El hombre — el reflejo puro del Espíritu — es creado por Dios y vive por decreto divino. Dios es la fuente y sustancia de su ser. El negocio verdadero del hombre es dar testimonio del poder, actividad, presencia e inteligencia de su Hacedor. El hombre refleja con precisión y claridad perfectas la sabiduría y la facultad creadora de Dios. Esta es su ocupación. El verdadero empleo, ocupación o negocio del hombre, es divino. Es un negocio eterno, la actividad de la Vida y del Amor.
Jesús de Nazaret fue adiestrado para ser carpintero. Aun cuando aparentemente siguió esa profesión durante varios años — indudablemente con gran excelencia y destreza — puso en claro en su juventud que tenía que estar en los negocios de su Padre. Cristo Jesús fue el camino, la verdad y la vida. Con ejemplos, su vida ilustró a la humanidad la verdadera ocupación del hombre.
Por lo general, cuando hablamos de negocios y del comercio, se supone que no estamos hablando de cosas espirituales. Se piensa que los negocios y el comercio tienen que ver exclusivamente con cosas materiales; con la producción, manufactura, intercambio y servicio de bienes materiales, de recursos materiales. En el llamado mundo de los negocios se determina el valor de una cosa, en gran parte, por su escasez: por el grado de la disponibilidad de algún producto o servicio. Los recursos naturales, los mercados, las finanzas, y así por el estilo, son considerados finitos y agotables. Se supone que el éxito depende de los talentos de quienes están a cargo de las operaciones, del clima de los negocios, del poder e influencia personales, y de la suerte o la buena fortuna. Tal punto de vista materialista acerca de los negocios y del comercio es lamentable, porque si bien da margen a las ganancias y al éxito, también da margen a la recesión, la inflación, al estancamiento, al desempleo y al fracaso. También fomenta los abusos, el interés desmedido por el lucro, la codicia, el afán del poder y la dominación.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!