¿Ha sentido usted alguna vez la necesidad o el deseo de cambiar de empleo? Pocos empleos son perfectos y, a veces, cuando existen problemas, es posible que sintamos la tentación de pensar que el único modo de solucionarlos es cambiando de empleo.
Si nuestra experiencia incluye tal pensamiento negativo, no es porque Dios haya dejado de amarnos. Es porque no reconocemos ni aceptamos Su amor siempre presente para todas Sus ideas espirituales. Estas ideas incluyen su ser verdadero y el mío (al hombre que la Biblia nos dice que fue creado a Su semejanza). La Sra. Eddy nos asegura en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Dios es infinito, por lo tanto siempre presente, y no hay otro poder ni otra presencia”.Ciencia y Salud, pág. 471.
Puede haber varios factores en nuestro trabajo que parezcan indicar que un cambio de empleo sería beneficioso. Pero un cambio no es el único e inevitable camino que nos asegure nuestra prosperidad futura. Sería mejor encarar el descontento que sentimos en nuestro trabajo como un desafío a nuestra integridad y a nuestro valor. Cuando me sentí desconforme con el horario de mi trabajo, hace algunos años, eso fue lo que hice.
En esa época, estaba empleado en un importante establecimiento que preparaba comida para reuniones y banquetes. Mi horario de trabajo incluía la mayor parte del domingo y todos los días de fiesta, incluso el día de Navidad. Sentía un gran deseo de asistir con más regularidad a los cultos dominicales en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico, de la cual era miembro, y tomar parte en las actividades de esta iglesia. Al principio, parecía que mis oraciones no resolverían la situación, y me sentí desalentado y frustrado.
Como tenía un puesto clave, temía perder mi empleo si pedía algunas horas libres para asistir a la iglesia. Sabía que había mucha gente dispuesta a trabajar los días festivos como el trabajo lo requería, debido a que había graves problemas de desempleo. Y todo parecía indicar que debía elegir entre mi iglesia y mi empleo.
Una conversación con un practicista de la Ciencia Cristiana me ayudó a comprender que el hombre está siempre bajo el tierno cuidado de Dios y jamás puede estar fuera de él. También comprendí que ninguna situación, por difícil que fuera, podía predominar sobre la ley siempre eficaz de Dios, el Principio divino. Pero primero tenemos que reconocer que el poder del Cristo puede despertar nuestra consciencia a la comprensión de la ley invariable de Dios. Empecé a comprender que, como Dios siempre está gobernando y está presente dondequiera que estemos, jamás debemos sentirnos separados de El, del amor universal que El tiene para todos Sus hijos.
El desafío era renunciar a la creencia de que yo era un mortal separado de Dios, angustiado entre dos alternativas. La Ciencia Cristiana me había enseñado que el hombre no es un mortal que enfrenta una cantidad de problemas. Esto no es más que una creencia falsa que trata de separarnos de la Mente que todo lo sabe y de impedirnos demostrar la armonía de nuestra verdadera identidad, constantemente unida a la Mente divina.
A medida que continuaba orando para ser guiado a tomar una decisión correcta, claramente me daba cuenta de mi inseparable relación con el Divino. Sabía que sería guiado a una solución satisfactoria y feliz de lo que parecía un problema imposible de resolver. Cristo Jesús respondió a cada desafío con autoridad. Se identificó como el Hijo de Dios y demostró que la ley del Amor divino está constantemente activa para sanar la enfermedad y el pecado, y mostrar cómo se puede destruir toda forma de error que acecha a la humanidad. Esta misma ley está disponible hoy en día, y puede aplicarse a todas nuestras dificultades.
Las cualidades espirituales que yo necesitaba expresar tales como: bondad, entendimiento, disposición para cooperar, se hicieron más evidentes a medida que el espíritu del Cristo se iba manifestando más en mi trabajo. El resultado fue que todo comenzó a resolverse de una manera inesperada. La Sra. Eddy lo explica con precisión cuando escribe: “Esta Ciencia es una ley de la Mente divina, una fuerza persuasiva, un impulso infalible, una ayuda siempre presente. Se siente su presencia porque actúa y lo hace sabiamente, siempre revelando el camino de la esperanza, fe, entendimiento”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 3.
