamos recordar qué significa estar en los negocios de nuestro Padre. Ciertamente, como un comienzo, el cristianismo debe caracterizar nuestras relaciones con los demás. Pero la mira del Científico Cristiano va a ser profundamente diferente de la mira de quienes buscan con afán el mero comercialismo o la mera excelencia profesional en sus oficios o profesiones.

La enseñanza de Jesús en el Sermón del Monte merece mucha atención: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Mateo 6:24. Esto no nos enseña a que nos apartemos del mundo de los negocios, pero altera profundamente nuestro enfoque. Lo que más necesita el mundo hoy en día es este cambio de enfoque, los valores espirituales y morales que éste introduce, y los triunfos que trae sobre el materialismo y sus limitaciones y males.


Conoce Jehová los días de los perfectos,
y la heredad de ellos será para siempre.

Salmo 37:18

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