Hace más de un año, mientras llevaba un recipiente con líquido caliente, tropecé en la escalera. Al caerme, no sólo me quemé el brazo izquierdo y el pecho, sino que me golpeé fuertemente las costillas. Cuando me movía sentía gran incomodidad.
Oré durante varios días, y no le dije a nadie en la familia lo que había sucedido. (No había nadie en casa cuando sucedió este incidente.)
Un día, mi hija me tocó el brazo afectado. Debo de haber hecho algún gesto, porque me preguntó qué me había pasado, y le conté lo sucedido. Las dos pensamos que era prudente llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana, quien accedió a orar por mí. Sus declaraciones, en las que me aseguró que el hombre de Dios no puede haberse caído ni lastimado, además de su clara percepción al ver la absoluta irrealidad en esta creencia de accidentes, me ayudaron y confortaron.
Sin embargo, el brazo parecía curarse lentamente, y era difícil para mí continuar con mi trabajo de mecanógrafa. Además, las costillas afectadas me causaban incomodidad. Una vez me quité la chaqueta en la oficina; llevaba una blusa de manga corta, y dos colegas vieron el brazo. Hicieron numerosos comentarios acerca de lo severo de las quemaduras, el tiempo que tardarían en curar, y lo que sería necesario hacer para que sanaran. Sin embargo, en ningún momento consideré utilizar ningún método material de curación, ni puse en duda de que la curación se llevaría a cabo al apoyarme en medios espirituales únicamente.
Durante la semana siguiente, sufrí de lo que aparentemente era un serio resfriado, dolor de garganta y síntomas de gripe. Cuando surgieron varias otras formas de discordancia, sentí que era necesario sanar algo más que la creencia en accidentes o quemaduras. Al orar acerca de estos problemas erróneos, que aparentaban ser múltiples, recordé varios comentarios mordaces que me había hecho un supervisor unas pocas semanas antes. Me di cuenta de que había aceptado que mis sentimientos habían sido lastimados por esos comentarios, en vez de vencer inmediatamente el odio con el amor por medio de la oración, lo que inmediatamente procedí a hacer. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy nos instruye (pág. 571): “En todo momento, y bajo toda circunstancia, vence con el bien al mal”.
Otra vez acudí al practicista. Hablamos acerca de mi reciente elección como Segunda Lectora en la filial local de la Iglesia de Cristo, Científico, y estuvimos de acuerdo en que en el trabajo de oración se debería apoyar este paso. Estuvo claro para ambos que la mente mortal no tenía poder para organizar un asalto a la Verdad omnipotente.
Con este razonamiento, fue realmente hermoso ver con qué rapidez se renovó la piel. Además, el dolor en las costillas sanó rápidamente. Huelga decir que el resfrío, el dolor de garganta y demás síntomas de la gripe, sencillamente desaparecieron. Esto me dejó libre para continuar con todas mis actividades diarias, incluso el trabajo en mi oficina, la preparación para mi cargo de Lectora, y el abundante trabajo adicional causado por la época de las fiestas. Me di cuenta de que la curación había sido completa cuando, el día después de haber hablado con el practicista, subí los brazos para cerrar la puerta superior del garaje sin sentir ningún dolor, y utilicé el brazo izquierdo con libertad.
El reconocer que nada podía obstaculizar la manifestación abundante de Verdad y Amor que la tarea de Lector traería a la comunidad, puso fin a la sugestión de que el error podría desorganizar y desanimar. Como lo destaca esta declaración en Romanos (8:7): “Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden”.
Aunque me sentía muy agradecida por esta curación física, el enorme crecimiento espiritual que obtuve durante esos momentos de prueba ha llegado a ser un paso de progreso para mí. Desde entonces, he utilizado muchas veces las verdades que aprendí durante esta experiencia, porque me han capacitado para ayudar a otros a obtener un punto de vista más espiritual de las circunstancias materiales, cualesquiera que éstas parecieran ser.
Estoy agradecida de poder dar testimonio del Amor divino y de la Ciencia Cristiana que nos ayudan a vencer la tendencia humana de sentirnos ofendidos. Con frecuencia podemos ver con claridad la necesidad de vencer creencias que se han mantenido por mucho tiempo, hábitos firmemente establecidos, y otras maneras de pensar materialistas. Aún así, el verdadero progreso viene cuando sentimos el deseo, en cada caso, de penetrar por debajo de la superficie de estas creencias falsas y ver, y destruir, por medio de la oración, el error básico: la mente mortal. El impersonalizar el mal y darnos cuenta de la absoluta falta de poder de la mente mortal — puesto que Dios, la única Mente, es omnipotente — puede destruir el sueño de una circunstancia discordante, y permitir que la Verdad armonice toda la situación. Esta es la evidencia de la divinidad abrazando a la humanidad.
Mi familia ha sido bendecida por medio del estudio de la Ciencia Cristiana durante muchos años, y hemos sido testigos de numerosas curaciones y maravillosas pruebas del cuidado de Dios. El servir en los comités de nuestra iglesia filial nos ha ayudado para que nos demos mejor cuenta de las necesidades de nuestra comunidad, y para percibir la manera de orar para responder a estas necesidades. El puesto de Segunda Lectora ha sido en verdad una bendición para mí, y las palabras no pueden expresar mi gratitud por la presciencia que tuvo la Sra. Eddy al establecer las Lecciones Bíblicas en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana para nuestro uso. Es asombroso lo oportunas que siempre son estas lecciones. Verdaderamente, son un continuo regalo para compartir con todo el mundo.
Janesville, Wisconsin, E.U.A.
Jehová te oiga
en el día de conflicto;
el nombre del Dios de Jacob te defienda.
Te envíe ayuda
desde el santuario,
y desde Sion te sostenga.
Salmo 20:1, 2
    