Sucedió lo siguiente: fui invitado a enseñar en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, algo que me hizo sentir muy feliz. Pero los viejos temores surgieron nuevamente. ¿Qué sucedería si mi jefe rehusaba darme el tiempo libre para poder enseñar? ¿Correría algún riesgo de perder mi empleo?
Traté de tener constantemente presente el propósito espiritual de mi trabajo; sabía que podía confiar radicalmente en la Ciencia Cristiana por medio del mejor entendimiento que ahora estaba obteniendo. Pensé sobre las ideas que el practicista y yo habíamos conversado, que el hombre nunca puede estar separado de su Padre celestial y que Su ley estaba siempre actuando para bendecir, no sólo a mí, sino también a mi iglesia y a mi jefe. Sabía que no necesitaba ninguna idea preconcebida para tener más tiempo libre para enseñar en la Escuela Dominical, sino que debía esperar pacientemente a que Dios me indicara el camino.
A medida que oraba para percibir mejor a Dios como mi verdadero empleador — mediante la comprensión de que mi trabajo verdadero era expresar Su naturaleza — y sabía que nada podía estar fuera de Su gobierno, fue natural que se me revelaran los pasos que debía tomar tales como: concertar una entrevista con mi jefe y hablar sobre el particular. Inmediatamente accedió a mi solicitud de cambiar mi horario de trabajo. Mis colegas se mostraron igualmente dispuestos a cooperar, y al cabo de poco tiempo, estaba enseñando en la Escuela Dominical. El temor a ser reemplazado y quedarme sin empleo había desaparecido al reconocer que siempre estamos bajo la ley de Dios.
La sabiduría de la Mente divina es infinita y está por encima de los proyectos humanos, tal como se demostró en mi experiencia. Me fue posible conservar mi empleo, enseñar en la Escuela Dominical, desempeñarme como superintendente por varios años, trabajar en varios comités de la iglesia y en la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana. La creencia material puede parecer muy real a los sentidos materiales. Pero si recurrimos resueltamente al Amor divino y realmente nos esforzamos por no aceptar ninguna otra mente — al admitir en nuestra consciencia sólo los pensamientos provenientes de Dios — somos guiados a tomar cualesquiera de los pasos que sean necesarios. De esta manera, percibimos al Cristo que Jesús expresó, impartiéndonos la curación y armonía que estamos buscando.
Uno de los himnos en el Himnario de la Ciencia Cristiana resume mi sincera gratitud por el poder de curación del Amor divino. Comienza así:
Ninguno vio, ni declaró,
ni entiende humano corazón
lo que Dios preparó aquí
para el que en Su plan confió.Himnario, N.° 188.
Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana son claras y convincentes. Pueden vivirlas y practicarlas todos los que sinceramente recurren a Dios, acercándose a El mediante el poder del Cristo, que está siempre presente, sanando y regenerando. Ciencia y Salud afirma: “El Cristo es la verdadera idea que proclama al bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana”.Ciencia y Salud, pág. 332.
De modo que si nos parece que estamos pasando por algún problema, ya sea que sintamos la necesidad de un cambio de empleo o la falta de él, o que estemos enfrentando algún problema de mala salud o cualquier otro, no tenemos que esperar ansiosamente pensando si Dios nos ayudará. Debemos ser fieles en preservar vivas las verdades espirituales que hemos aprendido mediante nuestro estudio y oración. Podemos regocijarnos de que nuestro Padre nos guiará durante todo el camino. Y Jesús nos promete que seremos ampliamente recompensados. El dijo: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mateo 6:33. Esto es lo que significa dejar que se desarrolle el plan que Dios tiene para nosotros.
